Fracasos, éxitos y perspectivas tras la caída de Juan Guaidó en Venezuela
La falta de transparencia e incluso las ideas radicales estuvieron entre los factores que llevaron al fracaso del interinato. Sin embargo, hubo algunos éxitos, no menores, según analistas.
Tras cuatro años de implementación de una estrategia que fracasó en su intento por sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela, una fracturada oposición al régimen dio por terminado el gobierno interino que encabezaba Juan Guaidó.
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Tras cuatro años de implementación de una estrategia que fracasó en su intento por sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela, una fracturada oposición al régimen dio por terminado el gobierno interino que encabezaba Juan Guaidó.
Con 72 votos a favor, 29 en contra y ocho abstenciones, los miembros de la Asamblea electa en 2015, que sostienen su legitimidad en la convicción de que las elecciones legislativas de 2020 fueron un fraude, se puso fin a un intento de gobierno de transición que llegó a ser reconocido por más de 50 países.
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El próximo 5 de enero, Juan Guaidó oficialmente dejará de ser llamado presidente interino de Venezuela, aunque —o precisamente como consecuencia de que— en la práctica la pérdida de su influencia venía de tiempo atrás.
Para algunos analistas, aún es muy pronto para decir qué incidencia tendrá esta decisión en la dinámica de la oposición, que, recordemos, se volvió a sentar con los delegados del Gobierno de Nicolás Maduro en una mesa de negociación en México.
Lo claro es que, para unos, era un paso prácticamente inevitable. “Tenía que darse porque se agotó y perdió popularidad”, como le dijo Margarita López Maya, historiadora y analista política venezolana, a la BBC.
Para otros, como Freddy Guevara, de Voluntad Popular, la decisión implica reconocer “la legalidad de la dictadura de Maduro”, como destacó El País. El propio Guaidó señaló: “El hecho político de eliminar una herramienta constitucional no nos pone en mejor posición”.
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Los éxitos del gobierno interino
Aunque es claro que el gobierno de Guaidó no logró su cometido, que era básicamente sacar a Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores y restaurar la democracia, Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela, no deja de mencionar algunos éxitos (no menores) del interinato.
Rodríguez resalta que se logró “desenmascarar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. El gobierno interino es el responsable de la visibilidad internacional de esto y particularmente de que incluso se iniciaran procesos ante la Corte Penal Internacional frente a la violación derechos humanos ejercida por el chavismo, en cabeza de Nicolás Maduro”.
Por otro lado, agrega, esto incidió en que la izquierda europea y latinoamericana dejara de ver a la revolución bolivariana “como un proyecto político que podía llegar a transformar a Venezuela; eso ya cambió, pues muchos actores de la izquierda marcan distancia de los métodos y acciones del régimen de Maduro. Eso no es menor, y en gran medida se debe al trabajo internacional del gobierno interino”.
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Los pecados y el gran fracaso
No hay que olvidar que la oposición logró hacerse con el control, por ejemplo, de Citgo y Monómeros, filiales de la estatal petrolera PDVSA, y de otros activos en el exterior, como las reservas de oro venezolanas en el Banco de Inglaterra.
La falta de transparencia en el manejo de los recursos e incluso las acusaciones de corrupción que han gravitado alrededor de la gestión del gobierno interino, según distintos analistas, fueron fundamentales para la pérdida de credibilidad y su fracaso.
Como le dijo Juan Manuel Trak, doctor en Procesos Políticos Contemporáneos de la Universidad de Salamanca, al medio británico, “solo en marzo de este año, el programa de seguridad y defensa de la democracia que está en el presupuesto del gobierno interino tenía US$35 millones. Luego aprobaron otro presupuesto de US$50 millones. Y uno se pregunta a dónde va ese dinero y a quién va ese dinero”.
Sin embargo, para Rodríguez, el “mayor error” fue llegar a plantear la salida de Nicolás Maduro del poder por medio de herramientas “no democráticas”, pues “cuando se exige la salida de un gobierno por medio de la fuerza se deja de ser demócrata”.
La narrativa de que todas las opciones estaban sobre la mesa y los intentos para, de hecho, materializarlas, como el levantamiento del 30 de abril de 2019 y la Operación Gedeón en mayo de 2020, según los analistas, fueron la estocada final para el apoyo internacional a la empresa opositora.
Para el vocero del Observatorio de Venezuela, además, el aislamiento que implicó la pandemia contribuyó, además, al enfriamiento de los lazos entre los líderes opositores y el apoyo exterior.
¿Qué viene ahora?
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“No es la primera vez que la oposición se encuentra en una situación en la que uno creería que están sin salida”, dice Rodríguez, quien resalta que el trabajo en el que ahora se deben concentrar es la consolidación de un proyecto que permita ver a la oposición como alternativa electoral, y no solo para las presidenciales.
López Maya parece menos optimista: “Estoy bastante convencida de que no hay forma de llegar a unas elecciones con condiciones razonables. El problema de Venezuela es tan grave, ha llegado a tales niveles, que la salida no es a corto ni a mediano plazo. Las elecciones tienen que verse como un paso dentro de una estrategia de más largo alcance”, como le dijo a la BBC.
Para Rodríguez, en todo caso, sigue siendo prioridad que se restablezcan los derechos políticos de los más de siete millones de venezolanos que están en el exterior. Señala que solo en Colombia casi dos millones de personas estarían en edad de participar en unas elecciones.
El reto de lograr su eventual participación en unos comicios surgiría de algo tan básico como la logística y los recursos que requeriría un proceso de esa envergadura. Sin mencionar la resistencia que, según Rodríguez, podría ejercer al respecto el régimen de Maduro.
El presidente de Venezuela, no sobra decir, puede verse fortalecido en esta coyuntura. Ya había logrado superar el “cerco diplomático” y tener acercamientos con el gobierno de Biden, sin olvidar el efecto positivo que en su imagen podría tener la ejecución de los recursos liberados en el marco de la negociación con la oposición (casi US$3.000 millones que serán administrados por las Naciones Unidas para satisfacer necesidades urgentes de la población). Y ahora esto.
Sin embargo, analistas como Francisco Monaldi, experto en el sector petrolero, han señalado que Maduro no tiene la sartén por el mango de la forma que se piensa, empezando porque su petróleo con destino a China compite ahora con el de Rusia (lo que obliga a hacer grandes descuentos), sumado a que la recuperación de la industria venezolana no será inmediata, entre otros factores.
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“En realidad Maduro necesita más a Estados Unidos que al contrario, al menos en un horizonte de dos años, lo que queda de la administración Biden”, dijo Monaldi a este diario en noviembre pasado. “Ahora, en 2024 no solo ocurrirían las elecciones en Venezuela, sino en Estados Unidos, y si las llegan a ganar los republicanos, Maduro sabe que su relación con Estados Unidos puede cambiar”.
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