El decreto del estado de excepción en Honduras les da facultades extraordinarias a la Policía y a la Policía Militar para que tengan albedrío de “detener a las personas que determinen y consideren responsables de asociarse, ejecutar, o tener vinculaciones en la comisión de delitos y crímenes”.
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En una cancha de fútbol polvorienta de Tegucigalpa comenzó oficialmente el estado de excepción de Honduras. Más de 600 uniformados de la fuerza pública recibieron instrucciones claras de su superior Gustavo Sánchez, director de la Policía Nacional, de “ser implacables contra el crimen organizado”.
Por Tomás Tarazona Ramírez
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