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Tener un trabajo formal puede mejorar la calidad de vida de cualquier persona, particularmente de poblaciones vulnerables, como la migrante o la refugiada, pero además puede significar aportes y mejorías para las empresas. En esto coincidieron las participantes del evento “¿Por qué las empresas le apuestan a contratar migrantes?”, organizado por El Espectador y Mercy Corps el pasado 18 de mayo.
Por un lado, tener ingresos estables y acceso a seguridad social ha repercutido positivamente en la vida de personas como Yéferson Faraco, trabajador back end office del call center de Claro. En diálogo con este diario, contó que el hecho de que él y su mamá tengan acceso a la salud le ha dado tranquilidad y que la estabilidad de un trabajo “con todas las de la ley” le permitió ayudar a parte de su familia que todavía permanecía en Venezuela.
Según una de las participantes en el evento, María Consuelo Castro, gerente de Sostenibilidad de Claro, desde 2019 la empresa diseñó “la ruta de inclusión laboral y social para que personas en situación de vulnerabilidad (migrantes, retornados, binacionales, mujeres cabeza de hogar, víctimas de conflicto y jóvenes) tengan oportunidades para acceder a un empleo formal a través de nuestras empresas aliadas, proveedoras y distribuidoras”. Es el caso de Yéferson (quien antes se empleó informalmente como domiciliario, mesero, entre otras ocupaciones) y casi 500 personas más.
Natalia Guerra, directora de Asuntos Públicos de Telefónica Movistar en Colombia, quien también participó en el evento, destacó que la población migrante (que compone el 0,5 % del personal de la compañía) aporta diversidad y, por ende, creatividad e innovación en las organizaciones. “Hay recorridos, puntos de vista e ideas distintas, que por razones culturales las vivencias de cada persona pueden ser muy diferentes y con el equipo multicultural se produce una lluvia de ideas diversas y una perspectiva amplia, que es muy útil en el entorno laboral”, señala.
“Venimos a aportar y no a competir, porque el talento colombiano ya es maravilloso”, dice Ana Cristina Sanz, business partner en Telefónica, un área relacionada con los recursos humanos. Como ella lo resalta, su historia está construida sobre la base de la migración: es hija de padres españoles y casada con un colombiano, con quien, junto a sus hijos, vive en el país desde hace ocho años. Ella y Yéferson coinciden en el sentimiento de gratitud con Colombia y por la oportunidad de un trabajo estable y formal.
Su experiencia, lastimosamente, es distinta de la de más del 80 % de la población migrante que trabaja en Colombia con un contrato verbal: casi el 50 %, además gana menos del salario mínimo, de acuerdo con cifras del DANE. Los números evidencian que estas personas trabajan más horas, pero reciben menor remuneración que sus pares colombianos.
Para promover y facilitar la empleabilidad formal de la población migrante existen entidades como Mercy Corps, que prestan asesoría tanto a empresas (en la parte legal, de contratación, etc., con apoyo especial para las pequeñas y medianas empresas) como a personas en busca de una oportunidad laboral formal (tanto migrantes como jóvenes colombianos en situación vulnerable), en Antioquia y Bolívar, a través de los programas “Avanzando el futuro”, financiado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, y “JovenPro”, financiado por la Fundación Hilton.
Según Érika Romero, consultora de empleabilidad de Mercy Corps, muchas veces estas oportunidades se truncan por desconocimiento o requisitos excesivos. La invitación que hace a las empresas es a “flexibilizar” algunas de esas exigencias en las convocatorias laborales, pues muchas veces se solicitan documentos o títulos convalidados y apostillados, lo que en situaciones de urgencia y crisis como la actual es difícil. Asimismo, comenta que en sus programas han contado con personas graduadas, técnicas y profesionales, que no se han podido siquiera postular para cargos operativos por incumplir ese tipo de requisitos.
Al igual que Guerra, menciona que la interculturalidad “enriquece” los procesos dentro de las organizaciones. Castro, por su parte, destaca que entre los beneficios que trae vincular a la población migrante con un enfoque de inclusión pueden estar la disminución de las tasas de rotación, mejor desempeño y cumplimiento de metas por parte de los beneficiarios y mayor sentido de pertenencia por las empresas, así como mejorar la “calidad de vida de la población vulnerable, garantizando el acceso a un empleo formal y a una fuente de ingresos estable y permanente”.
En definitiva, las panelistas hicieron un llamado a “perderle el miedo” a contratar población migrante. “No es que no haya empleo, es que tenemos que prepararnos, buscar y acceder a las oportunidades. No tengamos miedo de apoyar a los migrantes, porque son personas capacitadas, que tienen buena actitud y llegan para sumar y no para restar”, señaló, finalmente, Érika Romero.
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