Elecciones en Brasil: “El daño a la democracia ya está hecho”
La internacionalista brasileña Ana Mauad teme que, ante el aparentemente inminente triunfo de Lula, una horda de seguidores de Bolsonaro se levanten sin pruebas contra el sistema electoral.
José David Escobar Franco
El 2 de octubre de 2022, Brasil elegirá a su próximo presidente. A la cabeza de la intención de voto está el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y le sigue el actual presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro. El país pinta más polarizado que nunca. A poco más de una semana de las elecciones presidenciales, la doctora en relaciones internacionales brasileña Ana Carolina Mauad compartió con El Espectador sus perspectivas sobre lo que está en juego en su país y lo que espera de un eventual regreso de Lula al poder.
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El 2 de octubre de 2022, Brasil elegirá a su próximo presidente. A la cabeza de la intención de voto está el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y le sigue el actual presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro. El país pinta más polarizado que nunca. A poco más de una semana de las elecciones presidenciales, la doctora en relaciones internacionales brasileña Ana Carolina Mauad compartió con El Espectador sus perspectivas sobre lo que está en juego en su país y lo que espera de un eventual regreso de Lula al poder.
¿Lula tiene ganadas las elecciones? ¿O cree que pueda cambiar el panorama?
Es difícil que cambie el resultado de la primera vuelta. La intención de voto es estable y en todas las encuestas hay una diferencia de más o menos 10 puntos. Algunos analistas dicen que hay un voto vergonzante por Bolsonaro, pero no marcaría una diferencia sustancial. En este escenario es seguro que Lula y Bolsonaro pasarán a segunda vuelta. Todos quisieran ganar en primera instancia, pero con esa intención de voto no es suficiente y no hay indicios de que Ciro Gomes, el tercer candidato, vaya a apoyar a nadie como para que se presente una transferencia de votos.
¿En ese escenario de segunda vuelta también podemos confiar en las encuestas?
Esta será la elección más anormal desde la democratización en Brasil, porque es la primera vez que uno de los candidatos está cuestionando el sistema electoral desde el inicio, algo que Bolsonaro ha hecho desde que ganó la elección. Entonces tenemos a un candidato que ha enviado señales dudosas de cómo se va a comportar el 2 de octubre que pone en duda qué va a pasar este domingo cuando cierren las votaciones o incluso qué va a pasar a lo largo de la jornada de votación, el 2 de octubre, y ahí es donde está el gran desafío. Me preocupa cómo se van a comportar Bolsonaro y sus electores si no gana. Él dijo que si no gana en primera vuelta es porque pasó algo en el Tribunal Superior Electoral.
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¿Cree que en Brasil puede pasar algo como lo que ocurrió en Estados Unidos?
Sí. Imagino este escenario: 2 de octubre, la gente sale a votar polarizada con los ánimos a flor de piel. Empieza bien, los candidatos van a votar y se toman fotos, tal como ocurre en toda jornada electoral. Avanza el día y empiezan a aparecer videos en redes sociales con gente reclamando cosas como que fue a votar y había una persona con la camiseta roja del Partido de los Trabajadores estaba haciendo campaña… luego aparece otro video de una pelea entre dos personas en una sesión de votación que dañó a una urna… después aparece otro vídeo de una persona diciendo que fue a votar, presionó el número del candidato Bolsonaro y no apareció la foto… es la primera vez que se va a votar con biometría, con los dedos. Alguien seguro dirá que su huella no apareció en el sistema. En fin, hay una serie de cuestionamientos que van alimentando estos ánimos de polarización. En cuestión de una hora salen los resultados y Bolsonaro no gana, sino que pasa a segunda vuelta. Ahora bien, si él sale a decir lo que dijo 14 días antes de las elecciones, que es que él iba a ganar en primera vuelta y, como no ganó, cuestiona las elecciones, mucha gente se sentirá impulsada a salir a la calle y hacer revuelta.
Bolsonaro ha dicho que está dispuesto a reconocer los resultados de las elecciones “solo si son transparentes” y llamó a una mayor participación de los militares. ¿Hay riesgo de un daño permanente para la democracia brasileña?
Creo que el daño ya está hecho. Ese cuestionamiento constante y carente de pruebas de las urnas electrónicas y del proceso electoral como un todo no existía de manera sistemática antes de Bolsonaro. Mucha gente cree que efectivamente el proceso está dañado y que las urnas electrónicas no funcionan. Es factible que ese día pidan reconteos de votos arbitrariamente. Eso ya es un daño muy grande a la calidad de la democracia en Brasil. Según la intensidad de lo que va a pasar ese domingo puede ser que ese daño se profundice aún más. Ahí la figura más importante es el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, quien investigó penalmente a Bolsonaro, pero abrió algunas excepciones para que las fuerzas militares participaran del proceso de verificación de las urnas. Cómo se va a comportar Moraes ante los cuestionamientos al sistema electoral el domingo 2 de octubre es fundamental para saber qué sigue después.
¿Qué está en juego en estas elecciones?
La democracia de Brasil. Hay gente que cree que habrá un golpe de Estado tradicional, pero no, no eso. Lo que habrá es una degradación constante de la democracia. Por ejemplo, si hay enfrentamientos cerca de puestos de votación, ahora que la gente está más armada o si se piden arbitrariamente reconteos o que se repitan las votaciones.
¿Qué tan robustas son las instituciones en Brasil como para enfrentar un desafío a la democracia?
Son sólidas. Brasil tiene una democracia bien establecida hace más de 30 años, pero después de cuatro años de un discurso de ataque constante a las instituciones es difícil decir cómo están esas instituciones hoy en relación a cuatro años antes. Esperaba que los jefes de partidos políticos asumieran un rechazo contundente a las acusaciones, pero no lo han hecho. Bolsonaro, con su ataque constante en los últimos cuatro años, buscaba preparar terreno. Me preocupa la actitud que la gente asuma ante las instituciones y la transmisión de Fake News, pues ya hay mucha gente alimentando teorías de conspiración. Por eso Lula ha convocado actores internacionales y se reunió con expresidentes, espera que esas personas respalden el proceso electoral ante sus posibles cuestionamientos el 2 de octubre.
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Tras los escándalos de corrupción que mandaron a la cárcel a Lula salió más desacreditado el Estado y la Rama Judicial que el propio expresidente, ¿está de acuerdo en decir que tanto Lula como Bolsonaro representan un desgaste de las instituciones de Brasil?
No. Creo que es más una debilidad del proceso político y una incapacidad de crear coaliciones políticas que del sistema institucional, electoral o judicial brasileño. El hecho de que el candidato sea Lula hoy es porque no hay otro candidato con capacidad de tener tantos votos para hacer frente a Bolsonaro. No es porque el proceso judicial no se cumplió ni un tema de revancha. Antes de la consolidación de los candidatos que tenemos hoy se discutió la creación de una tercera vía: candidatos que podrían sacar al país de esa polarización Lula-Bolsonaro. Lo que pasó es que ningún nombre de esa tercera vía se consolidó con capacidad de llegar a una segunda vuelta, entonces esa visión de que podría haber otros candidatos se diluyó.
Aunque hubo un giro a la izquierda en América Latina, esta es una izquierda diversa que no necesariamente comparte una agenda ¿Qué se viene para Brasil en cuanto a la integración con la izquierda latinoamericana?
Lula invirtió mucho en política exterior en sus gobiernos anteriores. Yo esperaría una inversión importante también. Con inversión quiero decir poner más atención y tener un canciller con fuerza y con poder. Parece que a Lula le gusta la política exterior y es un espacio donde él también puede salir de ese contexto de polarización nacional e imprimir una agenda tal vez más a la izquierda que la que podrá imprimir en la política doméstica. Esperaría que Lula invite, por ejemplo a Boric, a Petro, a Fernández en Argentina a una conversación más amplia, especialmente en América del Sur. Que los invite a trabajar de manera conjunta, como él hizo cuando propuso Unasur. Ahora bien, el contexto es muy diferente al de sus gobiernos anteriores. No hay plata como había antes ni tantas posibilidades de inversión. Boric, Petro, Lula y Fernández son muy diferentes. Será difícil alinearlos con el poco capital financiero para la integración regional, pero Lula es un político carismático con capacidad de juntar personas muy distintas en una mesa de negociación. Creo que, al menos, podría haber una integración en términos de discursos. Veo mucho Brasil y Colombia cooperando en términos de temas ambientales de la Amazonía. El gobierno Petro ya mencionó que esa es una prioridad. Lula tuvo que girar a una visión más ambiental incluso por oposición a Bolsonaro y logró el apoyo de Marina Silva, su exministra de Medio Ambiente de quien se había distanciado. Ese apoyo fue importante en la campaña e hizo que él tuviera que incrementar su disposición ambiental. Pero en temas más polémicos como la inclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela veo más difícil un acuerdo.
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Bolsonaro puede perder las elecciones, pero no significa el fin del bolsonarismo... ¿Qué implicaría eso en un gobierno de Lula?
Dificultad de gobernabilidad. En estas elecciones también se eligen diputados y gobernadores. Ese escenario, que aún no sabemos cómo terminará, será decisivo. Cada vez hay más candidatos relacionados con fuerzas de seguridad del ejército o la policía, y eso es resultado del bolsonarismo, que sigue vivo. Eso impactó en la reconfiguración de la política nacional. De ser presidente, Lula tendrá que negociar con un Congreso hiperfragmentado y deberá crear coaliciones. Eso no va a ser fácil, pero es posible, por su naturaleza de negociador.
¿Qué tanto influyen las redes sociales en esa transformación de la democracia de Brasil?
Como el escenario de intención de votos es más o menos estable, pienso que las redes sociales ya cumplieron su papel en la formación de esa intención de voto hasta este momento, a menos que pase algo imprevisto. Ahora bien, lo que pase el 2 de octubre pondrá a prueba el compromiso de Meta, de Twitter y de Telegram. Si va a haber un control en la dispersión de noticias falsas, una intención de frenar el envío masivo de esos contenidos puede tener impacto en el comportamiento después de las elecciones. En Brasil tiene importancia Whatsapp y Telegram. Incluso, al inicio de la campaña, el Tribunal Superior Electoral indicó al CEO de Telegram, que si iba a seguir operando en Brasil debería tener un representante, pues no lo tenía.