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Al presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien se proclamó reelecto este domingo, no le preocupa que lo tachen de autoritario. En la cima de la popularidad, se describe como el “dictador cool” que rescató al país de las pandillas y le dio una verdadera democracia.
Este publicista milenial de 42 años, el presidente más popular de América Latina, según el ránking de la organización Latinobarómetro en 2023, dijo en la red social X haber arrasado en los comicios con más del 85 %, aunque aún se desconoce el resultado oficial.
“El Salvador jamás tuvo democracia, por primera vez en la historia (es ahora) que El Salvador tiene democracia, y no lo digo yo, lo dice el pueblo”, afirmó el domingo, al ser cuestionado por la prensa sobre si su gobierno sustituiría el sistema democrático por otro modelo.
A pedido suyo, el Congreso instauró en marzo de 2022 un régimen de excepción bajo el cual más de 75.000 presuntos pandilleros fueron detenidos. La cifra de homicidios cayó en picada.
Unos 7.000 inocentes han sido liberados. Organismos de derechos humanos denuncian arrestos arbitrarios, torturas o muertes en prisión. Como respuesta, Bukele los acusa de defender pandilleros.
La guerra antipandillas convirtió al “país más peligroso del mundo en el país más seguro del hemisferio occidental”, dijo el domingo el presidente, quien asegura que las pandillas mataron a por lo menos 120.000 personas desde el fin de la guerra civil en 1992.
A pesar de las acusaciones y la polémica, su fama ha sobrepasado fronteras y en otros países de la región saltan voces que piden “un Bukele” para frenar la delincuencia.
Acompañado de militares y policías, acudió en febrero de 2020 al Congreso, dominado por la oposición, para presionar por un crédito para su política de seguridad.
Al año siguiente obtuvo una abrumadora mayoría parlamentaria, que le permitió destituir al fiscal y a los magistrados de la Sala Constitucional que más tarde habilitaron su candidatura a la reelección, prohibida por la Constitución.
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El culto a Bukele
De pelo engominado y barba cuidadosamente recortada, suele vestir jersey ajustado. Nunca corbata. Tampoco hace discursos grandilocuentes, pero cuida la escena para imágenes estilo postal.
En circunstancias apremiantes Bukele ha reaccionado con vigor: cuando las pandillas corrieron el rumor de que iban a matar gente al azar en respuesta a la represión, amenazó con dejar sin comida a los pandilleros presos.
Popularizó la frase “el dinero alcanza cuando nadie roba”, pero sus adversarios le critican que no rinde cuentas a nadie.
Desde antes de ser presidente catapultó su imagen a través de las redes sociales, en las que suele escribir en inglés.
Hace importantes anuncios vía X, en la que se autodenomina “Philosopher king” (rey filósofo) y se burla de sus críticos.
“Un fenómeno de culto que se instaló en el país”, gracias a su maquinaria mediática en redes sociales, resume el director de Investigaciones de la Universidad Francisco Gavidia, Óscar Picardo.
Sin embargo, no ha logrado que los salvadoreños usen masivamente el bitcóin, que su gobierno introdujo como moneda de curso legal en 2021, a la par con el dólar.
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“Class terrorist”
Nació el 24 de julio de 1981 en San Salvador. Es hijo del químico industrial y representante de la comunidad palestina Armando Bukele (fallecido en 2015) y de Olga Ortez.
De niño “siempre se le miraba sonriente, nunca se le vio desesperado”, cuenta a la AFP la arquitecta Marleny Carranza, quien trabajó en las empresas de los Bukele.
“Era un estudiante regular”, aseguró a la AFP Óscar Picardo, quien fue su maestro en la secundaria.
Desde entonces ya mostraba su estilo sarcástico. En el anuario escolar se describió: “Class terrorist” (terrorista de clase).
Estudió derecho en la Universidad Centroamericana, pero no se graduó, y optó por trabajar desde los 18 años en una agencia de publicidad de su padre que le hacía las campañas al izquierdista Frente Farabundo Martí (FMLN, exguerrilla).
Por esos años, también fue administrador de una discoteca en San Salvador. Inició su carrera política en 2012 y bajo la bandera del FMLN fue alcalde del poblado de Nuevo Cuscatlán y de la capital salvadoreña de 2015 a 2018.
Tras un incidente con una concejal, fue expulsado del FMLN en 2017. “No me considero ni de derecha ni izquierda”, dice ahora Bukele.
Escaló a la cumbre del poder en 2019 al conectar con los jóvenes y los decepcionados de los dos partidos que se alternaban en el gobierno tras la guerra civil (1980-1992).
Poco tolerante a la crítica, tiene un pequeño círculo de confianza donde están sus hermanos Karim, Yusef y Ibrajim. En su gobierno incluyó a excompañeros de la escuela bilingüe donde estudió.
Contrajo matrimonio en 2014 con Gabriela Rodríguez, una psicóloga y bailarina de ballet, con quien tiene dos hijas, Layla y Aminah.
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