Elecciones legislativas en Estados Unidos: al filo de la democracia
La coyuntura económica le ha costado popularidad a Biden y, posiblemente, asegure una mayoría republicana en la Cámara de Representantes. La democracia está en riesgo.
José David Escobar Franco
Este martes se llevan a cabo las elecciones intermedias de Estados Unidos. Se elegirá a un tercio de los miembros del Senado, cuya elección es cada seis años, y los 435 miembros de la Cámara de Representantes, electos cada dos años. Está en juego el control del presidente sobre el Congreso y, con ello, la implementación de la agenda del gobierno para los dos años restantes de su mandato. Si la Cámara de Representantes pasa a una conformación mayoritariamente republicana, el presidente Joe Biden, del Partido Demócrata, tendría pocas posibilidades de que se aprueben sus iniciativas y quizás enfrentaría la avalancha de investigaciones que los republicanos quieren impulsar sobre su administración.
Este escenario parece el más posible: los republicanos solo necesitan ganar cinco escaños para asumir la mayoría en la cámara de 435 miembros. Aunque es una situación preocupante para cualquier presidente, en realidad es normal: el partido en el poder suele perder la mayoría en la Cámara a la mitad del mandato presidencial, cuya duración es de cuatro años. Así le ocurrió al republicano George Bush en 2006, al demócrata Barack Obama en 2010 y de nuevo al republicano Donald Trump en 2018.
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Sin embargo, según Joe Biden, hay algo más en juego: la democracia misma. Una semana antes de las legislativas, el presidente habló en la Convención Nacional Demócrata y afirmó que el expresidente Donald Trump y sus candidatos ungidos, que se rehúsan a reconocer la derrota en las elecciones presidenciales de 2020, amenazan la tradición democrática.
El presidente comenzó su discurso comentando el episodio reciente en el que un seguidor de Trump, quien difundía teorías conspirativas sobre las elecciones de 2020, ingresó violentamente a la casa de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y atacó a Paul Pelosi, esposo de la parlamentaria. “¿Dónde está Nancy?, ¿dónde está Nancy?”, preguntaba el agresor. Eso mismo preguntaban quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, recordó el presidente. Ese día, una turba de manifestantes, aupados por Trump, irrumpieron en la sede del Legislativo e intentaron impedir el acto protocolar en el que se hacía oficial el resultado electoral.
No es la primera vez que el presidente advierte de los riesgos que corre la democracia. Biden, incluso, ha llegado a calificar la ideología de Trump de “semifascista”. Al paso salió Mitch McConnell, líder de los republicanos en el Senado, quien trinó que esa retórica era un “acto desesperado” de Biden para ocultar su impopularidad bajo la tesis de que “la democracia solo funciona si gana su partido”.
“Es la economía, estúpido”
De acuerdo con la encuesta de Reuters-Ipsos, realizada del 31 de octubre al 3 de noviembre, menos de la mitad de los estadounidenses (40 %) aprueban la gestión de Biden. La encuesta registró que el 69 % de los estadounidenses creen que el país está en el camino equivocado y que, para la mayoría de los votantes, el asunto que más preocupa es la economía. Aunque recientemente ha disminuido el desempleo, la inflación sigue disparada. Esto llevó a la Reserva Federal a implementar medidas contundentes, como subir cuatro veces consecutivas los tipos de interés.
La economía es una preocupación muy por encima del crimen, el medio ambiente, la migración y el aborto, cuya legalidad a escala nacional fue revocada en junio de 2022. Aunque los demócratas han impulsado proyectos de ley relacionados con clima y seguridad social que, esperan, disminuirán la inflación, los republicanos han insistido en que el país enfrenta un alto riesgo de recesión.
El riesgo es real
Nicolás Devia Valbuena, internacionalista y experto en Estados Unidos, afirma que la ansiedad por la inflación ha sido bandera electoral de los republicanos, a quienes el público estadounidense suele creerles más cuando se trata de economía. Esto ha sido suficiente para distraer a los norteamericanos frente al riesgo real que enfrenta la democracia. Aun cuando Biden ha capitalizado ese discurso en términos electorales, hay más razones para preocuparse.
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“La pregunta que nos hacíamos los analistas tras la insurrección del 6 de enero era si ese era el límite del Partido Republicano en cuanto a su tolerancia hacia Trump, pero no lo era”, afirma Devia. En efecto, incluso luego de que sus vidas estuvieron en riesgo, 147 congresistas republicanos votaron para no certificar la elección de Biden. “Ahora, la mayoría de los candidatos republicanos apoyan teorías de la conspiración y descreen del sistema electoral”, prosigue. A eso se suma el reciente hallazgo de la encuesta del Instituto Marista de Opinión Pública: solo el 39 % de los votantes republicanos están dispuestos a decir que su candidato definitivamente debería conceder el resultado de una elección en la que no ganen, en contraste con el 64 % de los demócratas y un 54 % de los independientes que tienen esa misma posición.
Trump no ha dejado de insistir en su tesis infundada de que “se robaron las elecciones” y aquellos republicanos que no van en esa línea han perdido apoyo político. Tal fue el caso de la congresista republicana Liz Cheney, quien ha sido vicepresidenta del comité del 6 de enero, un grupo de miembros de la Cámara de Representantes que ha investigado la participación de Donald Trump en la insurrección. Por su señalamiento contra el expresidente, Cheney perdió la nominación republicana a la Cámara de Representantes por Wyoming ante Harriet Hageman, quien es trumpista.
“Si la Cámara pasa a ser de mayoría republicana, probablemente lo primero que hagan sea cerrar el comité del 6 de enero”, afirma Devia con preocupación. Para él, esto sería “asegurar la impunidad de Trump y sus seguidores”. En ese sentido, las implicaciones irían más allá de Estados Unidos. “Que se pase por encima una democracia contemplada a escala mundial como un ejemplo de estabilidad puede inspirar a otros autócratas a hacer lo mismo”.
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Este martes se llevan a cabo las elecciones intermedias de Estados Unidos. Se elegirá a un tercio de los miembros del Senado, cuya elección es cada seis años, y los 435 miembros de la Cámara de Representantes, electos cada dos años. Está en juego el control del presidente sobre el Congreso y, con ello, la implementación de la agenda del gobierno para los dos años restantes de su mandato. Si la Cámara de Representantes pasa a una conformación mayoritariamente republicana, el presidente Joe Biden, del Partido Demócrata, tendría pocas posibilidades de que se aprueben sus iniciativas y quizás enfrentaría la avalancha de investigaciones que los republicanos quieren impulsar sobre su administración.
Este escenario parece el más posible: los republicanos solo necesitan ganar cinco escaños para asumir la mayoría en la cámara de 435 miembros. Aunque es una situación preocupante para cualquier presidente, en realidad es normal: el partido en el poder suele perder la mayoría en la Cámara a la mitad del mandato presidencial, cuya duración es de cuatro años. Así le ocurrió al republicano George Bush en 2006, al demócrata Barack Obama en 2010 y de nuevo al republicano Donald Trump en 2018.
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Sin embargo, según Joe Biden, hay algo más en juego: la democracia misma. Una semana antes de las legislativas, el presidente habló en la Convención Nacional Demócrata y afirmó que el expresidente Donald Trump y sus candidatos ungidos, que se rehúsan a reconocer la derrota en las elecciones presidenciales de 2020, amenazan la tradición democrática.
El presidente comenzó su discurso comentando el episodio reciente en el que un seguidor de Trump, quien difundía teorías conspirativas sobre las elecciones de 2020, ingresó violentamente a la casa de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y atacó a Paul Pelosi, esposo de la parlamentaria. “¿Dónde está Nancy?, ¿dónde está Nancy?”, preguntaba el agresor. Eso mismo preguntaban quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, recordó el presidente. Ese día, una turba de manifestantes, aupados por Trump, irrumpieron en la sede del Legislativo e intentaron impedir el acto protocolar en el que se hacía oficial el resultado electoral.
No es la primera vez que el presidente advierte de los riesgos que corre la democracia. Biden, incluso, ha llegado a calificar la ideología de Trump de “semifascista”. Al paso salió Mitch McConnell, líder de los republicanos en el Senado, quien trinó que esa retórica era un “acto desesperado” de Biden para ocultar su impopularidad bajo la tesis de que “la democracia solo funciona si gana su partido”.
“Es la economía, estúpido”
De acuerdo con la encuesta de Reuters-Ipsos, realizada del 31 de octubre al 3 de noviembre, menos de la mitad de los estadounidenses (40 %) aprueban la gestión de Biden. La encuesta registró que el 69 % de los estadounidenses creen que el país está en el camino equivocado y que, para la mayoría de los votantes, el asunto que más preocupa es la economía. Aunque recientemente ha disminuido el desempleo, la inflación sigue disparada. Esto llevó a la Reserva Federal a implementar medidas contundentes, como subir cuatro veces consecutivas los tipos de interés.
La economía es una preocupación muy por encima del crimen, el medio ambiente, la migración y el aborto, cuya legalidad a escala nacional fue revocada en junio de 2022. Aunque los demócratas han impulsado proyectos de ley relacionados con clima y seguridad social que, esperan, disminuirán la inflación, los republicanos han insistido en que el país enfrenta un alto riesgo de recesión.
El riesgo es real
Nicolás Devia Valbuena, internacionalista y experto en Estados Unidos, afirma que la ansiedad por la inflación ha sido bandera electoral de los republicanos, a quienes el público estadounidense suele creerles más cuando se trata de economía. Esto ha sido suficiente para distraer a los norteamericanos frente al riesgo real que enfrenta la democracia. Aun cuando Biden ha capitalizado ese discurso en términos electorales, hay más razones para preocuparse.
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“La pregunta que nos hacíamos los analistas tras la insurrección del 6 de enero era si ese era el límite del Partido Republicano en cuanto a su tolerancia hacia Trump, pero no lo era”, afirma Devia. En efecto, incluso luego de que sus vidas estuvieron en riesgo, 147 congresistas republicanos votaron para no certificar la elección de Biden. “Ahora, la mayoría de los candidatos republicanos apoyan teorías de la conspiración y descreen del sistema electoral”, prosigue. A eso se suma el reciente hallazgo de la encuesta del Instituto Marista de Opinión Pública: solo el 39 % de los votantes republicanos están dispuestos a decir que su candidato definitivamente debería conceder el resultado de una elección en la que no ganen, en contraste con el 64 % de los demócratas y un 54 % de los independientes que tienen esa misma posición.
Trump no ha dejado de insistir en su tesis infundada de que “se robaron las elecciones” y aquellos republicanos que no van en esa línea han perdido apoyo político. Tal fue el caso de la congresista republicana Liz Cheney, quien ha sido vicepresidenta del comité del 6 de enero, un grupo de miembros de la Cámara de Representantes que ha investigado la participación de Donald Trump en la insurrección. Por su señalamiento contra el expresidente, Cheney perdió la nominación republicana a la Cámara de Representantes por Wyoming ante Harriet Hageman, quien es trumpista.
“Si la Cámara pasa a ser de mayoría republicana, probablemente lo primero que hagan sea cerrar el comité del 6 de enero”, afirma Devia con preocupación. Para él, esto sería “asegurar la impunidad de Trump y sus seguidores”. En ese sentido, las implicaciones irían más allá de Estados Unidos. “Que se pase por encima una democracia contemplada a escala mundial como un ejemplo de estabilidad puede inspirar a otros autócratas a hacer lo mismo”.
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