Esequibo: las implicaciones de despertar el nacionalismo entre Venezuela y Guyana
El gobierno de Maduro convocó a las urnas al pueblo para consultar sobre un asunto de la entraña más nacionalista venezolana. Corre el riesgo de remover pasiones que mal manejadas podrían jugarle en contra y, detrás de todo, está la incertidumbre sobre la influencia de este referendo en las elecciones presidenciales de 2024.
Hugo Santiago Caro
Para los guyaneses, la Guyana Esequiba comprende casi dos terceras partes de todo su territorio soberano. Sin embargo, para los venezolanos, el Esequibo forma parte de la Capitanía General de Venezuela en el momento de su independencia en 1810. Cada país le da un nombre, pero ambos sienten como propio esa extensión de 159.000 kilómetros cuadrados.
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Para los guyaneses, la Guyana Esequiba comprende casi dos terceras partes de todo su territorio soberano. Sin embargo, para los venezolanos, el Esequibo forma parte de la Capitanía General de Venezuela en el momento de su independencia en 1810. Cada país le da un nombre, pero ambos sienten como propio esa extensión de 159.000 kilómetros cuadrados.
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La reciente intervención de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que alertó a Venezuela el viernes sobre el “grave riesgo” de emprender nuevas acciones en la disputa y le solicitó no “agravar ni prolongar” el conflicto con respecto al referendo, es el último episodio de una larga contienda que se remonta al siglo XVIII entre Guyana y Venezuela.
“Este es un tema histórico. Recuerdo cuando era niña, cuando estaba en el colegio, que es uno de los temas principales que uno estudia. O sea, es parte del nacionalismo. Si le preguntan a cualquier persona, si me piden dibujar el mapa de Venezuela, he usado toda mi vida el mapa con la exclusión geográfica, que uno siempre la pinta con unas líneas y siempre la marca como una zona de reclamación”, afirma Nastassja Rojas, internacionalista, experta en derechos humanos y migración, y docente de la Universidad Javeriana.
Rojas remonta la falta de claridad sobre la soberanía del territorio a la época de la Colonia. Existen registros que adjudican este territorio a la capitanía de Venezuela, pero también fue un territorio que controló posteriormente la Corona británica en el asentamiento de las bases de lo que hoy es Guyana. De igual forma, hubo diferencias en los mapas y los límites que Venezuela y cada país perteneciente a la Gran Colombia trazaron al momento de su independencia y conformación como Estados.
En pleno vigor de la doctrina Monroe, que aseguraba que cualquier intervención europea en América sería vista como una agresión y daba a Estados Unidos el pie para intervenir, Venezuela acudió ante la potencia del continente para que se involucrara y mediara por ellos ante la Corona británica.
“Allí hay un primer acercamiento entre las partes a través de un método de resolución de conflictos que se ha usado históricamente: las dos partes representadas por otros van a negociar y allí es donde sale este famoso laudo arbitral de París. Estados Unidos, en representación de Venezuela, y, por otra parte, el Reino Unido, que va representando a su propia colonia, se supone que llegan a ciertos acuerdos con tema territorial”, afirma Rojas.
El laudo de París (1899) falló a favor de Reino Unido, concediendo soberanía sobre los casi 160.000 kilómetros de territorio, a pesar de que ellos esperaban tener control hasta cerca del río Orinoco. Este es el fallo que defiende hoy Guyana y espera sea tenido en cuenta en el proceso que adelanta la CIJ, el órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que también fue interventor en el proceso que adelantó Nicaragua contra Colombia por mar y territorio, que terminó con un último pleito a favor de Colombia en junio de este año. Sin embargo, Venezuela peleó de inmediato e históricamente ha alegado que el litigio tuvo vicios, al tiempo que no se sintieron realmente representados por Estados Unidos durante el proceso.
“El argumento de los gobiernos venezolanos ha sido que ese laudo tiene vicios y que, por tanto, como tiene vicios, es nulo. Por parte de Guyana, el argumento en este momento es que ese laudo para ellos no tiene ningún tipo de vicio y que Venezuela no ha logrado demostrar a lo largo de los años que tiene vicios y que, en consecuencia, sería válido”, explica Rojas sobre la base del alegato que ambas partes han adelantado ante la CIJ.
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El avance más significativo en el proceso, para Venezuela, se dio en 1962, cuando la ONU aceptó una demanda suya para revisar la validez del laudo. Todo esto terminó en el Acuerdo de Ginebra en 1966, que estableció la creación de “una comisión mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e írrito”. Venezuela sostiene firmemente la validez exclusiva de este acuerdo, insistiendo en que ambas partes deben resolver sus diferencias de manera pacífica mediante el diálogo. En cambio, para Guyana, este acuerdo simplemente establece que Venezuela debe demostrar los vicios del laudo, algo que hasta ahora señalan que no ha sido probado. Por lo tanto, Guyana insiste en que el precedente de París es la base que debe considerarse.
Desde lo firmado en Suiza, la comisión mixta se reunió 17 veces para discutir las posibles soluciones a esta disputa sin llegar a ningún acuerdo. El pacto también contempla que el secretario general de la ONU sería el encargado de decidir en el pleito si no se llega a un entendimiento. Es por esto que en 2018 Antonio Guterres, quien hoy ostenta el cargo, decidió en 2018 enviar la disputa a la CIJ para que tomara cartas en el asunto. La corte, por su parte, decidió que sí tiene competencia en el pleito.
Del lado venezolano el Esequibo es un factor de unión incluso por encima de las barreras irreconciliables que separan al chavismo de la oposición. Cuando se puso la responsabilidad sobre la CIJ, tanto el gobierno como la oposición saltaron a rechazar su jurisdicción apegándose al acuerdo de Ginebra, por el cual solo Guyana y ellos tenían que resolver la situación.
“Es fundamental que los venezolanos entendamos qué es lo que procede para defender nuestro derecho. En primer lugar, declarar la incompetencia de la Corte Internacional de Justicia para abocarse a esta controversia, ya que está fuera de su jurisdicción”, afirmó entonces María Corina Machado, hoy candidata por la oposición a las elecciones de 2024.
Machado ha resaltado también que durante la estadía de Hugo Chávez en el poder el reclamo por el Esequibo fue descuidado, lo mismo que en los primeros años de Maduro como gobernante.
“El chavismo estaba en una situación en la que buscaba apoyos internacionales en la OEA y Naciones Unidas, al tiempo de una preeminencia notable de gobiernos socialistas en Guyana, con los cuales sentían una afinidad ideológica. Al final el gran tema es que con el chavismo se perdió, digamos, se puso en juego toda la diplomacia venezolana frente a esto”, afirma Alejandro Martínez Ubieda, vicepresidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
No fue hasta ahora, en plena víspera electoral y con María Corina arrasando en las elecciones primarias de oposición, y con el proceso en la CIJ andando ya, que el Gobierno decidió enviar emisarios a La Haya (Países Bajos), para constituir su defensa, además de adelantar este domingo un referendo electoral para reunir el apoyo del pueblo. Algo que, para Martínez, puede ser el equivalente a abrir la caja de Pandora.
“Él (Maduro) debía haber ido a la Corte Internacional de Justicia y presentar una defensa que no hizo. Por momentos dice que eso no puede ir a la Corte Internacional de Justicia y después manda una persona tardíamente a la Corte (Delcy Rodríguez, su vicepresidenta), después de haber faltado a fases del juicio en la Corte. El referendo es un relanzamiento del tema politizado abiertamente, sobre la base de la necesidad de Maduro de buscar legitimidad, de buscar, de ampliar su ya precaria base de apoyo con un llamado nacionalista”, afirma Martínez, quien compara esta movida con la estrategia de los militares durante la dictadura en Argentina con el pleito con Reino Unido por las Malvinas en 1982.
A todo esto hay que agregarle que en 2015 ExxonMobil encontró zonas con alto potencial para explotación petrolera, lo que hace que la soberanía del Esequibo vaya más allá del sentimiento nacionalista y agregue un incentivo económico considerable.
El referendo convocado por el Gobierno plantea cinco preguntas a los venezolanos buscando aprobación, pero para Martínez, hay preguntas que están mal formuladas, partiendo de consultar a gente del común asuntos que comprenden temas de derecho internacional. “El objetivo es generar una movilización interna, tocar la fibra nacionalista, que es muy fácil de exaltar y muy peligrosa cuando se abre esa caja de Pandora. Tú no sabes hasta dónde será fácil cerrarla después”, afirma.
Por su parte, para la profesora Rojas, es importante destacar que más allá del problema de legitimidad interna que tiene Venezuela, ante los ojos del mundo sigue reflejando la imagen de un gobierno autoritario, además de que los papeles cambiaron. Guyana ahora es el Estado pequeño, sin el respaldo de Reino Unido, mientras que Venezuela lleva años consolidado como un Estado relevante en Latinoamérica.
La opositora Machado ha enfatizado en que el reclamo por el Esequibo siempre ha estado en la retina de los venezolanos. Sin embargo, cree que es mejor conformar “el mejor equipo con los expertos venezolanos en todo el mundo: historiadores, juristas, diplomáticos, militares, sin importar sus preferencias políticas, y crear un equipo que fortalezca nuestros argumentos y alivie todos los insumos para la defensa de Venezuela”.
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Hace unas semanas se llevó a cabo un simulacro que, según el ente electoral venezolano, rompió los récords de participación electoral, algo de lo que Martínez duda, pues no se revelaron cifras concretas, al igual que en jornadas del pasado. Con o sin consulta, los venezolanos ven como suyo el Esequibo y ese es el capital que planea ganar el Gobierno a pesar de que la consulta no sea vinculante. En otras palabras, planean buscar la aprobación de la gente para una labor que constitucionalmente les es obligatoria. En caso de no recibir ese respaldo, corren el riesgo de aumentar aún más su pérdida de legitimidad. También existe el temor de que, aprovechando una conmoción, Maduro tome la oportunidad para modificar el calendario electoral, que prevé elecciones en 2024.
En un sentido similar se pronunció el Partido Comunista de Venezuela, que cree que el referendo es una jugada del Gobierno “en su desespero por el creciente rechazo popular a su gestión neoliberal”. Por ello, según advirtieron en un comunicado, el chavismo “ha recurrido a la vieja estrategia” de “intentar insuflar sentimientos patrioteros y chovinistas a buena parte de la población a través de una millonaria campaña publicitaria”, con la que llaman a participar en la consulta de este domingo.
Al respecto, Martínez asegura que “todos esos valores del nacionalismo no se pueden ver de manera tan simplista; es peligroso. Las posibilidades que tiene Venezuela de reclamar ese territorio son ciertas, pero aquí no se busca recuperar ningún territorio. Puede ser una escaramuza militar que genere nacionalismo y que, además, permita eventualmente un estado de emergencia y, en consecuencia, una postergación de las elecciones. Maduro tiene una sola agenda: permanecer en el poder”.
Guyana también estudia esa alternativa, la tantea con apoyo de fuerzas extranjeras. En cualquiera de los dos casos, sería aumentar a niveles complicados la tensión en la zona. Todo dependerá del desarrollo del juicio en La Haya y de lo que pueda llegar a demostrar cada parte ante los jueces.
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