En el Congreso de EE. UU., nada se mueve sin la bendición de Trump
El acuerdo migratorio que se trabajó en el Senado por ocho meses está muerto. La razón: no cuenta con el apoyo de Donald Trump, quien, según confesó un senador, no quiere que el problema se resuelva para que el presidente Joe Biden no tenga un éxito electoral.
Camilo Gómez Forero
Los líderes del Partido Republicano en la Cámara de Representantes de EE. UU. soltaron una bomba el domingo por la noche: el acuerdo bipartidista que se logró en el Senado, y que aborda la ayuda a Ucrania e Israel e introduce nuevas medidas para la frontera sur, no tiene ni una oportunidad de ser aprobado en el Congreso.
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Los líderes del Partido Republicano en la Cámara de Representantes de EE. UU. soltaron una bomba el domingo por la noche: el acuerdo bipartidista que se logró en el Senado, y que aborda la ayuda a Ucrania e Israel e introduce nuevas medidas para la frontera sur, no tiene ni una oportunidad de ser aprobado en el Congreso.
“Cualquier consideración de este proyecto de ley del Senado en su forma actual es una pérdida de tiempo. Está muerto antes de llegar a la Cámara. Alentamos al Senado de Estados Unidos a que lo rechace”, escribieron el lunes el presidente de la Cámara, Mike Johnson, y sus aliados, Tom Emmer, Steve Scalise y Elise Stefanik.
La amenaza tiene una clara razón de fondo: Donald Trump. Sin ostentar cargo alguno, más allá del título de expresidente, el republicano se ha consagrado como la figura más imponente de la política estadounidense, llegando a tener más influencia que el mismo presidente, Joe Biden. Nada se hace en el Congreso si no tiene su bendición. Y este proyecto, sencillamente, no la tiene.
“¡No sean estúpidos! Necesitamos un proyecto de ley de inmigración y fronteras separado. ¡No debería estar vinculado a la ayuda exterior de ninguna manera!”, dijo el expresidente el lunes, urgiendo a sus aliados republicanos en la Cámara a rechazar el acuerdo del Senado.
El mismo Trump ha explicado por qué: “Es un regalo para los demócratas y un deseo de muerte para el Partido Republicano”, escribió el expresidente. Pero no se trata solo de un asunto político, sino sobre todo electoral. De la otra orilla, la Casa Blanca de Biden espera que el acuerdo se apruebe de inmediato, pues podría afectar positivamente la imagen del presidente en la muy pantanosa materia migratoria, en la que muchos lo han reprobado.
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¿Qué contiene el proyecto? El acuerdo fue elaborado por los senadores James Lankford (republicano de Oklahoma), Chris Murphy (demócrata de Connecticut) y Kyrsten Sinema (independiente de Arizona). Se tardaron unos ocho meses de negociaciones para llegar a un documento final de 370 páginas que, como lo dijo Trump, contiene en el mismo medidas de fondos adicionales para el exterior y cambios para la frontera, y este último es el aspecto más controvertido. Lo ha dicho el mismo Biden: es “un conjunto de reformas fronterizas más duras”.
Según los reportes preliminares, que ha podido analizar la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, se permitirían las expulsiones automáticas de solicitantes de asilo en la frontera sur cuando las detenciones en los puertos de entrada superen un promedio de 5.000 al día por una semana. Esta medida recuerda la escandalosa política del Título 42 de Trump. También limitaría el uso de la libertad condicional para liberar a inmigrantes en Estados Unidos.
El cambio trae un costo humano enorme, y no disuadirá la migración, como quedó demostrado con el fallido Título 42. Es por eso que el apoyo al documento por parte de la Casa Blanca ha traído una rebelión dentro del ala más progresista del Partido Demócrata, que se muestra iracundo por la posición del gobierno. Sin embargo, es un costo que Biden parece dispuesto a pagar a cambio de una mejora en sus indicadores de aprobación frente a este tema en estados que serán claves como Arizona.
“Hay que tomar decisiones basadas en lo que es correcto hacer. Y necesitamos una seguridad fronteriza más fuerte”, dijo el senador Mark Kelly, demócrata por Arizona.
Y este es precisamente el centro del descontento de Trump: si el acuerdo es aprobado, Biden podría obtener un impulso en un área donde el republicano es más popular. Es por eso que ha pedido con insistencia no darle “ese regalo”. Aunque el presidente Johnson ha negado que sea Trump quien toma las decisiones de la bancada republicana, los antecedentes son claros.
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Hace solo unos días, Politico informaba que el congresista Jason Smith (republicano por Missouri) llamó a Trump para que este dirigiera su propuesta de acuerdo fiscal bipartidista en diciembre. La razón de esto era asegurarse de que el expresidente no se iba a oponer a las medidas que había planteado en su paquete fiscal. En otras palabras, obtener su “bendición”. Y no hay que olvidar la influencia del expresidente en la elección de los dos últimos presidentes de la Cámara. Producto de esto último, queda la icónica foto en la que la representante Marjorie Taylor Greene (republicana por Georgia) pone a un colega a hablar con Trump en plena sesión.
Sobre el debate actual, el veterano senador Mitt Romney (republicano por Utah) confesó que “Trump ha indicado a los senadores que no quiere que resolvamos el problema en la frontera porque quiere echarle la culpa (de lo que pasa) a Biden”. Pero esta influencia también ha afectado a los republicanos, que han quedado divididos en dos bandos en ambas cámaras.
El senador Kevin Cramer (republicano por Dakota del Norte) ha dicho que “es desafortunado que no podamos, como senadores estadounidenses individuales, tomarnos el tiempo, el esfuerzo y la honestidad intelectual para estudiar algo por nuestra cuenta y tomar una decisión”. En ese mismo círculo se encuentra el representante Thom Tillis (republicano por Carolina del Norte) quien lamenta que sus colegas se resistan a desafiar a Trump, temiendo ganarse su odio y una campaña en su contra que los saque de sus escaños.
“No pretendan que el acuerdo (migratorio) no es sólido… (Si lo condenan) no están prestando atención o no están diciendo la verdad. Si quieren admitir que simplemente tienen miedo de decirle la verdad al presidente Trump, está bien”, dijo Tillis, según The New York Times.
La dura realidad es que, hoy por hoy, el Legislativo parece secuestrado por una figura que no ostenta cargo. Y, más increíble aún, que el Gobierno demócrata parece dispuesto a lo que sea para ganar popularidad. El debate migratorio, ya no es un asunto humanitario por resolver, sino uno electoral.
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