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La Isla Santa Rosa, ubicada en el corazón del Amazonas, está rodeada de banderas peruanas y presencia de funcionarios de ese país allí desde hace décadas. Es por eso que, al menos en la práctica, se ha asumido que es peruana. Sin embargo, todavía es considerada para muchos “tierra de nadie”, pues aún se discute si pertenece al Perú o su vecina, Colombia. Aunque la disputa sobre este territorio nunca fue de ocupar titulares, una declaración de un funcionario de la Cancillería colombiana puso de nuevo la discusión en la mesa.
Todo empezó por unas declaraciones de Felipe Cadena Montenegro, director de Soberanía Territorial de la Cancillería de Colombia, quien manifestó durante el Festival de la Confraternidad Amazónica que la isla “es nueva, no asignada (y está) ocupada irregularmente por el Perú”.
“Desafortunadamente, si estuviera mi colega de la Cancillería peruana sabe por qué lo tengo que decir. Es un tema que no está definido aún”, agregó Cadena.
Las declaraciones, que se difundieron velozmente en redes sociales, causaron la molestia de varias autoridades peruanas, entre ellos el alcalde de Santa Rosa, Iván Yovera, y el congresista Guido Bellido, del partido Perú Libre. Yovera contribuyó a que la discusión se escalara, alertando que, desde 2020, Colombia ha adoptado una “pretensión expansionista” respecto a este territorio.
“Nosotros venimos denunciando este tema hace varios años, porque no es de ahora esta pretensión expansionista de Colombia (…) Tomé varias fotos e hice también la denuncia públicamente, pero no tuvimos una respuesta porque nos tomaron como algo que no tenía relevancia”, dijo al medio peruano RPP.
Por su lado, Bellido le pidió al ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Javier González Oleachea, que desplace a las Fuerzas Armadas a la frontera con Colombia y a que vigile la zona de la isla “para evitar transgresión del territorio peruano, instamos a adoptar acciones inmediatas de supervisión y vigilancia de la zona de frontera”.
La Cancillería peruana se limitó a enviar una nota de protesta a su par colombiana, la cual respondió el jueves desautorizando las declaraciones de cadena y asegurando que se mantiene “abierto el diálogo para abordar asuntos técnicos sobre el río Amazonas, nuestra frontera común. Reafirmamos la vocación de diálogo y la disposición para avanzar en seguridad, integración y desarrollo fronterizo, promoviendo una buena vecindad”.
A los intentos de Colombia para rebajar la tensión se sumó el alcalde de la ciudad fronteriza Leticia, Elquin Uni Heredia, quien ofreció disculpas “a nuestros hermanos peruanos por el inconveniente causado. Decirles que esto ya va a ser un tema de Ministerio a Ministerio, de Relaciones Exteriores”.
Yovera, por su parte, ha aprovechado que la isla apareció en la agenda noticiosa para pedir que se concrete la elevación de la Santa Rosa a la categoría de distrito Santa Rosa del Amazonas para que el gobierno central de Perú preste más atención a los problemas que se presentan en el territorio. Sin embargo, ante la luz de expertos, la cuestión sobre la tierra todavía debe ser resuelta.
La isla es una zona clave. Por estar ubicada en la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil, Santa Rosa es inevitablemente un lugar de paso de pequeños narcotraficantes que llevan pasta básica de cocaína desde los dos mayores productores (Perú y Colombia) hacia el segundo mayor consumidor (Brasil) en el mundo. ¿Cuál es el problema central de la disputa?
Santa Rosa emergió con posterioridad a que Colombia y Perú firmaran sus tratados fronterizos. Consultado por El Espectador hace unos años, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia afirma que la isla “es una formación nueva, colindante a la isla de Chinería, que surgió con posterioridad a 1929, fecha en la que se estableció el régimen de islas en el río Amazonas y se hizo la única asignación hasta la fecha, desde el tratado Lozano-Salomón de 1922. El movimiento de sedimentación del río Amazonas ha hecho que estas se hayan movido y, como en el caso de Santa Rosa, hayan surgido nuevas islas en el transcurso de los años”.
La Cancillería aclara que la isla de Chinería pertenece a Perú desde 1929, cuando se asignaron las islas en el río Amazonas. ¿A quién pertenece la isla de Santa Rosa? Esta sería hasta ahora una pregunta sin respuesta, un tema pendiente. Según la Cancillería, “es importante resolver jurídicamente un hecho que surge después de un tratado y de unas definiciones derivadas de este tratado. Hay que asignar las nuevas islas que se han formado desde 1929 y eso lo deben tratar las armadas de los dos países y las cancillerías. Por el momento, cada país ha manifestado su punto de vista”.
Un estudio de Fabián Novak y Sandra Namihas titulado Perú-Colombia: La construcción de una asociación estratégica y un desarrollo fronterizo, publicado en 2011 por la Universidad Católica del Perú, indica que Santa Rosa emergió en 1965 y registra otras “islas nuevas”, como la isla Patrulleros-Vamos, que apareció a inicios de 1950, y las islas Corea y Coreíta, emergidas a finales de 1940, entre otras.
El documento indica que el artículo 1º del Tratado de Límites y Navegación Fluvial de 1922, celebrado entre Perú y Colombia, fija como límite entre ambos países, en el sector comprendido entre la confluencia del río Atacuari con el río Amazonas hasta el límite entre el Perú y el Brasil de 1851, el thalweg del Amazonas. El thalweg se define como “la línea no interrumpida determinada por los puntos más profundos de un río, a lo largo de su cauce”.
El problema es que, debido a los cambios hidromorfológicos, el thalweg cambia y se desplaza. Asimismo se producen variaciones continuas en el lecho del río, “cambiando totalmente el curso principal o abriendo nuevos cursos secundarios que causan alteraciones en las islas existentes, desaparición y aparición de nuevas islas, lo cual, como regla general, altera el trazo del límite en el thalweg. A esta situación debemos añadir que por la variación y el desplazamiento del thalweg, las islas también han variado de posición, pasando de un lado a otro del thalweg”.
Así, pues, las fronteras existentes hoy entre Perú y Colombia, al menos en ese tramo del río Amazonas, son muy diferentes a las pactadas en los tratados. Perú, por su parte, no quiere dar el brazo a torcer y se apega por completo al tratado original, sin tener en consideración la naturaleza cambiante de los ríos.
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