Este domingo Ecuador votará también por su futuro medioambiental
El pueblo ecuatoriano decidirá si se debe seguir perforando uno de los rincones con más biodiversidad de la Amazonía, el Parque Nacional Yasuní, o si mejor ese petróleo, fuente importante de recursos económicos, se queda bajo tierra.
Manuela Andreoni y Catrin Einhorn | The New York Times
“Estamos democratizando la política ambiental”, dijo uno de los activistas detrás de los esfuerzos de llevar a una consulta popular la actividad petrolera en uno de los lugares más biodiversos del mundo.
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“Estamos democratizando la política ambiental”, dijo uno de los activistas detrás de los esfuerzos de llevar a una consulta popular la actividad petrolera en uno de los lugares más biodiversos del mundo.
¿Ecuador debería seguir perforando uno de los rincones con más biodiversidad de la Amazonía? ¿O es mejor que ese petróleo se quede bajo tierra? El domingo, el pueblo ecuatoriano lo decidirá en una consulta popular vinculante, producto de una lucha de una década liderada por jóvenes activistas.
El mundo enfrenta crisis ecológicas paralelas: la del cambio climático y la del colapso de los ecosistemas, y la votación determinará a qué están dispuestos a renunciar los ciudadanos de un país para proteger al medioambiente.
El bloque de la selva que estará en la papeleta el domingo, comprendida en el Parque Nacional Yasuní, es uno de los lugares con más riqueza ecológica de la Tierra. También es el hogar de pueblos indígenas que no desean tener contacto con el exterior. La votación sucede cuando el planeta se derrite en medio de temperaturas extremas y los científicos advierten que la selva amazónica está peligrosamente cerca de un punto de inflexión que podría marcar su transformación en pastizales.
Sin embargo, el petróleo encabeza las exportaciones de Ecuador y el gobierno está impulsando seguir con las actividades petroleras. Según los cálculos oficiales, el país perderá 1200 millones de dólares en ingresos anuales si el petróleo se queda en el subsuelo.
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“Es histórico en el mundo”, dijo Pedro Bermeo, uno de los miembros fundadores de Yasunidos, el grupo detrás de la consulta. “Estamos democratizando la política ambiental”.
Las crisis políticas y de seguridad, que van empeorando, añaden a las tensiones que se viven en Ecuador. Las elecciones del domingo fueron convocadas en mayo luego de que el presidente Guillermo Lasso, quien se enfrentaba a un proceso de destitución, disolvió la Asamblea Nacional, algo que está dentro de sus facultades. Después, la semana pasada, uno de los principales candidatos presidenciales, Fernando Villavicencio, fue asesinado.
No está claro cómo afectará a la consulta popular la turbulencia política. Pero una encuesta reciente realizada por Comunicaliza, una encuestadora con sede en Quito, la capital, sugería que el 35 por ciento de los votantes desean poner fin a la perforación, 10 puntos porcentuales más de los que apoyan a la exportación petrolera. Muchos dijeron estar aún indecisos.
La votación es la culminación de una propuesta pionera de hace dos décadas. En ese entonces, Rafael Correa, el presidente de la época, intentó persuadir a los países ricos que le pagaran al suyo por mantener intacto ese campo petrolífero de Yasuní. Pedía 3600 millones de dólares, o la mitad del valor estimado de las reservas de petróleo.
Correa estuvo en campaña seis años, promoviendo la propuesta, pero no logró convencer a los países ricos de pagar. Pero sí persuadió a muchos jóvenes ecuatorianos. Cuando Correa anunció que la propuesta había fracasado y que procedería la perforación, muchos comenzaron a protestar.
Fue por aquellos días que Antonella Calle, entonces de 19 años, y otros jóvenes y ambientalistas, tomaron la decisión de seguir en la lucha como parte de una nueva organización de nombre Yasunidos.
Correa se burló de la oposición a las actividades petroleras. “Reúnen las firmas y vamos a la consulta popular y venceremos nuevamente, compatriotas”, dijo.
Yasunidos reclutó unos 1400 voluntarios para que fueran puerta a puerta por el país. En un torbellino de actividad de seis meses recolectaron más de 757.000 firmas, casi 200.000 más de las requeridas para dar pie a una consulta popular.
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Las encuestas en ese momento daban a entender que más del 90 % de los ecuatorianos habrían votado para dejar el petróleo en el subsuelo. Pero el gobierno de Correa integró un grupo de trabajo para validar las firmas y anuló más de la mitad de ellas. Incluso fueron invalidadas las firmas de Calle y de Bermeo, los activistas.
“Fue superduro el golpe”, dijo Calle. “Nos estaban diciendo a nosotros mentirosos”.
Así que Yasunidos se embarcó en una batalla legal de una década para llevar la consulta a los votantes. En mayo, finalmente, la Corte Nacional de Justicia ordenó al gobierno que incluyera la medida en la próxima votación.
La consulta popular también se sustenta en el trabajo de los grupos indígenas de Ecuador. Por ejemplo, en 2019, luego de una disputa en tribunales, una comunidad indígena waorani logró bloquear la explotación petrolera en sus tierras.
“La Madre Tierra no está esperando que la salvemos”, dijo Nemonte Nenquimo, una líder que impulsó ese esfuerzo. “La Madre Tierra espera que la respetemos”, y si no lo hacemos, advirtió, se “tragará a la humanidad”.
Si Yasunidos gana, la petrolera estatal, Petroecuador, tendrá aproximadamente año y medio para poner fin a sus operaciones en la zona, conocida como el bloque petrolero Ishpingo, Tambococha y Tiputini (ITT). Según Andrés Martínez Moscoso, profesor de derecho en la Universidad San Francisco de Quito, ni el presidente ni la Asamblea Nacional ni una nueva consulta podrían revertir los resultados del domingo.
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Pero por ahora, Petroecuador tiene una inversión de más de 2000 millones de dólares para extraer petróleo en ese lugar. La empresa dijo que tendría que gastar otros 500 millones de dólares si se ve obligada a desmantelar kilómetros de oleoductos, cerrar cientos de pozos y desarmar una decena de plataformas.
Los ejecutivos de Petroecuador aseguraron que el impacto de la empresa en la biodiversidad se limita a unas 80 hectáreas —una pequeña parte del bloque ITT— y que hay científicos a cargo de monitorear dicho impacto.
“Si comparamos en áreas, nuestra huella es muy muy baja”, dijo Armando Ruiz, quien supervisa las políticas ambientales de la empresa. Para que Ecuador pudiera tener un impacto en la batalla contra el cambio climático, dijo, “todos los Estados de este planeta tendrían que tener el mismo compromiso”.
Petroecuador grabó una serie de videos con los líderes de algunas de las comunidades que viven en el bloque ITT y que dijeron que deseaban que continuara la perforación. Pero algunas de las organizaciones indígenas más importantes en Ecuador están pidiendo a los votantes que elijan poner fin a la perforación. Incluso la Nacionalidad Waorani del Ecuador, un grupo reconocido por el gobierno que se ha asociado con compañías petroleras en el pasado, en este caso está pidiendo a los ecuatorianos que voten para detener la perforación.
Cincuenta años de extracción de petróleo “simplemente nos ha traído pobreza, problemas, enfermedades y conflictos y la muerte”, dijo Juan Bay, presidente del grupo. “La gente que se ha beneficiado es gente externa”.
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