Vocero jesuita sobre Nicaragua: “De alguna manera la situación va a estallar”
José Tojeira S.J., vocero de la Compañía de Jesús por los conflictos con el gobierno de Nicaragua, cuenta cómo han sorteado los ataques de Daniel Ortega y cómo el presidente pasó de tener un ministro de educación jesuita a disolver la organización en el país.
Hugo Santiago Caro
¿Cómo han tomado estos días? Con todo lo que fue la suspensión y la confiscación que hizo el gobierno
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¿Cómo han tomado estos días? Con todo lo que fue la suspensión y la confiscación que hizo el gobierno
En primer lugar, preocupados, están persiguiendo a la iglesia, a los periodistas que dicen una palabra que no sea oficial, a toda persona que tenga un pensamiento distinto al del gobierno. En ese contexto, no nos extraña nada; tienen un obispo preso. Hay gente a la que se le ha privado de la nacionalidad por no estar de acuerdo. Ahora mismo, minutos antes de hablar contigo, mandé un mensaje de solidaridad a un sacerdote redentorista y me decía: “Estoy en Costa Rica, acaba de morir mi hermano y no me han dado permiso para entrar a Nicaragua”. Es decir, la situación es de unos matices muy universales en persecución, de manera que claro no nos extraña que pasen estas cosas con nosotros.
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¿Cómo lo vinieron viviendo?, ¿cómo se fueron preparando?, ¿qué medidas fueron tomando ustedes como compañía?
Bueno, lo que hace todo el mundo ahora en Nicaragua es una especie de silencio preparatorio y esperar, seguir trabajando confiando en que no pase nada, pero en este momento ha pasado. Evidentemente, no teníamos un diseño especial para algunas de las consecuencias inmediatas del cierre de la universidad.
Por ejemplo, ha habido un montón de alumnos, una buena cantidad, que han tratado de matricularse en otras universidades dentro de Nicaragua. No se les ha permitido; los obligan a seguir en la UCA, que ahora se llama Casimiro Sotelo, y no les entregan documentación para poder matricularse también fuera del país en otras universidades, etc. Estamos gestionando una serie de apoyos para estudiantes que se han visto obligados o tienen miedo de que dentro de la universidad, por haber protestado a favor de los derechos humanos, les vayan a impedir graduarse. Hay personas que han salido ya del país y que están buscando apoyo en nuestras universidades. Estamos diseñando un plan para ver cómo podemos reconocerles los estudios ya realizados y que puedan titularse en nuestras universidades.
¿Cuándo se daña esa relación con la compañía de Jesús, o con la iglesia si se quiere?
Mire, cuando empezó la revolución nicaragüense, efectivamente hubo una reforma educativa y una campaña de alfabetización que estuvo muy bien desarrollada. Es decir, Fernando Cardenal (jesuita y ministro de educación de Daniel Ortega en los años 80) fue el que la dirigió. Esa campaña logró reducir el analfabetismo del 50% de la población al 13% en un periodo de un año. Fue algo muy intensivo, ya que todos los alumnos del último año de bachillerato se incorporaron a la campaña de alfabetización. Es decir, se atrasó un año la graduación al bachillerato, pero realmente se desarrolló una labor impresionante a ese nivel, ¿verdad?
Además de otras actividades, como la reforma agraria, en la que algunos jesuitas colaboraron en el diseño, etc. Sin embargo, cuando los sandinistas regresaron por segunda vez, después de haber perdido las elecciones, el estilo cambió. Estuvieron fuera del poder durante dos o tres periodos y, al regresar 12 años después, adoptaron un estilo mucho más controlador y represivo.
Comenzaron a cambiar leyes para asegurar su permanencia en el poder a través de las elecciones. En Nicaragua, es posible mantener la presidencia con solo el 30% de los votos, según la ley electoral. Esto comenzó a generar críticas y malestar, ya que cuando se dividen las votaciones entre diversos grupos, el sistema puede resultar controvertido.
Las críticas aumentaron con el tiempo. Especialmente a partir del 2018, cuando hubo protestas masivas en el país y estas fueron disueltas a balazos, resultando en muertes y personas que comenzaron a huir del país debido a una represión sistemática. La organización de derechos humanos CENIL documentó una serie de asesinatos. Cuando tuve información de ellos, hablaban de 500 asesinatos, de los cuales tenían 300 claramente documentados con fotografías de los cadáveres y declaraciones de los familiares.
A partir de entonces, surgió una crítica más directa hacia un Estado fundamentalmente represivo, lo cual llevó a problemas con la iglesia, los periodistas, personas que pensaban críticamente y opositores políticos. En las últimas elecciones, los opositores políticos, que eran personas sin antecedentes previos, fueron arrestados y encarcelados.
El proceso de represión se endureció con el tiempo. Inicialmente, trataron de asustar a la gente, luego les privaron de derechos, después se les impidió regresar al país y finalmente los encarcelaron. También tomaron el control de instituciones y edificios, como el periódico La Prensa. Continuamente, la represión ha ido en aumento, buscando controlar absolutamente la realidad.
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¿Qué puede buscar Ortega con estas medidas?, ¿puede ser efectivo contra ustedes lo que está haciendo?
Yo creo que no puede durar mucho, porque una cosa es tener un régimen autoritario que persiga a la gente, pero que al menos permita ciertas ventanas de expresión. Sin embargo, querer sepultar completamente todo es otro nivel. Miren, incluso la misma policía está bajo un control estricto. Los policías en Nicaragua tienen los pasaportes intervenidos y no pueden salir del país sin permiso. Existe un esfuerzo por ejercer un control total sobre la población. Evidentemente, esta situación no puede perdurar mucho tiempo. Va a estallar, no sé exactamente por dónde, pero de alguna manera va a estallar.
Hay voces que dicen que los evangélicos están creciendo amparados por el gobierno de Ortega, que lo apoyan, pero los católicos son más críticos, ¿esto es así?
Yo creo que en los evangélicos hay un poco de duda, sobre todo porque ellos son más desestructurados que la Iglesia católica. Algunos han sido críticos, claro, y los otros son más fáciles de manipular. En la iglesia, evidentemente, si hay una jerarquía que expresa su rechazo, el ataque es contra la jerarquía y contra todos aquellos que tengan un peso en el pensamiento religioso.
Yo no creo que los evangélicos crezcan con esto. Es posible que, en estos momentos de represión más dirigida contra una institución, tengan un ligero crecimiento, pero no creo que sea un crecimiento masivo. Hay mucha gente muy molesta con lo que está haciendo el actual régimen de Ortega-Murillo y estos evidentemente no están pensando en cambiar ni de criterio ni de religión.
¿Se podría decir que Ortega usa la religión como una moneda de cambio?
En el país hay una constitución que no es verdaderamente religiosa en su totalidad, pero existe un elemento oficial que define a Nicaragua como cristiana, socialista y solidaria. No estoy seguro de cómo se articulan los tres elementos, pero son repetidos ampliamente y se encuentran en letreros por toda Nicaragua. El tema religioso parece ser utilizado más como autopropaganda y justificación, entre otros usos.
Es un tanto peculiar, ya que la vicepresidenta muestra un gran interés por cuestiones esotéricas, si podemos llamarlas así. Incluso patrocinó un congreso de brujería en Managua. Esta situación es un tanto extraña y la gente se da cuenta de ello. Evidentemente, es muy difícil para las personas hacer críticas públicas sobre este tipo de asuntos. Esta es una de las razones por las cuales no creo que los evangélicos se entusiasmen mucho.
Cuando Murillo convocó a un congreso de brujería, el pensamiento en general fue aún más hostil hacia este tipo de prácticas que el pensamiento católico, que a veces no da demasiada importancia a esas cosas.
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¿Qué sensación le queda cuando ve a la UCA y el IHNCA repletas de banderas del sandinismo?
El Instituto Histórico de Nicaragua y Centroamérica es el que tiene la colección de documentos históricos del país más importante. Eso es así porque había una serie de situaciones que permitió que se acumularan, incluso fondos públicos de información, dentro del Instituto Histórico de la universidad.
Entonces, en lo que es un lugar de investigación histórica extraordinario, vamos a decirlo así, para el país, se ha convertido ahora en un elemento de propaganda. Cuando lo que metes son banderas, generalmente no metes pensamientos.
Cuando hay profusión de banderas, casi todos los estados autoritarios aumentan el número de exhibiciones de banderas en sus manifestaciones. Basta recordar a Hitler, a Mussolini, a todo este... una especie de teatralización de la humanidad. Expresan una especie de pensamiento muy reducido. En ese Instituto Histórico en particular, refleja lo que son: fundamentalmente atrapados por la idea del poder absoluto y no les interesa todo lo demás, a su apatía, a su fuerza.
¿No llega a temer que su suerte termine como la del padre Rolando Álvarez?
La ventaja es que yo estoy en El Salvador. Durante algún momento, mi trabajo implicaba visitar Nicaragua. He estado también en comunicaciones, en otros trabajos, con gente de Nicaragua, sobre todo con la universidad.
Entonces, yo creo que me designaron por eso, simplemente por tener una persona protegida por vivir en otro país.
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