Fujimori, anciano y con un prontuario criminal, quiere volver a ser presidente
El expresidente, de 85 años, está sometiéndose a tratamientos de radioterapia y quiere volver de lleno a la política aunque constitucionalmente estaría impedido. Para las elecciones de 2026 tendría 87 años.
Hugo Santiago Caro
Alberto Fujimori no ha concretado del todo su regreso a la vida pública peruana y ya está buscando ser, otra vez, presidente. Primero, el indulto presidencial que recibió por cuestiones de salud (criticado por órganos internacionales como la CIDH) le permitió recuperar su libertad a fines del año pasado y, desde entonces, con pasos pequeños, se ha venido reintegrando a la vida pública y, por supuesto, a la política.
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Alberto Fujimori no ha concretado del todo su regreso a la vida pública peruana y ya está buscando ser, otra vez, presidente. Primero, el indulto presidencial que recibió por cuestiones de salud (criticado por órganos internacionales como la CIDH) le permitió recuperar su libertad a fines del año pasado y, desde entonces, con pasos pequeños, se ha venido reintegrando a la vida pública y, por supuesto, a la política.
Primero comenzó a familiarizarse con las dinámicas de la sociedad moderna. Se convirtió en “tiktoker” y, desde su cuenta, que ya acumula casi 180.000 seguidores y videos con más de un millón de reproducciones, ha comenzado a contar lo que considera sus videomemorias. En ellas ha pretendido contar su versión revisionista de hechos recientes en la historia del Perú, como los actos cometidos por el Grupo Colina, un grupo adscrito al Estado que, en la cruzada por combatir a la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, cometió crímenes de lesa humanidad y en cuyo marco el mismo expresidente fue condenado.
Después, en la misma cuenta, anunció que le había sido diagnosticado un tumor maligno en la lengua y por el cual estaba siendo tratado médicamente a sus 85 años. Hace tan solo un mes se afilió al movimiento político Fuerza Popular de su hija, Keiko, quien fue candidata presidencial en tres ocasiones. “Él va a hacer política hasta el último día de su vida”, afirmó Keiko en un video en su cuenta de X que confirmaba la intención de ser candidato.
Para 2026, cuando Perú irá a elecciones presidenciales, Fujimori tendría 87 años de edad, lo cual su suma al debate de los líderes políticos en el mundo con avanzadas edades y cuyo capital político del pasado les sirve como plataforma para volver al ruedo. Con la particularidad de que, en este caso, estamos ante un hombre que fue condenado por crímenes contra los derechos humanos.
En el caso específico de Fujimori, ¿qué les puede ofrecer a los peruanos, o a los fujimoristas, que no ofrezcan los políticos modernos?
“Es un problema en toda América Latina: no está completamente convencida de la democracia y, de hecho, en el caso peruano, tras el retorno de la democracia en el año 2001, la situación institucional ha sufrido un deterioro paulatino, pero también irreversible, que se acentúa desde 2016 en adelante. Esto ocurre precisamente cuando Keiko Fujimori no acepta la victoria electoral de Pedro Pablo Kuczynski. Con la mayoría parlamentaria que tenía, logra sacar a Kuczynski del poder, y es ahí cuando entramos en un tobogán de presidentes, con cinco presidentes en seis años”, explica Daniel Parodi, historiador y analista político peruano.
Los seis presidentes que menciona Parodi son Dina Boluarte (desde 2022), Pedro Castillo (2021-2022), Francisco Sagasti (2020-2021), Manuel Merino (2020), Martín Vizcarra (2018-2020) y Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018). Parodi añade que ese deterioro hace que los adeptos a Fujimori añoren en su figura un tinte de autoridad y orden que no se ha visto con tanta inestabilidad.
“Los viejos líderes capitalizan este hartazgo en forma de una alternativa política a la debilidad y la falta de experiencia de sus sucesores, es decir, es una oferta electoral atractiva frente a la incertidumbre respecto al rumbo del país. También cabría atribuir cierto efecto al capital socio-político y al carisma. Muchos de estos líderes dejaron el gobierno con altas cuotas de popularidad cimentadas tanto por su estilo directo y sin intermediación política como por sus exitosos programas sociales”, analiza Manuel Camilo González, docente de la Pontificia Universidad Javeriana. Parodi concuerda en este punto y resalta el éxito de las campañas sociales de Fujimori como los comedores populares, el programa del Vaso de Leche y la construcción de infraestructura.
Fujimori tuvo durante su mandato también tendencias autoritarias, como disolver el Congreso en 1992 y atribuirse más facultades como presidente, y la “mano dura” que mostró combatiendo al Sendero Luminoso, lo que a la postre le hizo pasar más de 15 años en prisión por su responsabilidad intelectual en las masacres del Grupo Colina en Barrios Altos y La Cantuta. Esas tendencias autoritarias, dice Parodi, ayudaron también a forjar la añoranza sobre la figura del expresidente.
Según un estudio del Pew Research Center (en el que destacaban, a propósito del debate actual, que Joe Biden, con 81 años, es el noveno líder más anciano del mundo y que Trump, solo tres años menor, entraría en el top 20), los países considerados “no libres”, con líderes autoritarios, tienden a tener gobernantes más viejos que el promedio. “En los países que Freedom House [organización defensora de la democracia] clasifica como ‘no libres’, la edad media del líder nacional es de 68 años, en comparación con los 62 años en los países clasificados como ‘parcialmente libres’ y los 60 años en los países clasificados como ‘libres’. Estados Unidos es uno de los tres únicos países clasificados como libres y que tienen un líder de 80 años o más; los otros dos son Ghana y Namibia”, cita el documento.
Esto puede reforzar la idea del sector que todavía añora a Fujimori y podría respaldar su eventual regreso. Ahora, ¿es un regreso viable jurídicamente? El indulto que recibió Fujimori fue por cuestiones de salud, pero eso no cambia su condición de responsable (para la justicia) de los hechos ocurridos, ni tampoco le exime de resarcir económicamente sus cargos, algo que aún está pendiente. Según la Constitución del Perú, en su artículo 34 (aprobada en el gobierno de Fujimori), quienes tienen sentencias condenatorias no pueden participar en elecciones. Por esto, su eventual candidatura podría ser impugnada por el poder judicial de Perú.
Parodi añade que constitucionalistas peruanos han señalado que no se puede presentar a unas elecciones. Sin embargo, advierte de varios escenarios que podrían desatarse con esta candidatura. “Lo que podría advertirse es una división en el seno de la propia derecha peruana. En general, hay quienes quieren seguir siendo liderados por los Fujimori y hay quienes piensan en otras opciones”, explica. De otra forma, prevé que se podría utilizar la figura de un Fujimori que busque ser candidato y se le impida serlo como un canalizador de indignación popular que termine sirviendo de capital electoral para otra figura electoral que sí pueda presentarse.
Sin embargo, para este escenario falta más de un año. Mientras esto ocurre, su hija Keiko ha señalado que el expresidente está recibiendo terapias para volver a caminar y también se está sometiendo a radioterapia. Todo con el fin de recuperar su salud y volver a punto para su eventual candidatura.
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