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Un nuevo episodio de posible racismo sacude a Estados Unidos. Ralph Paul Yarl, un joven de 16 años que sueña con estudiar ingeniería química, fue herido de gravedad el pasado 13 de abril, cuando se presentó por error a la puerta de Andrew Lester, un hombre blanco de 84 años que se encontraba armado.
Según la información de la policía de Kansas City, donde tuvieron lugar los hechos, Yarl iba a recoger a sus hermanos cuando se presentó en la vivienda de Lester. La dirección no era la correcta y ahí no se encontraban sus hermanos. Sin ningún intercambio de palabras, Lester le disparó a Yarl, ocasionándole graves heridas por las que fue hospitalizado.
“Todavía no está fuera de peligro”, dice el abogado de la familia Yarl, quien señaló que el joven ya fue dado de alta y se encuentra en recuperación desde su casa.
Si bien los tiroteos mortales son habituales en Estados Unidos, un país de unos 330 millones de habitantes en el que se calcula que hay unos 400 millones de armas, el caso de Yarl ha suscitado una especial indignación, pues la nación sigue lidiando con una larga historia de falta de rendición de cuentas por la violencia contra los afroestadounidenses.
“¿Cómo proteges a un niño negro?”, dijo Patience Gaye, amiga de la familia Yarl, al diario Kansas City Star.
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El revuelo por el caso aumentó durante todo el fin de semana, después de que se revelara que el propietario de la casa había sido puesto en libertad sin cargos tras 24 horas bajo custodia. El martes, fiscales del estado de Misuri anunciaron cargos por delitos graves contra Lester, en los que se incluyen acción criminal armada y agresión en primer grado. Su fianza se fijó en 200.000 dólares.
“Pretender que la raza no es parte de toda esta situación sería esconder la cabeza en la arena”, dijo el martes el alcalde de Kansas City, Quinton Lucas. “A este chico le dispararon porque era negro”, agregó en declaraciones a CNN.
El caso de Yarl revive otros episodios en los que el racismo es protagonista, como el de Tamir Rice, un niño de 12 años que fue asesinado en Cleveland, Ohio, por un policía blanco por portar una pistola de juguete. Pero sobre todo enciende las alarmas porque no es el único episodio con estas características: el sábado en la noche, Kaylin Gillis, de 20 años, murió tras recibir un disparo de Kevin Monaha, de 65 años, luego de presentarse en su dirección de manera equivocada, tratando de encontrar la casa de un amigo.
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