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El ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, que el sábado cumple 100 años, aún conserva la atención de la diplomacia mundial y comparte sus consejos de geopolítica, generando fascinación y controversia al igual que siempre.
Para unos un “visionario”, para otros “criminal de guerra”. El “sabio” de silueta encorvada, pero todavía reconocible por sus gafas negras de montura gruesa, permanece activo.
El exjefe de la diplomacia estadounidense participó el martes en un homenaje en el muy selecto Club Económico de Nueva York, donde apagó las velas sobre una torta de chocolate por su aniversario número 100.
Sus apariciones públicas se volvieron más escasas con el correr de los años, pero más frecuentes en videoconferencia, como lo hizo en Davos en enero. Pero para Kissinger, que marcó con su huella la política exterior de los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX, su longevidad es excepcional.
Conserva, desde sus oficinas en Nueva York y su consultora Kissinger Associates, una relativa aura entre la élite de Washington y del extranjero, incluso entre demócratas como la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, que un día dijo “confiar en los consejos” de su “amigo”.
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“La realpolitik”
Actor esencial de la diplomacia mundial durante la Guerra Fría, este ganador del Premio Nobel de la Paz inició los acercamientos con Moscú y Pekín en los años 70, con una visión pragmática del mundo, una especie de “Realpolitik” al estilo estadounidense.
En una señal de que su visión del mundo apenas ha cambiado, el martes frente a sus invitados estimó que Estados Unidos debe defender sus “intereses vitales”.
“Tenemos que ser más fuertes para resistir a cualquier presión”, dijo.
Incluso sobre la guerra en Ucrania, tema en el que aboga por un alto el fuego. “Llegamos a un punto en el que logramos nuestro objetivo estratégico. La tentativa militar de Rusia de absorber a Ucrania fracasó”.
Pero la imagen del hombre de voz áspera y con el fuerte acento heredado de sus orígenes alemanes sigue empañada y ligada a las páginas negras de la historia de Estados Unidos, como el apoyo al golpe de Estado de 1973 en Chile o la invasión de Timor Oriental en 1975 y, por supuesto, Vietnam.
“Para mí, no hay ninguna duda de que su política causó cientos de miles de muertes y destruyó la democracia en varios países”, destacó el abogado especialista en derechos humanos Reed Kalman Brody.
“Me sorprende que se saliera con la suya”, opinó.
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Bombardeos
De hecho, Kissinger nunca se ha preocupado por la justicia; en 2004 una demanda fue desestimada.
Una investigación publicada el miércoles en el sitio web The Intercept afirma, en base a documentos de archivo del Pentágono y testimonios de sobrevivientes, que la campaña de bombardeos estadounidenses en Camboya entre 1969 y 1973, de la que Kissinger fue artífice, fue ampliamente subestimada, habiendo causado muchas más muertes civiles de lo que se admitió anteriormente.
El historiador Muntassir Mamoon, de la universidad de Daca en Bangladés, subrayó que Kissinger “apoyó activamente el genocidio” en ese país en 1971.
“No veo ninguna razón para elogiar a Kissinger”, afirmó al agregar que su punto de vista era compartido en varios países, entre ellos Vietnam.
“La ironía es que se recuerda que hizo la paz, pero se olvida todo lo que hizo para prolongar la guerra no solo en Vietnam sino en Camboya y Laos”, añade la historiadora Carolyn Eisenberg, de la universidad Hofstra en Estados Unidos.
Distensión
Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth, en Baviera, Alemania. Cuando tenía 15 años se refugió en Estados Unidos con su familia, antes de naturalizarse estadounidense a los 20.
Hijo de un profesor, integra el contraespionaje militar y el Ejército de Estados Unidos antes de iniciar una carrera brillante en Harvard, donde también fue maestro.
Se impuso como la cara de la diplomacia mundial cuando el republicano Richard Nixon lo llamó a la Casa Blanca en 1969 como consejero de seguridad nacional, después como secretario de Estado —los dos cargos entre 1973 y 1975— y siguió siendo el señor de la diplomacia en la presidencia de Gerald Ford hasta 1977.
Es en ese momento cuando lanza la distensión con la Unión Soviética y el deshielo de las relaciones con la China de Mao y realiza viajes secretos para organizar la histórica visita de Nixon a Pekín en 1972.
Lleva a cabo, también con máximo secreto y en paralelo a los bombardeos de Hanoi, las negociaciones con Le Duc Tho para poner término a la guerra de Vietnam.
La firma de un cese el fuego con Vietnam del Norte le valió el Premio Nobel de la Paz en 1973, uno de los galardones más controvertidos en la historia.
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