Jefe del Estado Mayor: “Es posible un ataque de Al Qaeda o Isis contra EE. UU.”
En una comparecencia ante el Senado de Estados Unidos, los jefes militares máximos al frente de la operación de salida de Afganistán hablaron sobre los errores cometidos, la advertencia que le hicieron a Joe Biden de mantener un retén de soldados americanos y sobre la posibilidad de un ataque de Al Qaeda o Isis desde ese país.
Mark Milley, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos, Lloyd Austin, secretario de Defensa, y Gen Kenneth ‘Frank’ McKenzie, jefe del Comando Central, comparecieron ante el comité de Servicios Armados del Senado estadounidense, dada la retirada del país norteamericano de Afganistán. Argumentando errores de cálculo y reconociendo que le advirtieron al presidente Joe Biden mantener un grupo de 2.500 soldados allí, a pesar de que el primer mandatario lo ha negado, los máximos jefes militares admitieron que la guerra de más de 20 años en territorio afgano no culminó como esperaban.
Tener a los talibanes ejerciendo el poder desde Kabul, cuando “ellos pertenecen a una organización que fue y sigue siendo terrorista”, en palabras de Milley, es la prueba máxima del daño causado a la administración Biden en los meses que lleva funcionando. Y es que lo sucedido tiene sus raíces en las negociaciones realizadas en Doha, y en la insatisfacción que estas dejaron en los soldados afganos. “No entendimos del todo la profundidad de la corrupción y el liderazgo mediocre en sus rangos superiores, tampoco el efecto dañino de las rotaciones frecuentes e inexplicables hechas por el presidente Ghani con sus comandantes”, agregó Austin, quien a pesar de defender la salida de Estados Unidos de Afganistán, no logró evitar que en el recinto resonara la idea de que los errores cometidos se tradujeron en un costo muy alto para el país: la muerte de 13 de sus soldados y el dejar atrás a muchos de sus ciudadanos.
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Milley, por su parte, expresó la incertidumbre frente a qué se puede esperar teniendo a los talibanes a la cabeza. “No me hago ilusiones con respecto a con quién estamos tratando. Queda por ver si los talibanes pueden o no consolidar el poder, o si el país se fracturará aún más en una guerra civil”, advirtiendo la posibilidad de que se reconstituyan Al Qaeda y el Estado Islámico, siendo esto “una amenaza real para Estados Unidos”.
El jefe del Estado Mayor también se enfrenta a una controversia relacionada con la publicación del más reciente libro de los periodistas Bob Woodward y Robert Costa, Peril, sobre los últimos momentos de la presidencia de Donald Trump y los primeros pasos de la administración Biden. En el libro se argumenta que Milley realizó dos llamadas secretas a su homólogo chino, Gen Li Zuocheng, advirtiendo que Washington no atacaría Beijing, así como se lee que dio la orden a funcionarios del Pentágono para que le notificaran si Trump ordenaba un ataque nuclear.
Frente a ello, varios republicanos le han solicitado su renuncia, mientras que Milley se ha defendido diciendo que las llamadas se coordinaron con el secretario de Defensa y con otros oficiales de la administración Trump. “Mi tarea en ese momento era reducir la tensión. Mi mensaje fue coherente: mantén la calma. No te vamos a atacar”.
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Mark Milley, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos, Lloyd Austin, secretario de Defensa, y Gen Kenneth ‘Frank’ McKenzie, jefe del Comando Central, comparecieron ante el comité de Servicios Armados del Senado estadounidense, dada la retirada del país norteamericano de Afganistán. Argumentando errores de cálculo y reconociendo que le advirtieron al presidente Joe Biden mantener un grupo de 2.500 soldados allí, a pesar de que el primer mandatario lo ha negado, los máximos jefes militares admitieron que la guerra de más de 20 años en territorio afgano no culminó como esperaban.
Tener a los talibanes ejerciendo el poder desde Kabul, cuando “ellos pertenecen a una organización que fue y sigue siendo terrorista”, en palabras de Milley, es la prueba máxima del daño causado a la administración Biden en los meses que lleva funcionando. Y es que lo sucedido tiene sus raíces en las negociaciones realizadas en Doha, y en la insatisfacción que estas dejaron en los soldados afganos. “No entendimos del todo la profundidad de la corrupción y el liderazgo mediocre en sus rangos superiores, tampoco el efecto dañino de las rotaciones frecuentes e inexplicables hechas por el presidente Ghani con sus comandantes”, agregó Austin, quien a pesar de defender la salida de Estados Unidos de Afganistán, no logró evitar que en el recinto resonara la idea de que los errores cometidos se tradujeron en un costo muy alto para el país: la muerte de 13 de sus soldados y el dejar atrás a muchos de sus ciudadanos.
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Milley, por su parte, expresó la incertidumbre frente a qué se puede esperar teniendo a los talibanes a la cabeza. “No me hago ilusiones con respecto a con quién estamos tratando. Queda por ver si los talibanes pueden o no consolidar el poder, o si el país se fracturará aún más en una guerra civil”, advirtiendo la posibilidad de que se reconstituyan Al Qaeda y el Estado Islámico, siendo esto “una amenaza real para Estados Unidos”.
El jefe del Estado Mayor también se enfrenta a una controversia relacionada con la publicación del más reciente libro de los periodistas Bob Woodward y Robert Costa, Peril, sobre los últimos momentos de la presidencia de Donald Trump y los primeros pasos de la administración Biden. En el libro se argumenta que Milley realizó dos llamadas secretas a su homólogo chino, Gen Li Zuocheng, advirtiendo que Washington no atacaría Beijing, así como se lee que dio la orden a funcionarios del Pentágono para que le notificaran si Trump ordenaba un ataque nuclear.
Frente a ello, varios republicanos le han solicitado su renuncia, mientras que Milley se ha defendido diciendo que las llamadas se coordinaron con el secretario de Defensa y con otros oficiales de la administración Trump. “Mi tarea en ese momento era reducir la tensión. Mi mensaje fue coherente: mantén la calma. No te vamos a atacar”.
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