Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El año pasado protagonizó un episodio cuando publicó en su cuenta de Instagram fotos suyas y de Fernández rumbo a sus vacaciones, en plena pandemia. Las imágenes indignaron al país, pero Yáñez, lejos de borrar la publicación (como pedían decenas de usuarios), se fue lanza en ristre contra sus críticos: “No hay nadie que merezca más un descanso que Alberto”, respondió. En noviembre viajó al Chaco, en el norte del país, para entregar un proyecto de agua potable a los habitantes de Pampa Ceja. Subió a las redes imágenes suyas con un vestido largo escotado al lado de gente con humildes vestimentas. La compararon con la princesa de Frozen. Después viajó a Misiones y de nuevo llegó la polémica, pues subió fotos con niños descalzos; pero Yáñez tiene una respuesta ante todos los comentarios.
Le puede interesar: Argentina, ¿un campo de prueba para la vacuna rusa?
Yáñez es famosa porque no se queda callada. Aún en el país se recuerda cuando denunció ante las cámaras por acoso a un actor de la comedia de teatro Entretelones. Cuando llegó, el 10 de diciembre de 2019, a asumir la labor de primera dama, intentó darle a su papel un rol más social y filantrópico. Muchos dicen que intenta ser como Eva Perón, Evita, la primera mujer de Juan Domingo Perón.
Y en medio del debate de género e igualdad en el que está sumido Argentina, su actuación está en plena polémica. En momentos en que el presidente Alberto Fernández ha determinado que hay que garantizar un cupo mínimo del 33 % de representación femenina y LGBTI si se quiere una audiencia con él o que en los cargos estatales se debe establecer la equidad de género, además de la agenda de inclusión e igualdad que promueve el gobierno, organizaciones dicen que el papel de la primera dama va en contravía de esas medidas.
“Es una figura que no solo no está en la Constitución sino que es obsoleta”, afirmó Estela Díaz, secretaria de Género de la Central de Trabajadores de Argentina, ante el periódico El Mundo. “Tiene como trasfondo el dicho popular que señala que ‘detrás de todo gran hombre hay una gran mujer’ que lo cuida, lo sostiene, le cría los hijos para que él haga política. Es bien funcional a esa división sexual del trabajo y a alguna perspectiva de la caridad”.
El debate de la función de primera dama en Argentina comenzó con Cristina Fernández, que se cambió el cargo al de “primera ciudadana”. Una modificación cosmética, para algunos críticos, que señalan casos en otros países como en México, en donde la esposa de Andrés Manuel López Obrador quitó la figura; años atrás en Ecuador, Rafael Correa suprimió el rol de primera dama, porque “es una función sexista y al no ser votada por el pueblo no tiene por qué tener un rol político”.
“Yo no entiendo por qué existe la primera dama. Cuando miras en el mundo no existe eso cuando el marido es un hombre. El caso de Angela Merkel, por ejemplo”, le dijo a El Mundo Karina Galperín, licenciada en Letras y Ciencias Políticas por la Universidad de Buenos Aires (UBA), gran impulsora del debate en torno a la agenda de género.
Le puede interesar: El aborto legal entra en vigor en Argentina
Aunque en EE. UU. se acaba de estrenar el término “segundo caballero del país”, con el esposo de Kamala Harris, vicepresidenta. Según las investigaciones, la primera vez que se usó el término “primera dama” fue en 1877, cuando la periodista Mary C. Ames, del diario The Independent, se refirió a Lucy Webb Hayes, esposa de Rutherford B. Hayes, 19º presidente estadounidense, como “la primera dama de la tierra”. Pero los tiempos cambiaron.
“Es una titulación ridícula, entrañablemente propia del patriarcado y, además, es poco republicana ¿Primera dama? ¿Qué quiere decir? Que se distingue por ser la consorte del presidente? , opina la historiadora feminista Dora Barrancos, quien fue candidata a senadora nacional por la ciudad de Buenos Aires en la lista del Frente de Todos.