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Hay un punto clave de las elecciones de 2020 que los medios no comunicamos con suficiente claridad: Joe Biden, a pesar de convertirse en el presidente de la nación tras esos sufridos y polémicos comicios, no se había convertido en el hombre más poderoso de Washington D. C. Dicho título recaería en tres -quizá hasta cinco- figuras del Senado, con un hombre nacido en Farmington, West Virginia, como la más importante de todas las fichas. ¿De quién se trata y por qué es tan poderoso?
Las elecciones generales de 2020 dejaron las fuerzas en el Senado empatadas a 50 votos en la práctica: 50 votos para los republicanos, 48 votos para los demócratas y dos para los independientes, que votan casi incondicionalmente del lado liberal. Con un escenario tan polarizado, ninguno de los partidos tiene margen de error. Es decir, a la hora de votar a favor o en contra de un proyecto, tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano necesitan que todas sus fichas voten en bloque para avanzar o detener sus planes. Ahí es cuando entran los considerados “moderados” en sus partidos -militantes que no comparten todas las visiones de su equipo- empiezan ejercer un poder sin precedentes en la cámara alta: exigen condiciones especiales a cambio de sus votos.
Del lado republicano en esa lista de poderosos aparecen el senador Mitt Romney y las senadoras Lisa Murkowski y Susan Collins, aunque todavía no los hemos visto ejercer su verdadero poder. Del lado demócrata tenemos a Jon Tester, de Montana, y al senador de West Viginia, Joe Manchin, a quien sí hemos podido ver practicando su influencia en más de una ocasión durante este año, como con las trabas que le puso al proyecto de ley de alivio económico por la pandemia de Biden, por ejemplo. Manchin presionó a los demócratas para una mayor limitación y control en la elegibilidad de los pagos de dicho proyecto. Si no obtenía lo que quería, no daría su voto, por lo que el proyecto habría quedado herido de muerte al ser casi seguro que ningún republicano lo iba a apoyar.
“¿Disfrutas tu posición como el senador más poderoso?”, le preguntó un presentador de Fox News a Manchin en abril. “Deseo que no. Eso sería horrible”, contestó el senador.
El senador Manchin, un administrador de empresas de la Universidad de West Virginia, ostenta algunas de las victorias más impresionantes de la política estadounidense en la era moderna, considerando que ha podido triunfar con el Partido Demócrata en un estado mayoritariamente favorable para los republicanos. Esto lo ha conseguido balanceando estratégicamente sus apoyos sobre los proyectos del Congreso para no incomodar a sus votantes, así eso signifique abandonar la agenda demócrata. Según FiveThirtyEight, Manchin trabaja más con los republicanos que con su propio partido.
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Manchin, quien se definió como un “demócrata conservador moderado”, luce satisfecho con su posición y lo podemos ver ahora que ha regresado al reflector con su negativa de apoyar el ambicioso plan económico del presidente Biden, bautizado como Build Back Better (BBB, por su sigla en inglés). La falta de este apoyo tiene tres consecuencias: en primer lugar, es un duro golpe para Biden en este momento, considerando que su aprobación en cuanto a economía es la peor desde la administración de Jimmy Carter. El BBB era su proyecto emblema y con este esperaba impulsarse. Tras el bloqueo de Manchin, Goldman Sachs recortó su previsión sobre el PIB de EE. UU. para el primer trimestre.
En segundo lugar, es un golpe casi mortal para los demócratas de cara a las elecciones de medio término del próximo año. Sin proyecto de infraestructuras no habrá cómo mantener satisfechos a los electores. Por otro lado, abre la puerta a una vieja disputa dentro del partido. Los moderados culpan a los progresistas de presentar un proyecto “muy ambicioso”. El rifirrafe destruye la unidad proyectada en las pasadas elecciones y las pullas entre el mismo equipo son un desastre en plena campaña. El senador Bernie Sanders de Vermont ya comenzó a atacar con todo a Manchin, a quien calificó de ser un tipo “sin agallas”. Todo esto podría significar perder el control de la cámara alta y quizás también de la cámara baja. Es algo que quizás no tiene reversa, según los números actuales e históricos.
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Pero la consecuencia más importante tiene que ver con los ciudadanos, quienes son los verdaderos perdedores si se hunde el proyecto. Hablemos un poco de su contenido: el plan de infraestructuras de Biden plantea financiar el cuidado infantil de niños menores de seis años para aliviar la carga sobre millones de familias pobres, expandir el crédito tributario por hijos -una política que reforzó los pagos mensuales a las familias con hijos y redujo la pobreza infantil en 25 %-, ampliar el seguro médico para dos millones de estadounidenses de bajos ingresos, la creación de viviendas de alquiler asequible, licencia pagada para los nuevos padres o por enfermedad y, quizá lo más importante, otorgar créditos sobre energía limpia.
Eso último quiere canalizar miles de millones de dólares en iniciativas verdes para, a su vez, reducir las emisiones de carbono y al impulso de vehículos eléctricos. Esto, cabe resaltar, tiene una implementación difícil que se pagaría con aumentos de impuestos a las corporaciones y a los ricos, aunque no serían suficientes ingresos para cubrirlo todo. Cada programa propuesto corre el riesgo de quedar hecho trizas ante la negativa de Manchin de votar sí. ¿A qué se debe su resistencia?
Este senador, que representa un estado donde la industria del carbón es fuerte (él mismo representa negocios de este tipo), ha dicho que la transición verde ya está ocurriendo de todas maneras y por eso no es necesario el proyecto. Esto tiene que ver con sus votantes respirándole en la nuca, por supuesto.
El senador de West Virginia nunca ha estado de acuerdo con el BBB, por considerarlo una política “colosal” que podría empeorar la ya disparada inflación y argumentando que sería un daño fiscal enorme. Pero, considerando la relevancia sobre el carbón en su estado, por ejemplo, la pregunta de fondo es: ¿está tratando Manchin de ejercer presión para buscar un mejor trato para él? Después de todo, el senador confesó que votaría “no” directo en Fox News. Es una estrategia que ha usado antes para hacer cambios en otros proyectos, como el de la Ley del Pueblo, que busca ampliar los derechos de los votantes.
El Congreso ya salió a su descanso y el proyecto se votará hasta el otro año, lo que le deja a Manchin un margen de varios días para que Biden y su equipo, que lucen bastante molestos con él, quieran conciliar de alguna manera en los puntos en discordia, como el gasto en energías limpias y, en especial, el crédito tributario por hijos. Manchin solo quiere restarle aún más presupuesto a un proyecto que comenzó en los US$6 billones y ya logró rebajar dos veces, la primera a US$3,5 billones y luego al monto actual de US$1,75 billones. Entender a Manchin es sencillo: su motivación va dirigida a sus electores. Después de todo, representa a un estado profundamente conservador -el segundo que más votó por Donald Trump en 2020- y actúa en consecuencia con esto.
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Este año, los demócratas han tenido que acceder a todas las condiciones de Manchin, como retirar un programa para reemplazar la energía eléctrica del carbón por energía verde del documento final del BBB y eliminando la licencia pagada para cuidado un nuevo hijo o atender un pariente enfermo del proyecto. Manchin, que ya ha conseguido mucho, quiere mucho más, y si Biden quiere salvar su agenda deberá concederle sus deseos. El país está a la merced de lo que quiera el hombre de West Virginia, quien debería recordar la épica frase que el Tío Ben le dice a Peter Parker, ahora que se puso otra vez de moda: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Si bien su posición como representante de ese estado es complicada, Manchin debería considerar el impacto que tiene su “no” en millones de vidas. El panorama no es muy alentador para el proyecto como fue presentado, pero no hay que darlo por muerto totalmente. Todo se dará según los términos que quiera Manchin, quien le muestra a Biden que él lo necesita más a él de lo que el senador requiere la ayuda del presidente.
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