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El presidente de Estados Unidos Donald Trump advirtió el martes a su par norcoreano Kim Jong-Un que su botón nuclear es más poderoso y Washington desestimó posibles reuniones de alto nivel entre Pyongyang y Seúl.
Trump lanzó su mensaje directo a Kim desde Twitter horas después de que su embajadora en la ONU, Nikki Haley, dijo que la propuesta de diálogo entre las dos Corea es un mero "esparadrapo" (band-aid) y que Estados Unidos jamas aceptará una Corea del Norte dotada de armas nucleares.
"El líder norcoreano Kim Jong-Un dijo que 'el Botón Nuclear está siempre en su escritorio', tuiteó Trump. "Alguien de ese debilitado y famélico régimen puede por favor informarle que yo también tengo un Botón Nuclear, que es mayor y más poderoso que el suyo y que mi Botón funciona", añadió.
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Estos comentarios son part de un patrón de comportamiento extraño y, a menudo, alarmante de la persona que ocupa el cargo más alto de la Casa Blanca. Un análisis de la revista The Atlantic señala que "la grandiosidad e impulsividad de Trump lo han convertido en un sujeto constante de especulación entre los que se preocupan por su salud mental".
El artículo plantea que el caso Trump debe ser analizado más de cerca. "Después de un año de hablar con doctores e investigadores sobre si las ciencias cognitivas podrían ofrecer un lente para explicar el comportamiento de Trump, he llegado a la conclusión de que la evaluación profesional debe desempeñar un papel más allá de especular desde lejos", escribe James Hamblin, quien escribe la nota.
La revista señala cosas "extrañas" en el comportamiento reciente de Trump. Hamblin dice que muchos han notado "anomalías" en los movimientos del mandatario. "En noviembre, usó su mano libre para estabilizar una pequeña botella de Fiji mientras se la llevaba a la boca. Los espectadores describieron el movimiento como "incómodo" y bromearon sobre el tamaño de la mano".
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The Atlantic señala que en diciembre, cuando habló de su plan de seguridad nacional, el presidente tuvo que usar ambas manos para tomar agua de un vaso. "Esta vez mantuvo sus manos sobre el vaso todo el tiempo que bebió, y cuando dejó el vaso. Esto atrajo aún más atención. El gesto fue como el de una persona extremadamente fría acunando una taza de cacao. Algunos espectadores lo comparaban con un niño que acaba de aprender a manejar una taza", dice Hamblin.
Y hubo algo más. El 6 de diciembre cuando anunció su decisión de reconocer Jerusalén como capital de Israel, Trump se hizo difícl de entender (a nivel fonético) "lo que intranquilizó aún más a muchos observadores sobre su decisión", señala la nota.
La revista señala que las opiniones de los expertos fueron vagas. "El neurocirujano Sanjay Gupta dijo que claramente había algunas anormalidades de su habla. Este tipo de arrastrado podría ser el resultado de una boca seca a una prótesis desplazada a un accidente cerebrovascular agudo", cita The Atlantic.
La publicación plantea la falta de un sistema para evaluar la aptitud presidencial "y esto se volverá más importante a medida que aumente la edad promedio de los líderes".
"La Constitución establece límites inferiores finitos en la edad, pero no da indicios de un límite superior. En el momento de su escritura, los septuagenarios eran relativamente raros, y haber sobrevivido tanto tiempo era un signo de cordialidad y cautela. Ahora es la norma. En 2016, los tres principales candidatos presidenciales cumplieron 69, 70 y 75. Para el momento de la toma de posesión de 2021, el presidente Joe Biden tendría 78", recuerda Hamblin.
Las alarmas ya saltaron y todos los ojos están puestos en la salud del presidente estadounidense.