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En los dos años desde que Donald Trump obtuvo muchos más votos de lo que la mayoría de los republicanos habían logrado en el sur de Texas, la atención de todo el país se ha concentrado en los electores latinos de esa singular región que se extiende a lo largo de la frontera, donde la inmigración a gran escala ha amenazado a muchas comunidades de bajos ingresos y a menudo de una cultura conservadora.
Pero la realidad es que la mayor parte de la creciente población latina de Texas vive en otra parte, principalmente en las ciudades pujantes del estado. Ahí, en su mayoría, los residentes latinos se han mantenido leales al Partido Demócrata y le han brindado una base de apoyo, que será de suma importancia para las posibilidades que tenga el partido en las elecciones de medio mandato.
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Los demócratas están contando con que haya muchísima participación en ciudades como Houston, Dallas, Austin y San Antonio, sobre todo entre los electores jóvenes y los nuevos votantes, para que impulsen sus complicadas campañas en todo el estado con la eterna esperanza de ganar una de ellas.
Sin embargo, los republicanos confían en que los recientes triunfos que han tenido en zonas más rurales cerca de la frontera (que solían ser bastiones demócratas) se extiendan a la cuantiosa población latina urbana del estado.
“Por lo que he visto, aquí todos son demócratas”, comentó Dorothy Borjas, de 33 años, quien llegó a una casilla electoral en la zona oeste de San Antonio cuando esta semana pusieron en marcha las votaciones anticipadas en el estado. Iba con su hija de once años y llevaba puesta una camisa que decía “Volvamos demócrata a Texas”.
Pero movía la cabeza, decepcionada ante la ausencia de otras personas jóvenes en las casillas. Parecía que casi todos los electores eran mayores de cincuenta años. “Ansío lograr que a las personas de mi edad les entusiasme votar”, comentó.
Beto O’Rourke, excongresista demócrata de El Paso que está en una difícil campaña para derrocar al gobernador Greg Abbott, confía en que una maquinaria de participación más eficiente y candidatos como Rochelle Garza, abogada de la ciudad fronteriza de Brownsville que está contendiendo para procuradora general, mejoren los resultados de los demócratas. El mes pasado, O’Rourke y Garza celebraron un gran mitin en un barrio latino del norte de Houston.
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Los temas que encabezan la lista de los latinos que apoyan a los demócratas —sobre todo los de las mujeres— han sido los derechos de la mujer y el aborto, así como la necesidad de que exista un mayor control de las armas, a raíz del tiroteo en la escuela de Uvalde, en el cual perecieron 19 niños y dos maestras.
“Todavía ayer, las mujeres abordaron ese tema: ¿y qué van a hacer con respecto a las armas?”, comentó Sylvia García, representante de Houston, al hablar sobre una reunión de adultos mayores en su distrito, en el cual cerca de una tercera parte son latinos. “Les preocupan sus nietos”.
Al mismo tiempo, los electores latinos de ciudades texanas manifestaron muchas de las mismas inquietudes de otros residentes urbanos acerca de la delincuencia y el costo de vida cada vez más elevado, temas con los que, al parecer, les está yendo mejor este año a los republicanos, quienes tienen la esperanza de que esto ayude a atenuar lo que ha sido una ventaja cada vez mayor para los demócratas en las zonas urbanas.
Los republicanos siguen obteniendo triunfos importantes en esa zona y en todo el sur de Texas. Parece que el partido está preparado para ganar algunas o tal vez las tres contiendas tan reñidas para la Cámara de Representantes en esa región del estado de mayoría latina, la cual había sido controlada por los demócratas.
Qué tanto esos triunfos se conviertan en votos en las grandes ciudades podría ser muy determinante para el futuro de la política en Texas.Los electores latinos de las zonas urbanas fueron una base de apoyo muy importante para O’Rourke en 2018 cuando casi vence al senador Ted Cruz. Pero también lo fueron los electores del Valle de Río Grande. Esta vez, su equipo reconoció que no podía dar por sentado ningún segmento del electorado.
“Nosotros no somos un equipo que crea que ‘la población es el destino’”, señaló Jason Lee, subjefe de campaña de O’Rourke. “Hay que trabajar”.
La semana pasada, O’Rourke organizó seis eventos en un solo día en las casillas electorales de todo San Antonio con la intención de lograr que salieran a votar todos los partidarios que fuera posible.
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“Aquí nadie quiere a Abbott”, dijo con una sonrisa Velma Ortega, de setenta años, mientras votaba en San Antonio. “Apoyo ciento por ciento a Beto. Siempre con Beto”, y añadió: “A él nosotros le importamos”.
Muchos latinos de toda la ciudad afirmaron que sus ideas políticas habían cambiado cuando cambió la situación del país y la vida se había vuelto más difícil de ciertas maneras.
Columba Arellano, una estilista inmigrante jubilada de 74 años que llegó a San Antonio procedente de México cuando tenía 19 años, se considera “demócrata de corazón” y dijo que votó por Bill Clinton y Barack Obama, pero que cambió de bando cuando llegó Donald Trump. Comentó que le gustaba la iniciativa de Abbott de mandar a los migrantes en autobús desde la frontera a las ciudades demócratas del noreste. “Yo soy inmigrante”, afirmó. “Todos somos inmigrantes, pero me gustaría que más personas llegaran legalmente”. Añadió que votó por los candidatos que se oponían al aborto, mismo que ella consideraba “un asesinato”, aunque añadió que le gustaría que hubiera excepciones en los casos de violación e incesto, cosa que la ley de Texas no permite ahora.
Cuando Abbott, acompañado de su esposa, Cecilia, la primera dama latina de Texas, y muchos otros familiares de ella, celebró un mitin reciente en el barrio Beacon Hill de San Antonio, había muchos latinos entre la multitud.
“Vengo con mi familia”, les dijo Abbott a sus partidarios, quien está contendiendo por un tercer período. “A los latinos, africanos, estadounidenses, asiáticos, anglosajones, a todas las personas del estado nos importa una cosa… que es hacer que Texas siga siendo Texas”.
Algunos de quienes apoyan a Abbott mencionaron que él comparte las mismas prioridades de ellos. “Tenemos valores conservadores”, explicó Daniel Barajas, un jardinero de 26 años que se mudó a Austin procedente de Portland, Oregón. Comentó que le preocupaba que el fentanilo traspasara la frontera de México y que estaba en contra de las nuevas disposiciones de control de armas.
A O’Rourke le fue mejor con los posibles electores de las grandes áreas urbanas del estado de lo que le fue en el sur de Texas, con excepción de la zona metropolitana de San Antonio, donde, según las encuestas, Abbott iba a la cabeza. El sondeo reveló una gran ventaja para los demócratas entre los electores jóvenes y las mujeres latinas, mientras que los varones tenían solo una pequeña preferencia por O’Rourke sobre Abbott en la contienda por la gubernatura.
“Es lógico que el Partido Republicano promueva el argumento de que, por haber obtenido triunfos en algunas regiones, todo el conjunto del voto latino debe de estar cambiando”, señaló James Henson, director del Texas Politics Project de la Universidad de Texas, campus Austin. “Pero no hay muchas pruebas de ello”.
A Joe Gonzales, un fiscal de distrito progresista que está buscando su reelección en el condado de Bexar, donde se encuentra San Antonio, no pareció preocuparle. Señaló que fue elegido justamente porque los electores de la ciudad compartían sus ideas progresistas, que incluyen enfocarse más en los delincuentes violentos y menos en delincuentes de poca importancia, una política que muchos republicanos tachan de blanda con la delincuencia. “Los electores quieren a alguien que sea inteligente en el manejo de la delincuencia, no que sea duro con ella”, aseveró.
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No obstante, parece que algo está sucediendo entre los electores latinos incluso en las zonas urbanas, señaló Nelson Wolff, quien ha sido el máximo ejecutivo en el condado de Bexar durante más de veinte años. Desde que él recuerda, los demócratas han podido ganar cargos de elección popular en el condado con relativa facilidad, comentó. Sin embargo, ahora que Wolff se alista para retirarse, no está seguro de que esto vaya a seguir siendo así. Los candidatos demócratas como O’Rourke tienen un gran respaldo, pero Wolff afirmó que en fechas recientes había visto que cuanto más criticaba las políticas conservadoras de Abbott y Trump, más veía que algunos electores latinos no estaban de acuerdo con él. Aunque está seguro de que, por el momento, los demócratas cuentan con la zona de San Antonio, al igual que con otros núcleos urbanos de Texas, él se pregunta por cuánto tiempo más. “Ya veremos si estos jóvenes votan”, concluyó Wolff.
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