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El humo negro se ha tomado el cielo de Valparaíso, en Chile. Los incendios que se han presentado en los últimos cuatro días han consumido más de 45.000 hectáreas en el país, según la Corporación Nacional Forestal (CONAF), con el agravante de que las conflagraciones han primado en cascos urbanos, que, de acuerdo con el Servicio de Medicina Legal, dejaban hasta anoche 99 personas muertas, de las que se había identificado a 32.
“Es la tragedia más grande desde el 27/F [terremoto de 2010 en Chile]. Lo digo para que podamos dimensionar la magnitud de estos incendios y sus efectos en miles de familias. Por ello, he decidido decretar dos días de duelo nacional a partir de este lunes. Es Chile entero el que sufre y llora a sus muertos”, indicó el presidente Gabriel Boric, tras visitar la zona afectada.
Sus declaraciones no son exageradas. Las cifras de ayer de la CONAF indican que en Chile ha habido 188 incendios, de los cuales 49 siguen activos. Entre estos, preocupan los que se presentaron en el complejo de Las Tablas, que ha consumido 9.300 hectáreas de la reserva Lagos Peñuelas y el de la comuna de Quilpué, donde van más de 1.000, debido a que en ambos casos resultaron afectadas zonas urbanas y más de 1.300 viviendas terminaron incineradas.
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Aunque estos incendios no han afectado más hectáreas que los que hubo hace un año en el verano en Chile, sí los diferencia la cantidad de muertos, pues nunca antes los incendios forestales habían sido tan letales. En algunas partes, como, por ejemplo, el poblado Villa Independencia, en Viña del Mar, donde hubo 19 muertos, parte del avance de los incendios se le adjudica a que en el sector, destinado a ser cortafuegos, se han asentado familias que han construido sus casas de madera o fibrocemento, que son combustibles, lo que permitió que las llamas avanzaran fácilmente entre las calles, consumiendo los vehículos que encontró a su paso. “Se dieron las alarmas, pero la evacuación al parecer no funcionó (...) Se pone mucho énfasis en los combates, pero no tanto en la prevención (...) y yo creo que esa es una carencia”, dijo a AFP Horacio Gilabert, del Centro Cambio Global de la Universidad Católica de Chile.
Sumado a esto, se ha dicho que la mayoría de los incendios pudieron ser provocados, por lo que ayer la Brigada Investigadora de Delitos contra el Medio Ambiente de la Policía de Investigaciones anunció que han recolectado material probatorio; pero hay más factores que advertían la emergencia.
Un estudio publicado en Scientific Reports, hecho por el climatólogo Raúl Cordero, de la Universidad de Santiago, con otros investigadores de EE. UU., analiza los incendios registrados en los veranos de 2017 a 2023, así como la probabilidad de que ocurran megaincendios (los que consumen más de 200 hectáreas). Este demuestra que es alta la vulnerabilidad de Chile, en especial en las regiones de El Maule, Ñuble, Biobío y la Araucanía, donde se registraron aumentos hasta del 300 % en las emergencias por incendios entre 2014 y 2023, lo que en gran medida se ha atribuido a que “están densamente pobladas de árboles vulnerables al fuego”, como los eucaliptos, según indicó Cordero a La Tercera.
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A esto también se le suman otros factores como los fuertes vientos, que el sábado estuvieron entre los 25 y 40 kilómetros por hora y propiciaron que las llamas se dirigieran hacia el sur. También se presenta en la región el fenómeno de El Niño que, al igual que en Colombia, ha generado altas temperaturas y sequías.
Con el fin de enfrentar esta emergencia, el viernes pasado el presidente Boric decretó el estado de excepción por catástrofe con el fin de disponer los recursos necesarios para atender a los damnificados y reforzar a los cuerpos de socorro, que han alzado la voz advirtiendo que no tienen las unidades necesarias para combatir las llamas.
Álvaro Hormazábal, del Sistema de Alerta de Emergencia, lo explica: “Por un lado, estamos atendiendo la tragedia que se vive, que es el rescate, sacando personas, removiendo escombros, y por otro lado, los organismos están preocupados de evitar que el incendio siga propagándose”.
Por lo pronto, las familias en las zonas con las más grandes emergencias definen como un infierno lo vivido en los últimos días. Ahora tienen toques de queda de 6:00 p.m. a 10:00 a.m. y, mientras intentan rescatar lo poco que queda, deben vivir con la angustia de que si los incendios se reavivan más viviendas y personas terminen damnificadas.
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