El culpable de un ataque considerado el “Pearl Harbor digital” fue sentenciado este jueves a 40 años de cárcel en Estados Unidos. Joshua Adam Schulte, quien hizo parte de la CIA como ingeniero de sistemas, fue imputado en el 2022 de ocho cargos federales, que lo acusaban de hacer parte del mayor robo de información clasificada en la historia de la organización.
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De acuerdo con las pruebas presentadas en el juicio, Schulte trabajó como desarrollador de software en el Centro de Inteligencia Cibernética, encargada de ciberespionaje contra grupos terroristas y gobiernos extranjeros.
Los fiscales encargados en el caso lo acusaron de filtrar las herramientas Vault 7 de la CIA, que permiten interceptar teléfonos y usarlos como dispositivos de escucha. Además, Schulte compartió al menos 8.761 documentos con Wikileaks en el 2016, una de las mayores filtraciones de datos confidenciales, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Los fiscales aseguran que las acciones ilegales fueron motivadas por una disputa en su lugar de trabajo, relacionada con los plazos de entrega de tareas asignadas.
Cuando ocurrió la filtración de archivos clasificados por parte de Wikileaks en el 2017, el FBI entrevistó a Schulte en varias ocasiones, pero él negó haber participado. Las autoridades luego revisaron su apartamento, en el que encontraron “decenas de miles de imágenes de materiales de abuso sexual infantil”.
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Fue arrestado en el 2018 e incluso trató de transmitir más información mientras estaba tras las rejas. Aparentemente, ingresó un teléfono a la cárcel e intentó enviar información a un periodista sobre el Centro de Inteligencia Cibernética. Además, redactó publicaciones en Twitter sobre las herramientas cibernéticas que usaba la CIA bajo el nombre de Jason Bourne, un agente de inteligencia ficticio. Ese año, Schulte aseguró estar “librando una guerra de información” contra el gobierno estadounidense.
Más tarde, fue condenado en tres juicios fiscales separados en Nueva York que ocurrieron en el 2020, 2022 y 2023. Este jueves recibió la sentencia por cargos de espionaje, desacato a la justicia, declaraciones falsas al FBI, piratería informática y poseer imágenes de explotación infantil.
“Dañó inmediata y profundamente la capacidad de la CIA para recopilar inteligencia extranjera contra los adversarios de Estados Unidos; puso al personal, los programas y los activos de la CIA directamente en riesgo; y le costó a la CIA cientos de millones de dólares”, afirman los fiscales.
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