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En una carta firmada por el médico del Ejército estadounidense, Joshua R. Simmons, que fue publicada este sábado, se lee que la candidata demócrata a la Presidencia, Kamala Harris, tiene “excelente salud” y “la resistencia física y mental necesaria para ejecutar con éxito los deberes” como jefa de Estado, si sale electa el próximo 5 de noviembre en las urnas.
Según el reporte, la actual vicepresidenta tiene alergias estacionales, urticaria y es miope. Tiene todas las vacunas al día. Su examen físico más reciente, realizado en abril, y sus análisis de sangre de rutina no levantaron ningún tipo de alarma: “No tiene antecedentes personales de diabetes, hipertensión, colesterol alto, enfermedades cardíacas, enfermedades pulmonares, trastornos neurológicos, cáncer u osteoporosis”. Harris toma suplementos de vitamina D3 y usa lentes de contacto. De vez en cuando utiliza medicamentos como Allegra, spray nasal y gotas para los ojos. Maneja una dieta “muy saludable”, no consume productos derivados del tabaco y toma alcohol “solo ocasionalmente y con moderación”.
La publicación de su informe de salud fue considerada por su círculo cercano como una oportunidad para llamar la atención sobre el estado físico y mental del candidato republicano, Donald Trump, quien, de resultar electo, sería el mandatario con mayor edad en la Casa Blanca, además de que no ha dado detalles sobre su historial médico. De hecho, la edad y las aptitudes para permanecer en la Oficina Oval, seguidas de una ola de presiones para que se apartara del cargo, fueron algunas de las razones que llevaron al presidente Joe Biden a renunciar a la reelección.
El expresidente Trump no ha hecho públicos sus registros médicos. En noviembre del año pasado se limitó a publicar en redes sociales una carta de su doctor, Bruce Aronwald, que decía que su “salud general es excelente”. Sin embargo, según documentó recientemente The Guardian, el magnate se ha mostrado cada vez más incoherente en los actos públicos. De acuerdo con los expertos médicos, arrastra las palabras, se traba al pronunciarlas, lanza improperios y muestra signos de deterioro cognitivo, propios de alguien que se acerca a los 80 años. “Compara su edad y vitalidad con las de él”, dijo el principal asistente de Harris, de 59 años, el sábado por la mañana.
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