Familia venezolana murió en la caída de un avión en Brasil: esta es su historia
Josgleidys González, su madre y su pequeño Joslan, de cuatro años, en compañía de su perrita, Luna, tomaron el avión que se accidentó el pasado viernes. Buscaban iniciar una nueva vida en Colombia.
Abordaron el avión en Paraná, en el sur de Brasil, para un largo viaje hasta su natal Venezuela. Pero el plan de Josgleidys González, su madre, María, y su pequeño Joslan, de cuatro años, se truncó al estrellarse la aeronave en la que viajaban.
La familia, que había migrado a Brasil, estaba entre los 62 ocupantes (58 pasajeros y 4 tripulantes) del avión que se precipitó el viernes en una zona residencial de la localidad de Vinhedo, en el estado de Sao Paulo.
Josgleidys tenía 25 años y su bebé apenas meses cuando llegaron hace cuatro a Cascavel, una ciudad de 350.000 habitantes del estado de Paraná, donde ella trabajaba de cajera en un supermercado, cuenta a la AFP Thaiza Evangelista, una allegada brasileña.
En medios de comunicación ha trascendido que la familia buscó instalarse en Brasil para tratar una condición médica del pequeño Joslan.
El viaje que emprendían el viernes a su país era para tramitar documentos y seguir hasta Colombia para un nuevo intento por salir adelante, porque en Brasil la vida les resultaba demasiado costosa.
Como Josgleidys, unos 7,7 millones de venezolanos han emigrado en los últimos años por la crisis económica y política del país, según cifras de la ONU.
“Tenían la intención de ir a Colombia porque tenían familiares allí y no necesitarían pagar vivienda, porque aquí lo más difícil era el alquiler”, relata Evangelista, que las semanas previas a su partida los ayudó con los preparativos.
Esta mujer protectora de animales de 52 años también los convenció de llevarse a su perrita de seis meses, Luna, e hizo una colecta para costear los gastos, sobre todo por Joslan, dice, “que lloraba sin parar porque no la quería dejar”.
La travesía empezaba en este vuelo de Cascavel a Sao Paulo, después vendría otro avión a Boa Vista (norte), ahí una camioneta a Pacaraima, cerca de la frontera venezolana, y un autobús que tardaría 12 horas hasta su localidad natal en el estado Bolívar.
“Ella me mandó un último mensaje a las 11:16 a. m., que todo había salido bien y que ya iban a abordar el avión”, recuerda Evangelista.
Un rato después, comenzó a recibir mensajes de que un avión con destino al aeropuerto de Guarulhos se había caído.
“Me empecé a desesperar, fui hablando con todo el mundo, no salía la lista (de víctimas), hasta que tuve la confirmación de que era su vuelo”, cuenta por teléfono desde Cascavel, donde amigos y vecinos se reunieron tras la conmoción de la noticia.
La aerolínea Voepass confirmó que en el vuelo 2283 viajaban Josgleidys, su madre María Gladys Parra, Joslan Pérez y la perrita Luna.
“Destrozados”
Josgleidys era “una guerrera” y “era muy querida. Es muy difícil mantener la dulzura, la honestidad, la integridad, habiendo pasado por tantas cosas duras”, dice Evangelista.
Neirelis Orta, una venezolana de 33 años que también migró a Brasil y vive desde febrero en Cascavel, trabajaba con Josgleidys en el supermercado.
“Ella siempre estaba con que no quería gastar porque estaba ahorrando para ir a hacer esos documentos. Me da mucha tristeza, privarse de tantas cosas, de comer, de ponerte algo que te gusta porque tienes un plan, un viaje, y que se acaben tus sueños así de la nada”, dice Orta a la AFP.
“Estamos destrozados, y lo único que decimos es que ella no se lo merecía. Qué horrible”.
La peor tragedia aérea en territorio brasileño en 17 años se llevó muchas otras vidas por delante.
Entre el viernes y el sábado, una operación con 200 personas logró recuperar los cuerpos de todas las víctimas, que perecieron aplastadas entre los hierros del fuselaje o carbonizadas.
Las labores de identificación, en la mayoría de los casos, van a requerir análisis de ADN.
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Abordaron el avión en Paraná, en el sur de Brasil, para un largo viaje hasta su natal Venezuela. Pero el plan de Josgleidys González, su madre, María, y su pequeño Joslan, de cuatro años, se truncó al estrellarse la aeronave en la que viajaban.
La familia, que había migrado a Brasil, estaba entre los 62 ocupantes (58 pasajeros y 4 tripulantes) del avión que se precipitó el viernes en una zona residencial de la localidad de Vinhedo, en el estado de Sao Paulo.
Josgleidys tenía 25 años y su bebé apenas meses cuando llegaron hace cuatro a Cascavel, una ciudad de 350.000 habitantes del estado de Paraná, donde ella trabajaba de cajera en un supermercado, cuenta a la AFP Thaiza Evangelista, una allegada brasileña.
En medios de comunicación ha trascendido que la familia buscó instalarse en Brasil para tratar una condición médica del pequeño Joslan.
El viaje que emprendían el viernes a su país era para tramitar documentos y seguir hasta Colombia para un nuevo intento por salir adelante, porque en Brasil la vida les resultaba demasiado costosa.
Como Josgleidys, unos 7,7 millones de venezolanos han emigrado en los últimos años por la crisis económica y política del país, según cifras de la ONU.
“Tenían la intención de ir a Colombia porque tenían familiares allí y no necesitarían pagar vivienda, porque aquí lo más difícil era el alquiler”, relata Evangelista, que las semanas previas a su partida los ayudó con los preparativos.
Esta mujer protectora de animales de 52 años también los convenció de llevarse a su perrita de seis meses, Luna, e hizo una colecta para costear los gastos, sobre todo por Joslan, dice, “que lloraba sin parar porque no la quería dejar”.
La travesía empezaba en este vuelo de Cascavel a Sao Paulo, después vendría otro avión a Boa Vista (norte), ahí una camioneta a Pacaraima, cerca de la frontera venezolana, y un autobús que tardaría 12 horas hasta su localidad natal en el estado Bolívar.
“Ella me mandó un último mensaje a las 11:16 a. m., que todo había salido bien y que ya iban a abordar el avión”, recuerda Evangelista.
Un rato después, comenzó a recibir mensajes de que un avión con destino al aeropuerto de Guarulhos se había caído.
“Me empecé a desesperar, fui hablando con todo el mundo, no salía la lista (de víctimas), hasta que tuve la confirmación de que era su vuelo”, cuenta por teléfono desde Cascavel, donde amigos y vecinos se reunieron tras la conmoción de la noticia.
La aerolínea Voepass confirmó que en el vuelo 2283 viajaban Josgleidys, su madre María Gladys Parra, Joslan Pérez y la perrita Luna.
“Destrozados”
Josgleidys era “una guerrera” y “era muy querida. Es muy difícil mantener la dulzura, la honestidad, la integridad, habiendo pasado por tantas cosas duras”, dice Evangelista.
Neirelis Orta, una venezolana de 33 años que también migró a Brasil y vive desde febrero en Cascavel, trabajaba con Josgleidys en el supermercado.
“Ella siempre estaba con que no quería gastar porque estaba ahorrando para ir a hacer esos documentos. Me da mucha tristeza, privarse de tantas cosas, de comer, de ponerte algo que te gusta porque tienes un plan, un viaje, y que se acaben tus sueños así de la nada”, dice Orta a la AFP.
“Estamos destrozados, y lo único que decimos es que ella no se lo merecía. Qué horrible”.
La peor tragedia aérea en territorio brasileño en 17 años se llevó muchas otras vidas por delante.
Entre el viernes y el sábado, una operación con 200 personas logró recuperar los cuerpos de todas las víctimas, que perecieron aplastadas entre los hierros del fuselaje o carbonizadas.
Las labores de identificación, en la mayoría de los casos, van a requerir análisis de ADN.
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