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El gobierno de Joe Biden anunció el martes que planea abrir más de 320.000 km2 en el golfo de México a la exploración petrolera y de gas. La decisión se toma luego de que un tribunal falló en contra de la moratoria impuesta por el gobierno en la región y representa un duro revés para la agenda climática del presidente, pues en campaña había prometido poner fin a las nuevas perforaciones de pozos exploratorios de petróleo y al arrendamiento de gas a nivel federal.
Biden había detenido las subastas de perforación después de asumir el cargo en enero, esperando un análisis de sus impactos en el medio ambiente. Sin embargo, un juez federal ordenó la reanudación de las subastas apuntando que la ley requería que el gobierno ofreciera acres de tierra a la industria del petróleo y el gas.
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El anuncio fue muy mal recibido por los grupos de defensa del medioambiente liderados por Earthjustice, quienes ya demandaron a la Oficina de Administración de Energía Oceánica, una agencia del Departamento del Interior, y a la secretaria del Interior, Deb Haaland.
“Esta venta es profundamente decepcionante. La administración se doblegó ante la industria petrolera al apoyarse en su campaña de desinformación y presión política, ignorando la urgencia climática creciente a la que estamos confrontados”, declaró Brettny Hardy, abogada de Earthjustice.
Friends of the Earth, Healthy Gulf, Sierra Club and Center for Biological Diversity también acompañaron la demanda.
El dato: la subasta, que se anunciará entre septiembre y octubre, es aproximadamente del mismo tamaño que el realizado por la administración de Donald Trump, quien restó importancia a las amenazas del calentamiento global y maximizó la producción de combustibles fósiles.
A medida que la crisis climática empeora, crece la presión para que Biden y su equipo, en especial su especial para asuntos climáticos, John Kerry, tomen acciones. Kerry se encuentra de gira tratando de asegurar compromisos climáticos con otras naciones de cara a la conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre el cambio climático que tendrá lugar en noviembre en Glasgow, Escocia.
Para Kerry el tiempo está corriendo. Los cuatro años de inacción de Trump dejó a Estados Unidos mal parado, y Biden necesita demostrar progresos significativos en la descarbonización para recuperar la credibilidad internacional.
Pero, si bien la administración Biden comenzó fuerte en el cumplimiento de su agenda climática, con la reincorporación al Acuerdo de París, el demócrata se ha perdido en el proceso de gobernanza y no se está viendo un cambio significativo respecto a la era Trump.
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Un informe del Centro para la Diversidad Biológica, que evaluó las 25 promesas claves de Biden respecto al medio ambiente en sus primeros seis meses de gobierno, le dio a la actual administración una calificación de C- con la recomendación de que “necesita mejorar”. Las críticas parten de la velocidad con la que se han adoptado los cambios. Mientras que la administración Trump fue apresurada en la elaboración de sus reglas, la administración Biden ha sido muy lenta.
Los progresistas, como la representante Alexandria Ocasio-Cortes, han señalado que incluso el proyecto de infraestructura de Biden que ha presentado como la mayor esperanza de acción legislativa contra el cambio climático no es un progreso real.
“Las acciones sobre el clima del proyecto de ley de infraestructura bipartidista son inadecuadas. Son solo una especie de gestos, pero no son un progreso real y sustantivo”, dijo Ocasio-Cortes.
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