La agridulce cumbre sobre Venezuela, ¿qué reflexiones quedan?
Tres analistas, expertos en la situación política venezolana, dan su balance. Aunque todos apuntan la falta de organización, sus conclusiones son muy distintas: mientras, por un lado, se ven buenas señales, por otro se ve una oportunidad perdida que terminó radicalizando más a Nicolás Maduro.
El pasado 25 de abril Bogotá fue la anfitriona de la esperada Conferencia Internacional sobre el Proceso Político de Venezuela, convocada por el gobierno de Gustavo Petro.
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El pasado 25 de abril Bogotá fue la anfitriona de la esperada Conferencia Internacional sobre el Proceso Político de Venezuela, convocada por el gobierno de Gustavo Petro.
El encuentro, al que asistieron representantes de 20 países (y que no contó con la participación ni del gobierno de Nicolás Maduro ni de la oposición), tenía como objetivo, en palabras del canciller colombiano, Álvaro Leyva, de “poner la cancha” para empezar a hablar de elecciones libres en el vecino país.
En otros espacios, delegados como el de la Unión Europea, Josep Borrell, representante de Asuntos Exteriores del bloque, o Jon Finer, viceasesor principal de Seguridad Nacional de Estados Unidos, dieron declaraciones en línea con la necesidad de que el régimen de Maduro entregue señales de democracia para empezar a pensar en levantamiento de sanciones, algo aparentemente similar a la analogía de Gustavo Petro de avanzar sobre “dos rieles”.
Sin embargo, el encuentro organizado por Colombia terminó con una declaración del canciller Leyva, no con una declaración conjunta de todos los países que vinieron y que están interesados en una restauración democrática en Venezuela. Eso es visto por algunos como una mala señal.
Consultamos a tres personas expertas en la historia y la situación política venezolana para que compartieran con nosotros sus percepciones sobre el encuentro.
La cumbre, según Eglée González Lobato
El balance de Eglée González Lobato, consultora político-electoral venezolana, es en general muy positivo.
Para ella, “la cumbre tiene un gran valor dentro de los esfuerzos diplomáticos porque el problema de Venezuela es de ámbito regional, a lo que se tiene que dar respuesta regional”.
Califica de “significativos” los tres puntos resaltados en la declaración final: que se mencione, primero, el cronograma electoral, pero además con el mensaje de que se tenga en cuenta a la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea, presente en las más recientes elecciones regionales de Venezuela. Destaca la importancia de esto, pues se podría leer como un aterrizaje de las aspiraciones de la oposición, pero también que se ponga fecha a los comicios para “evitar decisiones unilaterales de Maduro”, como tratar de tomar ventaja adelantando las elecciones.
Resalta también el segundo punto: que el levantamiento de sanciones sea progresivo y tenga como contraparte indicios de compromiso con la democracia por parte del gobierno de Maduro. Finalmente, subraya que en el último punto se reconociera la importancia de la negociación en México.
Concluye apuntando a que “hay muchos detractores de cualquier negociación que se logre en Venezuela, pero no se puede trasladar la polarización en Colombia y descartar los esfuerzos por una resolución de la crisis política venezolana”.
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La cumbre, según Ronal Rodríguez
Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, resume la cumbre como una oportunidad perdida.
Como primera falla destaca que no se haya logrado una declaración conjunta, lo que, para él, demuestra la falta de planeación. “Son acuerdos que se hacen desde la convocatoria, cuando se empiezan a determinar las posiciones, se construyen consensos y a medida que avanza la discusión logran sacar una declaración conjunta”. Eso no sucedió.
Por otro lado, no fue la cumbre de cancilleres que se anunció, pues muchos de los asistentes, dice Rodríguez, eran funcionarios de segundo o tercer nivel. Considera, además, que se usó como plataforma “para tratar de presentar liderazgos en el presidente Petro y el canciller que todavía no logran consolidarse”.
En tercer lugar, asegura que el discurso del presidente Petro no estuvo a la altura de la ocasión, lleno de lugares comunes. Señala la ausencia de “puntos en los que Colombia debe tener una postura clara”, como la seguridad en la frontera o el abordaje de la migración.
Para él, la cumbre fue una “oportunidad perdida”, sobre todo teniendo en cuenta los estrechos vínculos que hay entre la aspiración de paz total y la recuperación de Venezuela.
En vez de ofrecer instrumentos concretos para una solución en el vecino país, Rodríguez cree que “la conferencia terminó sirviendo para que las posturas del régimen de Maduro terminaran más radicalizadas y que exigiera más cosas, en un tono más desafiante”.
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La cumbre, según Margarita López Maya
Para Margarita López Maya, profesora e historiadora venezolana, el evento falló en su organización. “Era difícil saber si iba a llegar a buen puerto o cuál era el objetivo”, dice.
Dada la falta de claridad sobre la agenda y la incertidumbre previa en general, afirma que es “positivo” que finalmente se llevara a cabo y con la participación de 19 países. Más allá de eso, destaca como buen resultado que la situación en Venezuela volviera a tener visibilidad.
Sin embargo, apunta que la declaración final se vio debilitada al haber sido del canciller Leyva y no una conjunta entre todos los asistentes.
Más de fondo, se lamenta de que todos estos esfuerzos quedaran al final en lo que “ya se sabía”.
“Si se revisan las declaraciones del gobierno de Maduro del día anterior, son declaraciones terribles, que demuestran una vez más que no hay disposición para una negociación, para el reconocimiento del otro como un contrincante a su altura”, dice. Señala, por supuesto, lo salidas de proporción que están las demandas de Maduro, pues evidentemente la mesa en México no tiene ninguna injerencia en asuntos como la orden de captura de la Corte Penal Internacional.
“Hay escasos incentivos para la negociación por parte de Maduro. Para la Plataforma Unitaria hay incentivos, pero también hay fragmentación, como vimos con la jugada de Juan Guaidó y de Voluntad Popular”, agrega.
Hacia el futuro, López Maya asegura que si se da una segunda cumbre, como se anunció, el Gobierno colombiano debe poner una agenda más clara para analizar de antemano los objetivos y si son alcanzables.
Mientras tanto, afirma que ante la evidente falta de voluntad del gobierno de Maduro, el trabajo de los gobiernos interesados debería centrarse en cómo se pueden ir logrando avances en frentes importantes, como la crisis humanitaria y el declive del aparato productivo por medio de la cooperación internacional y de la mano con la sociedad civil, trabajo que ya se hace y debe continuar, según López Maya.
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