Javier Milei no rompe el patrón, lo continúa
La elección en Argentina del “León” o del “Loco”, como algunos lo llaman, se puede leer también en clave regional, donde más allá de una lógica de izquierda-derecha, su ascenso responde más hacia una preferencia por aquello que se muestra diferente a lo que ya se conoce, en medio de un contexto de pospandemia y de insatisfacción.
María José Noriega Ramírez
Se ha dicho que la victoria de Javier Milei en Argentina marca un cambio de época, pues con su triunfo en las urnas alejó al peronismo del poder, que ahora entra en la tarea de redefinirse como fuerza de oposición. Su sorpresivo ascenso, que tomó vuelo en las primarias de agosto y que se consolidó con una fuerte ventaja la semana pasada frente a Sergio Massa en la última batalla por la Presidencia, también ha dejado huella en la región. De hecho, Jair Bolsonaro y Donald Trump se alegraron por él y lo felicitaron. Milei “realmente haría grande a Argentina otra vez”, aseguró el expresidente estadounidense, mientras que el brasileño, que asistirá a la toma de posesión en Buenos Aires el 10 de diciembre, aplaudió una victoria de “la honestidad, el progreso y la libertad”, y aseguró que “tiene un gran trabajo por delante, que va más allá de Argentina”. De hecho, tanto bolsonaristas como mileistas han insinuado que la victoria del argentino sería el abrebocas para un eventual regreso al poder de Trump y Bolsonaro en los próximos años.
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Se ha dicho que la victoria de Javier Milei en Argentina marca un cambio de época, pues con su triunfo en las urnas alejó al peronismo del poder, que ahora entra en la tarea de redefinirse como fuerza de oposición. Su sorpresivo ascenso, que tomó vuelo en las primarias de agosto y que se consolidó con una fuerte ventaja la semana pasada frente a Sergio Massa en la última batalla por la Presidencia, también ha dejado huella en la región. De hecho, Jair Bolsonaro y Donald Trump se alegraron por él y lo felicitaron. Milei “realmente haría grande a Argentina otra vez”, aseguró el expresidente estadounidense, mientras que el brasileño, que asistirá a la toma de posesión en Buenos Aires el 10 de diciembre, aplaudió una victoria de “la honestidad, el progreso y la libertad”, y aseguró que “tiene un gran trabajo por delante, que va más allá de Argentina”. De hecho, tanto bolsonaristas como mileistas han insinuado que la victoria del argentino sería el abrebocas para un eventual regreso al poder de Trump y Bolsonaro en los próximos años.
Pero mientras eso sucede, porque aún falta tiempo y quedan varias cosas por ver, de lo que sí se está hablando ahora es que Milei, como otros más, representa “una rebelión frente a los oficialismos”, o al menos así lo cree Matías Franchini, profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, que confiesa que es un pensamiento que ronda por aquellos que se dedican a reflexionar alrededor de la región: “Las sociedades latinoamericanas están cansadas y no confían en sus autoridades”, en un contexto pospandemia, en medio de una década de falta de crecimiento económico y de problemas de seguridad. Y ahí menciona, por ejemplo, el caso de Chile, donde se eligió a un gobierno de izquierda, el de Gabriel Boric, tras el estallido social de 2019 y, además, donde se estableció una asamblea constituyente de esa misma línea. Luego, año y medio después, fue reemplazada por una de derecha, que está a la espera de la votación del proyecto en diciembre.
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Parece que los electorados en América Latina están castigando a los oficialismos, y en eso está de acuerdo Fernando Dopazo, consultor político argentino: “Esto es más que la lógica izquierda-derecha. Esto hay que pensarlo en una lógica de oficialismo-oposición. Desde 2002 a 2015, que podríamos decir que es el boom de los commodities, que favoreció a América Latina, la tasa de reelección del oficialismo fue del 56 %. De 2015 para acá, contando todas las elecciones presidenciales, solo tenemos dos aspiraciones del oficialismo que lograron continuidad: en Ecuador, cuando Lenín Moreno sucedió a Rafael Correa, más allá de la pelea política entre ellos, y ahora con el Partido Colorado en Paraguay, donde Santiago Peña está sucediendo a Mario Abdo. Es decir, el 80 % de las elecciones quedaron en manos de la oposición”. Eso ocurre justo cuando las sociedades están cada vez más exigentes y se sienten aún más desprotegidas. De ahí que, según él, “se empoderen aquellas alternativas que representan algún tipo de cambio”, entre ellas Milei.
Pero él, el León o el Loco, como algunos lo llaman, no rompe el patrón, más bien lo continúa. “Esto no se trata de que América Latina elige izquierda, sino de que América Latina elige lo contrario a lo que ya existe”, menciona Franchini, y eso ya se ha visto con Bolsonaro en Brasil y con Nayib Bukele en El Salvador, que ahora está tratando de derribar las barreras constitucionales para reelegirse y mantenerse en el poder. Es decir, son personas que se perciben fuera del sistema político o que al menos ofrecen un discurso que los separa de la clase dirigente. Por eso cree que el mensaje detrás de esto es de preocupación y pone a pensar a los gobiernos actuales, entre ellos al de Gustavo Petro en Colombia, sobre qué pasaría si no se satisfacen las demandas ciudadanas en los próximos años.
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Por su parte, el politólogo argentino Julio Burdman considera que “los gobiernos tienen que pensarse a sí mismos como parte de arreglos mayores. En general, entre los años 90 y los 2000, se había instaurado la idea de que era necesaria la continuidad para poder garantizar la estabilidad de las políticas, pero si América Latina comprende como región que sus gobiernos son de un mandato, entonces se hace necesaria la cultura del acuerdo y la continuidad entre gobiernos disímiles. Así las políticas tendrían duración, más allá de un período presidencial”. En medio de ello, reconoce que Milei se identifica con Bolsonaro y Trump, sí, pero también con el Partido Vox de España y con José Antonio Kast en Chile, a quien Borci derrotó en las urnas en 2021. Por eso se atreve a decir que el argentino se siente parte de una oleada internacional de derecha, donde ha encontrado una identidad política que lo respalda.
Sin embargo, asegura que Milei, más allá de Bolsonaro y de todas esas figuras, se entiende mejor desde su “peculiaridad argentina, pues es deudor de una demanda de soluciones económicas”. Él es economista y se hizo famoso, precisamente, por proponer soluciones efectistas para los grandes problemas, como la inflación y la falta de dólares, así como la inestabilidad financiera y los bajos ingresos. “No sé si lo votaron tanto por parecerse al brasileño”, dice Burdman, “creo que lo hicieron más por sus propuestas y sus promesas”.
Entretanto, quizá, como lo menciona Dopazo, la más reciente elección en Argentina deja una enseñanza mayor para Latinoamérica: “Buscar gobiernos a la altura, que empiecen a dar respuestas. El compromiso de cambio no es un cheque en blanco”.
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