¿Está en peligro el legado de Rafael Correa?
Con el fin de su mandato, al trabajo de Correa en materia educativa le empezaron a salir lunares. Por su parte, algunos de sus funcionarios se las han tenido que ver con acusaciones de corrupción.
Mateo Guerrero Guerrero
Rafael Correa fue presidente de Ecuador durante diez años durante los cuales, su país se convirtió en el que más invierte en educación en la región, con un 2% del PIB.
Como parte de la “Revolución Ciudadana” que encabezó el exmandatario, también se estableció un sistema de clasificación que servía para medir la calidad de las universidades y que terminó con el cierre definitivo de 14 instituciones que no lograron pasar los requerimientos mínimos de calidad.
El balance al final de su mandato, que terminó hace apenas cuatro meses, era a todas luces positivo: “En el Ministerio de Educación, como en casi todos los demás, se puede repetir la expresión: “Se ha hecho mucho más que en cualquier otro gobierno, pero falta todavía mucho por hacer” decía en mayo un columnista de “El Telégrafo” que además reconocía que gracias a la administración de Correa los ecuatorianos gozaban de educación gratuita y con amplias mejoras en cuanto al acceso y la calidad.
(Le puede interesar: Rafael Correa: "Quieren inhabilitarme como a Lula")
En mayo, lo “mucho que quedaba por hacer” paso a manos del presidente Lenin Moreno, quien ocupó la vicepresidencia en el primero de los tres mandatos de Correa y, más adelante, pasó por varios cargos diplomáticos. Moreno llegó a la presidencia con la promesa de darle continuidad a la “Revolución Ciudadana” de su antecesor, pero pronto su posición conciliadora frente a las fuerzas que se opusieron al gobierno de Correa lo convirtió en su enemigo político.
“[La] estrategia de ‘diferenciarse’ no sólo es desleal, es mediocre”, dijo en julio y través de Twitter el expresidente Correa sobres su Sucesor. Entre tanto, Moreno que quedó electo en segunda vuelta con una diferencia porcentual de apenas el 2,32%, justifica su distanciamiento frente a Correa y su tono menos beligerante diciendo que era su deber reducir la polarización que había dejado 10 años de Correa en el poder: “Había que iniciar un proceso de reconciliación nacional, volver a hacer que se encuentren las personas que no coincidían ideológicamente”, le dijo en entrevista a la BBC.
Lo cierto es que con la llegada al poder de Lenin Moreno, al legado impecable de Correa en materia educativa le empezaron a aparecer lunares, del mismo modo en que funcionarios fieles durante su mandato, como el ahora vicepresidente Jorge Glass, se las han tenido que ver con acusaciones de corrupción.
-“La ciudad del Despacito”-
“Se fijan en lo que falta y no en lo que está hecho”, dijo Correa ante el auditorio que escuchaba los logros de su gestión en la Universidad Nacional, en Bogotá. Se refería a las fuertes criticas que ha recibido en los últimos días por lo que, hasta hace unos meses, era considerada “la joya” de sus políticas de educación.
Yachay es solo una de las cuatro universidades fundadas por Correa para cumplir con los rigurosos estándares de calidad que su gobierno impuso a la educación superior en Ecuador. La “Cidudad del Conocimiento”, como se dio a conocer se enfocaría en la ciencia y la tecnología además de ser el escenario de proyectos tan innovadores como una fábrica de carros eléctricos financiada por capitales chinos.
Sin embargo, la semana pasada la universidad llegó a los titulares no por la calidad o cantidad de su trabajo académico sino porque, en medio de una inspección realizada por el actual presidente, se encontró que sus instalaciones cuentan con cinco edificios abandonados desde hace un año por fallas estructurales y que necesitarían una inversión adicional de cerca de USD$50 millones para ser rehabilitados. A lo anterior se añaden problemas legales con las tierras en las que se construyó el proyecto, cuyo proceso de expropiación todavía no ha concluido.
Entre las soluciones que propuso la administración de Moreno para mantener a flote la universidad está la reducción de la nómina que, según Jorge Martínez, quien está a cargo del proyecto desde julio, contaba con “9 gerentes, 17 asesores de gerentes, 21 abogados y 14 comunicadores sociales”.
En su paso por Bogotá, Rafael Correa defendió el proyecto con los mismos argumentos con los que ha criticado a Moreno en el pasado. “Yo veo una contrarrevolución, un retorno a la mediocridad”, dijo el exmandatario en su conferencia y añadió: “En la visita del presidente a Yachay les prometió a los chicos una discoteca, no va a ser la ‘Ciudad del Conocimiento’ sino la ‘Ciudad del Despacito’. Hago el llamado al pueblo Ecuatoriano para que no permita que lo regresen al pasado.
Independientemente de la polémica por el estado de la universidad, la incomodidad que existe entre los miembros de la comunidad académica que trabaja en Yachay ya circulaba desde julio, gracias a la revista Science.
Según la publicación científica, Carlos Castillo-Chávez, el biólogo matemático mexicano que ocupa la rectora de Yachay desde mayo, le expresó a una colega mediante correo electrónico la desilusión frente al proyecto. Según él, la mayoría de los profesores que trabajaban en Yachay recibían más dinero del que merecían y se trataba, además, de profesionales que la mayoría de universidades de estadounidenses dedicadas a la investigación no contrataría, “este no es el ambiente que esperaba”, remata el profesor a quien ahora critican por los despidos masivos que ha tenido que implementar en medio de una política de austeridad.
-“La bestia del apocalipsis”-
“Cada semana [hay] un nuevo escándalo. La última cantinflada es que yo estaba usando una cámara de celular, tonterías, ¿no?”, le dijo Correa a un grupo de periodistas que se avalanzaron sobre él al final de su conferencia en la Universidad Nacional el pasado viernes. Se refería a la noticia difundida por la presa ecuatoriana, según la cual, el presidente Lenin Moreno había encontrado en su oficina con la que alguien podía espiarlo, desde la comodidad de su casa y través de un teléfono celular.
( Lea también:Lenin Moreno y Rafael Correa, ¿la versión ecuatoriana de Santos-Uribe?)
“Pasé de ser el mejor presidente de la historia a la bestia del apocalipsis”, se le escuchó decir al ex mandatario que últimamente no solo se enfrenta a las críticas a su gestión sino a la división que ha causado en su partido, Alianza País, por cuenta de sus enfrentamientos verbales con el presidente Moreno.
Uno de los casos más sonados es el del vicepresidente Jorge Glas, quien fue suspendido de sus funciones por criticar al presidente Moreno con los mismos argumentos que suele usar el expresidente Correa. Glas, por su parte, está siendo investigado por irregularidades en la atribución de contratos para exploración y explotación petrolera en la región amazónica de Ecuador y, adicionalmente, por su presunta participación en el capítulo ecuatoriano de la trama de corrupción continental auspiciada por la constructora brasilera Odebrecht.
“Hay mucha hipocresía”, dijo Correa al respecto en su paso por Bogotá, “ Odebrecht ocurrió en doce países pero parecería que solo en Ecuador […] lo utilizan políticamente para sacar ventaja”.
Frente a lo que describe como una “persecución terrible” y una “deslegitimación de todo lo que hacemos”, Correa anunció que está pensando en regresar de Bélgica, donde se radico desde el fin de su mandato, para volver a participar en política, esta vez impulsando una Asamblea Nacional Constituyente, una propuesta tan vaga como lo fue en un principio la que desembocó en la instalación de un suprapoder en Venezuela y con la que Correa buscaría redactar de nuevo la constitución que él mismo impulsó en 2008.
“Están aplicando el programa de la oposición pese a que nuestro programa fue el que ganó las urnas”, dice el exmandatario para justificar su propuesta, aunque el argumento solo parece tener sentido para quienes han pasado 10 años en el poder y parecen estar pasándolo muy mal a la hora de desprenderse de él.
Rafael Correa fue presidente de Ecuador durante diez años durante los cuales, su país se convirtió en el que más invierte en educación en la región, con un 2% del PIB.
Como parte de la “Revolución Ciudadana” que encabezó el exmandatario, también se estableció un sistema de clasificación que servía para medir la calidad de las universidades y que terminó con el cierre definitivo de 14 instituciones que no lograron pasar los requerimientos mínimos de calidad.
El balance al final de su mandato, que terminó hace apenas cuatro meses, era a todas luces positivo: “En el Ministerio de Educación, como en casi todos los demás, se puede repetir la expresión: “Se ha hecho mucho más que en cualquier otro gobierno, pero falta todavía mucho por hacer” decía en mayo un columnista de “El Telégrafo” que además reconocía que gracias a la administración de Correa los ecuatorianos gozaban de educación gratuita y con amplias mejoras en cuanto al acceso y la calidad.
(Le puede interesar: Rafael Correa: "Quieren inhabilitarme como a Lula")
En mayo, lo “mucho que quedaba por hacer” paso a manos del presidente Lenin Moreno, quien ocupó la vicepresidencia en el primero de los tres mandatos de Correa y, más adelante, pasó por varios cargos diplomáticos. Moreno llegó a la presidencia con la promesa de darle continuidad a la “Revolución Ciudadana” de su antecesor, pero pronto su posición conciliadora frente a las fuerzas que se opusieron al gobierno de Correa lo convirtió en su enemigo político.
“[La] estrategia de ‘diferenciarse’ no sólo es desleal, es mediocre”, dijo en julio y través de Twitter el expresidente Correa sobres su Sucesor. Entre tanto, Moreno que quedó electo en segunda vuelta con una diferencia porcentual de apenas el 2,32%, justifica su distanciamiento frente a Correa y su tono menos beligerante diciendo que era su deber reducir la polarización que había dejado 10 años de Correa en el poder: “Había que iniciar un proceso de reconciliación nacional, volver a hacer que se encuentren las personas que no coincidían ideológicamente”, le dijo en entrevista a la BBC.
Lo cierto es que con la llegada al poder de Lenin Moreno, al legado impecable de Correa en materia educativa le empezaron a aparecer lunares, del mismo modo en que funcionarios fieles durante su mandato, como el ahora vicepresidente Jorge Glass, se las han tenido que ver con acusaciones de corrupción.
-“La ciudad del Despacito”-
“Se fijan en lo que falta y no en lo que está hecho”, dijo Correa ante el auditorio que escuchaba los logros de su gestión en la Universidad Nacional, en Bogotá. Se refería a las fuertes criticas que ha recibido en los últimos días por lo que, hasta hace unos meses, era considerada “la joya” de sus políticas de educación.
Yachay es solo una de las cuatro universidades fundadas por Correa para cumplir con los rigurosos estándares de calidad que su gobierno impuso a la educación superior en Ecuador. La “Cidudad del Conocimiento”, como se dio a conocer se enfocaría en la ciencia y la tecnología además de ser el escenario de proyectos tan innovadores como una fábrica de carros eléctricos financiada por capitales chinos.
Sin embargo, la semana pasada la universidad llegó a los titulares no por la calidad o cantidad de su trabajo académico sino porque, en medio de una inspección realizada por el actual presidente, se encontró que sus instalaciones cuentan con cinco edificios abandonados desde hace un año por fallas estructurales y que necesitarían una inversión adicional de cerca de USD$50 millones para ser rehabilitados. A lo anterior se añaden problemas legales con las tierras en las que se construyó el proyecto, cuyo proceso de expropiación todavía no ha concluido.
Entre las soluciones que propuso la administración de Moreno para mantener a flote la universidad está la reducción de la nómina que, según Jorge Martínez, quien está a cargo del proyecto desde julio, contaba con “9 gerentes, 17 asesores de gerentes, 21 abogados y 14 comunicadores sociales”.
En su paso por Bogotá, Rafael Correa defendió el proyecto con los mismos argumentos con los que ha criticado a Moreno en el pasado. “Yo veo una contrarrevolución, un retorno a la mediocridad”, dijo el exmandatario en su conferencia y añadió: “En la visita del presidente a Yachay les prometió a los chicos una discoteca, no va a ser la ‘Ciudad del Conocimiento’ sino la ‘Ciudad del Despacito’. Hago el llamado al pueblo Ecuatoriano para que no permita que lo regresen al pasado.
Independientemente de la polémica por el estado de la universidad, la incomodidad que existe entre los miembros de la comunidad académica que trabaja en Yachay ya circulaba desde julio, gracias a la revista Science.
Según la publicación científica, Carlos Castillo-Chávez, el biólogo matemático mexicano que ocupa la rectora de Yachay desde mayo, le expresó a una colega mediante correo electrónico la desilusión frente al proyecto. Según él, la mayoría de los profesores que trabajaban en Yachay recibían más dinero del que merecían y se trataba, además, de profesionales que la mayoría de universidades de estadounidenses dedicadas a la investigación no contrataría, “este no es el ambiente que esperaba”, remata el profesor a quien ahora critican por los despidos masivos que ha tenido que implementar en medio de una política de austeridad.
-“La bestia del apocalipsis”-
“Cada semana [hay] un nuevo escándalo. La última cantinflada es que yo estaba usando una cámara de celular, tonterías, ¿no?”, le dijo Correa a un grupo de periodistas que se avalanzaron sobre él al final de su conferencia en la Universidad Nacional el pasado viernes. Se refería a la noticia difundida por la presa ecuatoriana, según la cual, el presidente Lenin Moreno había encontrado en su oficina con la que alguien podía espiarlo, desde la comodidad de su casa y través de un teléfono celular.
( Lea también:Lenin Moreno y Rafael Correa, ¿la versión ecuatoriana de Santos-Uribe?)
“Pasé de ser el mejor presidente de la historia a la bestia del apocalipsis”, se le escuchó decir al ex mandatario que últimamente no solo se enfrenta a las críticas a su gestión sino a la división que ha causado en su partido, Alianza País, por cuenta de sus enfrentamientos verbales con el presidente Moreno.
Uno de los casos más sonados es el del vicepresidente Jorge Glas, quien fue suspendido de sus funciones por criticar al presidente Moreno con los mismos argumentos que suele usar el expresidente Correa. Glas, por su parte, está siendo investigado por irregularidades en la atribución de contratos para exploración y explotación petrolera en la región amazónica de Ecuador y, adicionalmente, por su presunta participación en el capítulo ecuatoriano de la trama de corrupción continental auspiciada por la constructora brasilera Odebrecht.
“Hay mucha hipocresía”, dijo Correa al respecto en su paso por Bogotá, “ Odebrecht ocurrió en doce países pero parecería que solo en Ecuador […] lo utilizan políticamente para sacar ventaja”.
Frente a lo que describe como una “persecución terrible” y una “deslegitimación de todo lo que hacemos”, Correa anunció que está pensando en regresar de Bélgica, donde se radico desde el fin de su mandato, para volver a participar en política, esta vez impulsando una Asamblea Nacional Constituyente, una propuesta tan vaga como lo fue en un principio la que desembocó en la instalación de un suprapoder en Venezuela y con la que Correa buscaría redactar de nuevo la constitución que él mismo impulsó en 2008.
“Están aplicando el programa de la oposición pese a que nuestro programa fue el que ganó las urnas”, dice el exmandatario para justificar su propuesta, aunque el argumento solo parece tener sentido para quienes han pasado 10 años en el poder y parecen estar pasándolo muy mal a la hora de desprenderse de él.