ISIS en América: ataque en Nueva Orleans vuelve a encender las alarmas
La presencia de una bandera del Estado Islámico (ISIS) en la escena de la embestida de una camioneta en Nueva Orleans y su paralelismo con ataques previos han despertado alarmas sobre el Estado Islámico en el continente. Expertos advierten sobre el creciente riesgo de radicalización en la región.
Camilo Gómez Forero
El miércoles, Estados Unidos experimentó su inicio de año más anómalo en las últimas décadas. En el sur del país, un hombre embistió con una camioneta alquilada a una multitud que festejaba el Año Nuevo en el corazón del Barrio Francés en Nueva Orleans, estado de Luisiana, dejando al menos 10 muertos. La policía también encontró explosivos en la ciudad. En la costa Oeste, un vehículo eléctrico de marca Tesla estalló y dejó un muerto y una gran nube de humo al frente del Trump International Hotel en Las Vegas, Nevada. Al cierre de esta edición, las autoridades desconocían los detalles detrás de ambos casos, pero eran investigados como “actos de terrorismo”.
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El miércoles, Estados Unidos experimentó su inicio de año más anómalo en las últimas décadas. En el sur del país, un hombre embistió con una camioneta alquilada a una multitud que festejaba el Año Nuevo en el corazón del Barrio Francés en Nueva Orleans, estado de Luisiana, dejando al menos 10 muertos. La policía también encontró explosivos en la ciudad. En la costa Oeste, un vehículo eléctrico de marca Tesla estalló y dejó un muerto y una gran nube de humo al frente del Trump International Hotel en Las Vegas, Nevada. Al cierre de esta edición, las autoridades desconocían los detalles detrás de ambos casos, pero eran investigados como “actos de terrorismo”.
Para varios analistas, el hecho de que el FBI considerara ambos hechos actos de terrorismo con tanta velocidad fue sorpresivo, debido a la extrema cautela con la que trabajan sus agentes. “El FBI tiene una definición amplia de dos tipos de terrorismo: el internacional es un crimen violento cometido por personas inspiradas por organizaciones o naciones terroristas extranjeras, mientras que el terrorismo interno es cualquier acto violento destinado a promover objetivos ideológicos”, explicó Devlin Barret, reportero de The New York Times. Una motivación ideológica, según Barret, es fundamental para que los agentes consideren un evento como un acto terrorista. Sin embargo, en ambas escenas se encontraron elementos que podrían conducir a esta hipótesis. Esto es lo que se sabe de la caótica jornada de Año Nuevo en Estados Unidos.
Tragedia en Nueva Orleans
A las 3 de la mañana (hora local), una camioneta conducida por Shamsud-Din Jabbar impactó a una multitud que se concentraba en el Barrio Francés de Nueva Orleans. Según los primeros reportes, el atropellamiento dejó 10 muertos y cerca de 25 heridos. La superintendenta de Policía de la ciudad, Anne Kirkpatrick, indicó que “el perpetrador disparó contra nuestros agentes desde el vehículo cuando lo estrelló. Dos policías fueron tiroteados”. Tras el intercambio de disparos con las autoridades, Jabbar murió en la escena. Los agentes heridos están estables.
El presidente electo, Donald Trump, vinculó de inmediato el ataque con la inmigración irregular, tema central de su campaña electoral que lo llevó de vuelta a la Casa Blanca. Muchas personalidades de la derecha estadounidense hicieron eco de su discurso. Sin embargo, Jabbar no era un migrante irregular.
Según fuentes locales consultadas por The New York Times, Jabbar er un hombre de 42 años nacido en Texas. Es decir, no es un migrante en situación irregular, como trató de exponer Trump. Gracias a un video de YouTube publicado en 2020, se supo que Jabbar trabajaba en el sector inmobiliario y sirvió 10 años en el Ejército de Estados Unidos, donde el atacante fue especialista en recursos humanos y tecnologías de la información.
Jabbar se casó dos veces y su primer matrimonio terminó en 2012. En 2022, el hombre estaba en medio de un segundo divorcio y las deudas lo asfixiaban, a pesar de que antes de ese año habría ganado unos US$120.000 al año. Sus antecedentes penales indican que había sido acusado por algunas infracciones menores: una vez en 2002 por un delito menor de robo y otra vez en 2005 por conducir con una licencia no válida.
Por otro lado, el vehículo con el que Jabbar embistió a la multitud en Nueva Orleans es una camioneta Ford eléctrica que estaba registrada a nombre de un hombre en Houston, Texas, que tiene un negocio de alquiler de coches. Según el dueño de la camioneta, que pidió mantener su nombre en secreto, reconoció su propiedad al ver las noticias en la mañana del miércoles, mientras se preparaba para viajar con su familia. Según medios locales, Jabbar estaba del otro lado de la frontera estadounidense el 30 de diciembre, cuando ingresó al país por Eagle Pass, Texas, con dirección a Nueva Orleans.
Una conexión con ISIS
Lo más importante en la escena de Nueva Orleans es lo que parece ser una bandera del Estado Islámico (ISIS) colgando en la camioneta conducida por Jabbar. El estandarte negro con texto en árabe sobre la fe islámica y un sello blanco ha sido utilizado eficazmente por ISIS para amplificar su propaganda y reclamar terreno ideológico al apropiarse de símbolos islámicos universales, aunque el símbolo antecede al extremismo de este grupo.
Desde hace meses, el Pentágono ha advertido sobre el aumento de los ataques letales de ISIS en varias partes del mundo. De hecho, es entendible por qué varios se apresuraron a relacionar a ISIS con el ataque en Nueva Orleans, a pesar de que la investigación era muy prematura. En 2016, un camión embistió a una multitud durante la celebración del Día de la Bastilla en Niza, Francia, causando 86 muertos y múltiples heridos. ISIS reivindicó este ataque como obra de un “soldado” de su organización. Un año antes, en 2016, Anis Amri, quien tenía vínculos con grupos islamistas, secuestró un camión y lo estrelló en un mercado navideño, matando a 11 personas. Este ataque también fue reivindicado por ISIS. El modus operandi de la organización coincide con lo ocurrido en Nueva Orleans, del que Estados Unidos no había sido ajeno. En octubre de 2017, el ciudadano uzbeko Sayfullo Saipov, que había llegado a EE. UU. en 2010 bajo el programa de Lotería de Visas de Diversidad, utilizó un camión para embestir a personas en un carril para bicicletas en Manhattan, matando a ocho e hiriendo a otros. Este ataque también fue vinculado al Estado Islámico, ya que Saipov declaró que lo realizó en nombre de ISIS.
El Estado Islámico, organización musulmana sunita que tiene sus raíces en Al Qaeda, “aprovechó el vacío de poder que surgió tras el estallido de la guerra civil siria para conquistar grandes áreas”, según The New York Times. Aunque la mayoría de los ataques se han concentrado en Medio Oriente, en países como Irak y Siria, el poder de las células de ISIS es cada vez más letal y se produce en zonas sin conexiones militares evidentes con los perfiles que antes buscaba la organización. De hecho, este año se les atribuyó el sangriento ataque de marzo contra una sala de conciertos en las afueras de Moscú, donde murieron más de 130 personas y decenas más resultaron heridas.
El ataque del miércoles, cuya relación con ISIS no ha sido totalmente confirmada por las autoridades —el FBI se ha limitado a decir que investiga la bandera en la escena—, se presenta en un momento tenso para la región en relación con la presencia de esta organización. Hace poco menos de un mes, el brasileño Thiago José Silva Barboza fue detenido en São Paulo, Brasil, por presuntos vínculos con el Estado Islámico. Según las autoridades, es sospechoso de reclutar jóvenes para la organización y poseer materiales para fabricar explosivos. Silva formaría parte del grupo en línea Comando 860, que difundía manuales de guerrilla y mensajes de apoyo a atentados. En 2023, otro brasileño, identificado como Fábio Samuel Da Costa Oliveira, alias Mahmoud al Brazili, también fue detenido y acusado de las mismas actividades.
Expertos han advertido sobre el creciente riesgo de radicalización de jóvenes en América Latina, impulsada por factores como pobreza, falta de educación y la influencia de predicadores extranjeros. Además, preocupa el tránsito de miembros del ISIS-K, rama del grupo terrorista, en la región y el uso de Brasil como base para financiar grupos terroristas como Hezbolá. Todos estos incidentes subrayan el desafío que representan las redes yihadistas en un contexto de vulnerabilidad social y geopolítica, pero se vuelven aún más trascendentales en el contexto estadounidense, pues en 20 días será la toma de posesión de Trump. Para algunos, el hecho de que un auto de la marca de su mano derecha, Elon Musk, estallara en uno de sus hoteles no fue un hecho aislado, sino una especie de “mensaje” para el futuro gobierno de EE. UU.
“Esto fue intencional. Alguien estaba enviando un mensaje a Trump y Elon”, dijo el comentarista de derecha estadounidense Rogan O’Handley en su cuenta de X.
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