Habrá segunda vuelta en Guatemala: ¿quiénes compiten por la presidencia?
La etapa final de la carrera presidencial acaba de comenzar. Sandra Torres y Bernardo Arévalo, la gran sorpresa del escrutinio, resultaron ganadores de una jornada marcada por amenazas a jurados, denuncias de fraude y un marcado “voto de castigo” en las urnas. ¿Quiénes son y qué proponen?
La política es impredecible y más aún lo es la decisión del pueblo en el momento de votar. Tras seis meses de especulaciones y encuestas que pronosticaban el futuro político de Guatemala, el pasado domingo se definió que serán Sandra Torres y Bernardo Arévalo quienes disputen la presidencia de la economía más fuerte de Centroamérica.
En una jornada llena de irregularidades y denuncias, entre ellas que uno de cada cuatro votos fue anulado, Arévalo y Torres resultaron ganadores ante muchos otros candidatos que se mostraban más fuertes y apoyados en las encuestas. La victoria de Torres, ex primera dama de Guatemala, y de Arévalo, hijo del presidente derrocado Juan José Arévalo, deja fuera de juego a otros candidatos que según la prensa guatemalteca se mostraban más fuertes.
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Por ejemplo, Zury Ríos Montt, hija del dictador Efraín Ríos Montt y Edmond Mulet, que encabezaban la carrera presidencial, ahora tendrán que apelar a negociaciones y concesiones para participar en lo que Insight Crime denomina como “el carrusel” del sistema en Guatemala.
Tanto Torres como Arévalo son dos antiguos protagonistas en la arena política de Guatemala. Desde hace años, ambos candidatos han ocupado cargos de poder y el próximo 20 de agosto se conocerá por qué proyecto presidencial optarán los guatemaltecos: si escoger a la primera mujer en ocupar el Ejecutivo en la historia de Guatemala o decantarse por Arévalo, quien promete desempolvar las promesas que causaron que su padre Juan José fuese derrocado en 1954.
Torres: otro intento por llegar al poder
A sus 68 años, Sandra Torres ya ha intentado varias veces alcanzar la Presidencia de Guatemala sin éxito alguno. En 2003 se casó con Álvaro Colom, expresidente del país, y tan solo ocho años después se divorció de él para poder entrar en la carrera presidencial sin violar las leyes electorales. Colom, vale la pena recordar, fue uno de los mandatarios que respaldaron el trabajo de la Comisión contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), entidad que luchó contrala corrupción y llevó a juicio a tres exmandatarios por malversación de dineros públicos.
Su divorcio, aunque criticado, le dio vía libre para que al menos en las últimas dos elecciones presidenciales tuviese posibilidades de ser escogida en algún cargo de poder. Sin embargo, Torres, que alcanzó a entrar en la carrera por el poder, perdió en 2015 contra Jimmy Morales y nuevamente en 2019 contra Alejandro Giamattei, actual jefe de Estado y que debe abandonar el Ejecutivo en los próximos meses.
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Si bien su postulación terminó en derrota, Torres se convirtió en una abanderada de luchar contra la corrupción y destacar la tarea que, junto con Colom, realizó contra los robos del erario. Y es que mientras la CICIG funcionó en Guatemala, el organismo desarticuló 70 estructuras criminales, procesó 670 personas y se calcula que logró recuperar cerca de US$160 millones malversados.
En 2002, Torres se licenció en comunicación y a partir de entonces tiene experiencia en el sector textil guatemalteco, lo que también le ha valido como estrategia de campaña. “Recuérdense que las mujeres somos buenas administradoras. Estiramos el dinero para que alcance en el hogar y yo lo voy a estirar para que alcance en el gobierno”, dice la mujer de 67 años.
Pero las propuestas de Torres no se detienen únicamente en combatir la corrupción, sino enfrentar el crimen y la ilegalidad en las calles. Antes de las votaciones del pasado domingo la candidata dejó claro que quiere imitar una estrategia similar a la que Nayib Bukele creo para El Salvador.
Por ejemplo, mencionó que el “método Bukele” ha tenido buenos resultados en el país vecino, por lo que propone construir cuatro megacárceles que estén intervenidas por actores estatales y miembros del Ejército. En su defensa, Torres explica que esta política de seguridad se debe implementar para “acabar con el flagelo de los homicidios, asesinatos y extorsiones”.
Como cabeza del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Torres es la abanderada de la centroderecha para llegar a la Presidencia. Sin embargo, en su pasado político y judicial también está una captura que las autoridades ordenaron contra Torres en 2019 por supuesta financiación ilegal y asociación ilícita del partido. Meses después de su detención se cerró el expediente y Torres fue liberada por no haber suficientes elementos que probaran su culpabilidad.
Torres asegura que su gran reto es el antivoto de Guatemala, es decir, más del 41,1 % del país que según el diario Prensa Libre, no asistieron a los comicios el domingo pasado.
Arévalo, 70 años de recuerdos
Bernardo Arévalo tiene sobre la mesa el arma de la historia. Hijo del presidente Juan José Arévalo, el candidato presidencial promete revivir en Guatemala varias de las políticas de su padre, entre ellas mejorar la legislación laboral, instalar una cultura democrática o incluso legislar para que los ciudadanos tengan acceso a seguridad social.
Sobre sus espaldas recae el legado de su padre, quien se convirtió en el primer presidente democrático después de décadas dictatoriales y poner fin a los 13 años del caudillo Jorge Ubico, un admirador de Hitler que sometió a trabajo forzado a los indígenas mayas.
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Sin embargo, Arévalo también tiene varios años de experiencia en la contienda política. Sociólogo de profesión, el candidato recibió los votos necesarios para quedarse con el segundo puesto en los escrutinios.
Nació en Montevideo, Uruguay, en 1958, debido al exilio de su padre en Sudamérica y Francia luego que fuera derrocado Jacobo Árbenz en 1954 por una invasión fraguada por Estados Unidos.
Tiene 64 años y vivió en Francia y México. Llegó a Guatemala a los 15 años. Fue vicecanciller y embajador en España entre 1995 y 1996.
Durante la campaña electoral, como candidato del movimiento Semilla, prometió seguir los pasos de su padre para mejorar la educación, reducir la violencia y la pobreza que afecta al 59 % de los 17,6 millones de guatemaltecos.
Arévalo, que compite por primera vez a la presidencia, ha dicho que no legalizará el aborto libre (la legislación actual lo permite solo cuando está en peligro la vida de la mujer) y tampoco el matrimonio igualitario, pero no permitirá la discriminación ni estigmatización por género ni religión.
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La política es impredecible y más aún lo es la decisión del pueblo en el momento de votar. Tras seis meses de especulaciones y encuestas que pronosticaban el futuro político de Guatemala, el pasado domingo se definió que serán Sandra Torres y Bernardo Arévalo quienes disputen la presidencia de la economía más fuerte de Centroamérica.
En una jornada llena de irregularidades y denuncias, entre ellas que uno de cada cuatro votos fue anulado, Arévalo y Torres resultaron ganadores ante muchos otros candidatos que se mostraban más fuertes y apoyados en las encuestas. La victoria de Torres, ex primera dama de Guatemala, y de Arévalo, hijo del presidente derrocado Juan José Arévalo, deja fuera de juego a otros candidatos que según la prensa guatemalteca se mostraban más fuertes.
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Tanto Torres como Arévalo son dos antiguos protagonistas en la arena política de Guatemala. Desde hace años, ambos candidatos han ocupado cargos de poder y el próximo 20 de agosto se conocerá por qué proyecto presidencial optarán los guatemaltecos: si escoger a la primera mujer en ocupar el Ejecutivo en la historia de Guatemala o decantarse por Arévalo, quien promete desempolvar las promesas que causaron que su padre Juan José fuese derrocado en 1954.
Torres: otro intento por llegar al poder
A sus 68 años, Sandra Torres ya ha intentado varias veces alcanzar la Presidencia de Guatemala sin éxito alguno. En 2003 se casó con Álvaro Colom, expresidente del país, y tan solo ocho años después se divorció de él para poder entrar en la carrera presidencial sin violar las leyes electorales. Colom, vale la pena recordar, fue uno de los mandatarios que respaldaron el trabajo de la Comisión contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), entidad que luchó contrala corrupción y llevó a juicio a tres exmandatarios por malversación de dineros públicos.
Su divorcio, aunque criticado, le dio vía libre para que al menos en las últimas dos elecciones presidenciales tuviese posibilidades de ser escogida en algún cargo de poder. Sin embargo, Torres, que alcanzó a entrar en la carrera por el poder, perdió en 2015 contra Jimmy Morales y nuevamente en 2019 contra Alejandro Giamattei, actual jefe de Estado y que debe abandonar el Ejecutivo en los próximos meses.
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Si bien su postulación terminó en derrota, Torres se convirtió en una abanderada de luchar contra la corrupción y destacar la tarea que, junto con Colom, realizó contra los robos del erario. Y es que mientras la CICIG funcionó en Guatemala, el organismo desarticuló 70 estructuras criminales, procesó 670 personas y se calcula que logró recuperar cerca de US$160 millones malversados.
En 2002, Torres se licenció en comunicación y a partir de entonces tiene experiencia en el sector textil guatemalteco, lo que también le ha valido como estrategia de campaña. “Recuérdense que las mujeres somos buenas administradoras. Estiramos el dinero para que alcance en el hogar y yo lo voy a estirar para que alcance en el gobierno”, dice la mujer de 67 años.
Pero las propuestas de Torres no se detienen únicamente en combatir la corrupción, sino enfrentar el crimen y la ilegalidad en las calles. Antes de las votaciones del pasado domingo la candidata dejó claro que quiere imitar una estrategia similar a la que Nayib Bukele creo para El Salvador.
Por ejemplo, mencionó que el “método Bukele” ha tenido buenos resultados en el país vecino, por lo que propone construir cuatro megacárceles que estén intervenidas por actores estatales y miembros del Ejército. En su defensa, Torres explica que esta política de seguridad se debe implementar para “acabar con el flagelo de los homicidios, asesinatos y extorsiones”.
Como cabeza del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Torres es la abanderada de la centroderecha para llegar a la Presidencia. Sin embargo, en su pasado político y judicial también está una captura que las autoridades ordenaron contra Torres en 2019 por supuesta financiación ilegal y asociación ilícita del partido. Meses después de su detención se cerró el expediente y Torres fue liberada por no haber suficientes elementos que probaran su culpabilidad.
Torres asegura que su gran reto es el antivoto de Guatemala, es decir, más del 41,1 % del país que según el diario Prensa Libre, no asistieron a los comicios el domingo pasado.
Arévalo, 70 años de recuerdos
Bernardo Arévalo tiene sobre la mesa el arma de la historia. Hijo del presidente Juan José Arévalo, el candidato presidencial promete revivir en Guatemala varias de las políticas de su padre, entre ellas mejorar la legislación laboral, instalar una cultura democrática o incluso legislar para que los ciudadanos tengan acceso a seguridad social.
Sobre sus espaldas recae el legado de su padre, quien se convirtió en el primer presidente democrático después de décadas dictatoriales y poner fin a los 13 años del caudillo Jorge Ubico, un admirador de Hitler que sometió a trabajo forzado a los indígenas mayas.
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Sin embargo, Arévalo también tiene varios años de experiencia en la contienda política. Sociólogo de profesión, el candidato recibió los votos necesarios para quedarse con el segundo puesto en los escrutinios.
Nació en Montevideo, Uruguay, en 1958, debido al exilio de su padre en Sudamérica y Francia luego que fuera derrocado Jacobo Árbenz en 1954 por una invasión fraguada por Estados Unidos.
Tiene 64 años y vivió en Francia y México. Llegó a Guatemala a los 15 años. Fue vicecanciller y embajador en España entre 1995 y 1996.
Durante la campaña electoral, como candidato del movimiento Semilla, prometió seguir los pasos de su padre para mejorar la educación, reducir la violencia y la pobreza que afecta al 59 % de los 17,6 millones de guatemaltecos.
Arévalo, que compite por primera vez a la presidencia, ha dicho que no legalizará el aborto libre (la legislación actual lo permite solo cuando está en peligro la vida de la mujer) y tampoco el matrimonio igualitario, pero no permitirá la discriminación ni estigmatización por género ni religión.
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