Incendio en Ecuador controlado en un 90 %, bomberos siguen alerta
Una inusual sequía golpea a Ecuador en 2024 y ha sido combustible de casi 3.500 incendios forestales. Los bomberos tienen controlado el 90 % del incendio más grande, en la provincia de Cotopaxi, sin embargo, alertan que el clima podría reactivarlo.
El incendio está “casi controlado” en un “90 a 95% (...) sobre todo en la parte donde puede progresar”, declaró Carlos Baño, jefe del Cuerpo de Bomberos de Latacunga, capital de Cotopaxi, la provincia que durante un mes tuvo focos ardientes en distintos puntos del páramo, un ecosistema de alta montaña en zonas ecuatoriales, de vegetación robusta, apta para retener agua y resistir variaciones de temperatura.
El comandante ascendió a unos 3.700 metros de altura para observar las fumarolas que salían de la parte baja de la arboleda. Desde allí y con el majestuoso volcán nevado Cotopaxi a su derecha, monitorea las labores de dos helicópteros que riegan agua sobre las áreas “aún por liquidar”.
Una inusual sequía golpea a Ecuador en 2024 y ha sido combustible de casi 3.500 incendios forestales, que a diario dan tarea a los bomberos. Las llamas han consumido unas 40.000 hectáreas de vegetación en casi toda la nación, incluida Quito.
Apoyados por camiones cisterna, desde donde se extienden cientos de metros de mangueras, los bomberos se internaron en el bosque de Pansache luego de tres días de lucha contra lenguas de fuego de más de 40 metros de altura.
“Parecía que las llamas iban a alcanzar al helicóptero que desde el aire arrojaba agua”, describe otro brigadista teñido de hollín, que prefirió no ser identificado.
El viernes 27 de septiembre, decenas de ellos todavía trabajaban para localizar y enfriar “islas” remanentes, luego de que el fuego dejara en todo el país un fallecido, 39 heridos, más de 1.000 afectados y unos 44.800 animales de granja muertos.
La ola de incendios forestales se ha expandido a buena parte de Sudamérica, agravada por los efectos del cambio climático.
Posible causa: piromanía
El bombero Baño no descarta la piromanía como causa de los incendios y le preocupa el intenso sol del mediodía pues puede elevar la temperatura, reducir la humedad y favorecer al fuego, que podría reactivarse en cualquier momento.
“¿Qué fenómeno podría ocasionar un incendio a las 10 u 11 de la noche (...)? No es que es por un rayo”, sostiene el jefe de bomberos, para quien el factor humano está detrás de las conflagraciones en el país.
Las llamadas quemas agrícolas, una práctica común para deshacerse de vegetación inservible antes de una nueva siembra, son otra de las causas.
El gobierno asegura que detrás de los incendios hay manos “terroristas”.
“Todos estos incendios tienen que ver con el ser humano, que no ha tomado conciencia sobre la importancia de mantener el ecosistema” como remedio contra el cambio climático, manifiestó la prefecta (gobernadora) de Cotopaxi, Lourdes Tibán, cuya jurisdicción es la quinta provincia con más área quemada (unas 2.600 hectáreas).
“No sé cuántos años demorará para volver a sentar la vegetación ahí (en los páramos)”, añade preocupada la también dirigente indígena.
En las mesetas andinas de Cotopaxi habitan animales como el cóndor, una de las aves voladoras más grandes del mundo y que está plasmada en el escudo de Ecuador. También venados, lobos, puercos espín de la sierra, comadrejas, así como una importante microfauna como insectos polinizadores.
“Estas sequías se vuelven cada vez más fuertes, más persistentes, hay más sequedad en el ambiente y por lo tanto hay más propensión a que haya estos incendios forestales”, explicó el director de la oenegé Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Ecuador, el biólogo Tarcisio Granizo.
Ecuador es uno de los países más perjudicados por las quemas en proporción a su tamaño (256.370 km2).
“Ojalá llueva, están cayendo gotitas” en Latacunga, manifiesta Tibán tras la afectación de unas 300 hectáreas de pino en Pansache.
El viernes pasado se declaró exterminado el fuego en Quito, de las peores conflagraciones en 30 años en la capital, que consumió 140 hectáreas de bosque, dejó seis personas heridas y puso en riesgo zonas pobladas. También, en el altiplano de Sigchos, en Cotopaxi, y donde ya se perdieron alrededor de 1.200 hectáreas, muchas de mortiño silvestre, una apetecida especie de arándano, las autoridades declararon “controlado” un incendio que llevaba casi un mes.
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El incendio está “casi controlado” en un “90 a 95% (...) sobre todo en la parte donde puede progresar”, declaró Carlos Baño, jefe del Cuerpo de Bomberos de Latacunga, capital de Cotopaxi, la provincia que durante un mes tuvo focos ardientes en distintos puntos del páramo, un ecosistema de alta montaña en zonas ecuatoriales, de vegetación robusta, apta para retener agua y resistir variaciones de temperatura.
El comandante ascendió a unos 3.700 metros de altura para observar las fumarolas que salían de la parte baja de la arboleda. Desde allí y con el majestuoso volcán nevado Cotopaxi a su derecha, monitorea las labores de dos helicópteros que riegan agua sobre las áreas “aún por liquidar”.
Una inusual sequía golpea a Ecuador en 2024 y ha sido combustible de casi 3.500 incendios forestales, que a diario dan tarea a los bomberos. Las llamas han consumido unas 40.000 hectáreas de vegetación en casi toda la nación, incluida Quito.
Apoyados por camiones cisterna, desde donde se extienden cientos de metros de mangueras, los bomberos se internaron en el bosque de Pansache luego de tres días de lucha contra lenguas de fuego de más de 40 metros de altura.
“Parecía que las llamas iban a alcanzar al helicóptero que desde el aire arrojaba agua”, describe otro brigadista teñido de hollín, que prefirió no ser identificado.
El viernes 27 de septiembre, decenas de ellos todavía trabajaban para localizar y enfriar “islas” remanentes, luego de que el fuego dejara en todo el país un fallecido, 39 heridos, más de 1.000 afectados y unos 44.800 animales de granja muertos.
La ola de incendios forestales se ha expandido a buena parte de Sudamérica, agravada por los efectos del cambio climático.
Posible causa: piromanía
El bombero Baño no descarta la piromanía como causa de los incendios y le preocupa el intenso sol del mediodía pues puede elevar la temperatura, reducir la humedad y favorecer al fuego, que podría reactivarse en cualquier momento.
“¿Qué fenómeno podría ocasionar un incendio a las 10 u 11 de la noche (...)? No es que es por un rayo”, sostiene el jefe de bomberos, para quien el factor humano está detrás de las conflagraciones en el país.
Las llamadas quemas agrícolas, una práctica común para deshacerse de vegetación inservible antes de una nueva siembra, son otra de las causas.
El gobierno asegura que detrás de los incendios hay manos “terroristas”.
“Todos estos incendios tienen que ver con el ser humano, que no ha tomado conciencia sobre la importancia de mantener el ecosistema” como remedio contra el cambio climático, manifiestó la prefecta (gobernadora) de Cotopaxi, Lourdes Tibán, cuya jurisdicción es la quinta provincia con más área quemada (unas 2.600 hectáreas).
“No sé cuántos años demorará para volver a sentar la vegetación ahí (en los páramos)”, añade preocupada la también dirigente indígena.
En las mesetas andinas de Cotopaxi habitan animales como el cóndor, una de las aves voladoras más grandes del mundo y que está plasmada en el escudo de Ecuador. También venados, lobos, puercos espín de la sierra, comadrejas, así como una importante microfauna como insectos polinizadores.
“Estas sequías se vuelven cada vez más fuertes, más persistentes, hay más sequedad en el ambiente y por lo tanto hay más propensión a que haya estos incendios forestales”, explicó el director de la oenegé Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Ecuador, el biólogo Tarcisio Granizo.
Ecuador es uno de los países más perjudicados por las quemas en proporción a su tamaño (256.370 km2).
“Ojalá llueva, están cayendo gotitas” en Latacunga, manifiesta Tibán tras la afectación de unas 300 hectáreas de pino en Pansache.
El viernes pasado se declaró exterminado el fuego en Quito, de las peores conflagraciones en 30 años en la capital, que consumió 140 hectáreas de bosque, dejó seis personas heridas y puso en riesgo zonas pobladas. También, en el altiplano de Sigchos, en Cotopaxi, y donde ya se perdieron alrededor de 1.200 hectáreas, muchas de mortiño silvestre, una apetecida especie de arándano, las autoridades declararon “controlado” un incendio que llevaba casi un mes.
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