La Cuba que Díaz-Canel se resiste a ver
Las masivas protestas en Cuba parecen estar lejos de ser provocadas por mercenarios estadounidenses, como piensa el gobierno local. ¿Qué fue lo que despertó la ira de los cubanos?
Camilo Gómez Forero
Nicolás Marín
Muchos de los problemas actuales de Cuba no tienen que ver con el embargo estadounidense, sino con las malas decisiones gubernamentales. Aun así, el régimen castrista se resiste a ver sus propios errores, o mucho peor que eso: decide esconderlos.
“¿Cómo explicar que circulen medicamentos en Venezuela producidos en Cuba y que esos mismos no aparezcan en ese país? ¿Cómo explicar que durante la pandemia continuara la construcción de hoteles, que están en manos de una empresa creada por los militares, para mantener el control sobre el turismo? ¿Y cómo explicar que los hoteles tengan un total abastecimiento de muchos productos cuando los ciudadanos de a pie tienen que hacer largas colas para adquirir estos productos en una moneda que ni siquiera ganan? Estas son decisiones que nada tienen que ver con el embargo. El mismo Miguel Díaz-Canel usa entonces las sanciones como excusa para justificar la represión”, señala el profesor Sergio Ángel Baquero, del Programa Cuba, un centro de pensamiento de la Universidad Sergio Arboleda.
Para Ángel Baquero, el embargo estadounidense ha sido un “comodín” que ha usado el régimen cubano para culpar a un tercero, en este caso Estados Unidos, de sus propias decisiones.
“Por eso soy partidario de eliminar las sanciones, para quitarle ese discurso a la dictadura. El mayor éxito del régimen castrista en el poder ha sido de carácter simbólico, porque ha logrado convertir derrotas en victorias utilizando como un elemento discursivo la narrativa del embargo como una excusa para no reconocer sus propios errores”, dice Ángel Baquero.
Puede leer: Cuba dice que EE. UU. quiere provocar “estallidos sociales”; Biden le responde
Pero el régimen cubano ya no está consiguiendo tapar sus pasos en falso con esa excusa. Cuba era desde hace tiempo una olla de presión que terminó estallando el pasado fin de semana con las manifestaciones más grandes en las últimas décadas. Desde el Maleconazo en 1994 no se veía algo de estas características, destacando que lo del domingo fue mucho más amplio y trascendental, si se tiene en cuenta que las manifestaciones no arrancaron en La Habana, sino en San Antonio de los Baños, y se desarrollaron en casi todas las provincias de la isla.
“La manifestación no arrancó el domingo, sino el sábado en redes sociales con el numeral #SOSCuba y #SOSMatanza, que tuvo que ver concretamente con la situación de la pandemia en la provincia de Matanza, donde los registros de casos para algunos estaban subregistrados y de un momento a otro llegaron hasta los 7 mil casos diarios. Esto quiere decir que había un engaño en las cifras o que de un momento a otro se disparó producto de mantener el turismo, sobre todo en Varadero. Esto lo que ocasionó fue un colapso del sistema sanitario por el que empezaron las manifestaciones. Estas tuvieron registro de más de un millón de tuits entre sábado y domingo. Y lo que comenzó en redes sociales, terminó llevando a los cubanos hasta las calles para manifestarse abiertamente”, destaca el profesor Ángel Baquero.
Frente al grito popular, el mandatario Miguel Díaz-Canel aseguró que se trataba de mercenarios contratados por Estados Unidos para desestabilizar al país, y que “la orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios”. Las declaraciones del presidente cubano, sucesor de Raúl Castro, cayeron mal en la Casa Blanca.
“Sería un grave error que el régimen cubano interprete lo que está pasando en decenas de ciudades y pueblos en toda la isla como el resultado o el producto de algo que haya hecho Estados Unidos. Simplemente no están escuchando las voces y la voluntad del pueblo cubano, gente profundamente, profundamente cansada de la represión que ha durado demasiado”, dijo el secretario de Estado de ese país, Anthony Blinken, a periodistas.
Todo indica que los problemas de la isla y el descontento que se manifiesta en diferentes puntos están lejos de la versión oficialista. Hay por lo menos tres causas, según el profesor Ángel Baquero, que llevaron al estallido en las calles. La primera es la situación sanitaria, por supuesto. Cuba no solo no cuenta con insumos básicos en términos médicos para atender a su población, sino que ve una explosión de los contagios, paradójicamente en un contexto en el que salen los resultados de sus vacunas que, sin embargo, no se pueden considerar porque no han culminado su tercera fase de investigación.
A pesar de que las autoridades habían logrado mantener en la raya al virus durante el año pasado, llegando a casi 1.500 muertes, durante las últimas semanas las cifras de casos subieron dramáticamente.
“Estoy aquí por el hambre, porque no hay medicinas, por los cortes de luz, porque falta de todo. Quiero un cambio total: un cambio de gobierno, elecciones multipartidistas y el fin del comunismo”, le dijo un manifestante al diario The Guardian.
En segundo lugar está la economía, con el recorte de los ingresos, producto de la caída en el turismo, y las medidas gubernamentales que han impactado a la ciudadanía. Díaz-Canel suspendió el peso cubano convertible (CUC), que era uno de los mecanismos para la doble monetización y que fungía como moneda de cambio con otras divisas como el dólar y el euro. Y Díaz-Canel también eliminó cualquier tipo de enmiendas desde Estados Unidos utilizando el dólar. Eso llevó a que el acceso a bienes de primera necesidad fuera mucho más difícil.
Y en tercer lugar está el malestar provocado por la represión y la falta de libertad. En Cuba incluso hay fronteras entre las provincias. Está prohibido que una persona viaje de una provincia a otra. Así las cosas, este control exacerbado ha hecho que las personas se manifiesten en contra de la dictadura.
¿Podrán escalar las protestas del fin de semana a una situación similar a la vista en Nicaragua en 2018?
“Lo veo muy poco probable”, dice Ángel Baquero. “Si bien lo que sucedió es inédito, el Estado cubano se ocupa de generar desánimos sobre las manifestaciones. Internet está cortado en la isla, nada más eso. Por ello, muchos de los activistas, periodistas, artistas y personas del común que se manifestaron el fin de semana amanecieron el lunes sin internet. Así es difícil establecer una organización de actividades. También muchos de los manifestantes ahora están desaparecidos. Eso hace que sea más difícil que la gente salga”, agregó.
Frente a la alta cantidad de contenido relacionada con las protestas, en donde se veían golpes y enfrentamientos entre autoridades y manifestantes, el gobierno decidió cortar la internet por momentos, limitando el uso de redes sociales y plataformas de mensajería. Netblocks, el portal que se dedica a analizar este tipo de fenómenos, afirmó que es probable que las restricciones selectivas limiten el flujo de información desde Cuba tras las protestas contra el gobierno. Un dato que llama la atención, especialmente porque la llegada a finales de 2018 de la internet móvil (3G) permitió la expresión de un descontento social sin precedentes en Cuba.
“Las métricas de Netblocks muestran que las plataformas de comunicación Whatsapp, Facebook, Instagram y así como algunos servidores de Telegram están interrumpidos en la empresa gubernamental Etecsa (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S. A. / AS27725) incluyendo Cubacel, la red celular operada por la única empresa de telecomunicaciones de Cuba. Los resultados corroboran los informes de los usuarios sobre las interrupciones de los servicios”, señaló la página.
Pero más importante que los cortes de internet y la campaña represiva para generar miedo en la población, a través de encarcelamientos, está el éxito de Cuba en sus estrategias de cooptación de la sociedad civil. No solo se siembra el miedo, sino que al no permitir que surja ningún movimiento independiente al de la revolución en el poder se corta de raíz cualquier intento de oposición al régimen.
“Es algo que explican diferentes autores a través del concepto de ‘autonomofobia’. Cualquier tipo de expresión autónoma por fuera del Estado ha sido reprimido. Cuando aparecieron los movimientos feministas, el Estado cubano creó una institución para hacer un ‘feminismo de Estado’. Después de tener a la comunidad LGBT en campos de reeducación en la década de 1960, el Estado creó un instituto para la comunidad LGBT. Y así se pueden enunciar diferentes expresiones autónomas. Y como no es aceptada ninguna expresión independiente, cualquier persona que participe de estas va a ser perseguida. Las fuerzas de seguridad incluso llegan a las casas a impedir la salida de los manifestantes”, concluye Ángel Baquero.
A la inédita manifestación del domingo en Cuba, entonces, le quedarían no semanas, sino días o incluso horas de vida.
“Para hoy mismo estará controlado desde el punto de vista del orden público. Esta es una dictadura y eso le permite tener un control totalmente diferente. Lo que no se resuelve es el tema de fondo, el hambre, la emergencia sanitaria. Es muy difícil con un gobierno tan obtuso, pero al mismo tiempo que siente que cualquier cosa es en términos de su propia desestabilización. El hambre no se va a resolver, el desabastecimiento no se va a resolver, el malestar no se va a resolver. Entonces lo que tendremos que ver en los próximos días, es cómo van a canalizar el descontento cuando la situación de fondo no se ha resuelto”, reconoce Ángel Baquero.
Entretanto, la represión de Díaz-Canel complica los diálogos con Estados Unidos, al mismo tiempo que en la Unión Europea, que le había dado un respiro a la dictadura en el poder, surge un interés por adoptar una postura mucho más dura frente a La Habana.
Muchos de los problemas actuales de Cuba no tienen que ver con el embargo estadounidense, sino con las malas decisiones gubernamentales. Aun así, el régimen castrista se resiste a ver sus propios errores, o mucho peor que eso: decide esconderlos.
“¿Cómo explicar que circulen medicamentos en Venezuela producidos en Cuba y que esos mismos no aparezcan en ese país? ¿Cómo explicar que durante la pandemia continuara la construcción de hoteles, que están en manos de una empresa creada por los militares, para mantener el control sobre el turismo? ¿Y cómo explicar que los hoteles tengan un total abastecimiento de muchos productos cuando los ciudadanos de a pie tienen que hacer largas colas para adquirir estos productos en una moneda que ni siquiera ganan? Estas son decisiones que nada tienen que ver con el embargo. El mismo Miguel Díaz-Canel usa entonces las sanciones como excusa para justificar la represión”, señala el profesor Sergio Ángel Baquero, del Programa Cuba, un centro de pensamiento de la Universidad Sergio Arboleda.
Para Ángel Baquero, el embargo estadounidense ha sido un “comodín” que ha usado el régimen cubano para culpar a un tercero, en este caso Estados Unidos, de sus propias decisiones.
“Por eso soy partidario de eliminar las sanciones, para quitarle ese discurso a la dictadura. El mayor éxito del régimen castrista en el poder ha sido de carácter simbólico, porque ha logrado convertir derrotas en victorias utilizando como un elemento discursivo la narrativa del embargo como una excusa para no reconocer sus propios errores”, dice Ángel Baquero.
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Pero el régimen cubano ya no está consiguiendo tapar sus pasos en falso con esa excusa. Cuba era desde hace tiempo una olla de presión que terminó estallando el pasado fin de semana con las manifestaciones más grandes en las últimas décadas. Desde el Maleconazo en 1994 no se veía algo de estas características, destacando que lo del domingo fue mucho más amplio y trascendental, si se tiene en cuenta que las manifestaciones no arrancaron en La Habana, sino en San Antonio de los Baños, y se desarrollaron en casi todas las provincias de la isla.
“La manifestación no arrancó el domingo, sino el sábado en redes sociales con el numeral #SOSCuba y #SOSMatanza, que tuvo que ver concretamente con la situación de la pandemia en la provincia de Matanza, donde los registros de casos para algunos estaban subregistrados y de un momento a otro llegaron hasta los 7 mil casos diarios. Esto quiere decir que había un engaño en las cifras o que de un momento a otro se disparó producto de mantener el turismo, sobre todo en Varadero. Esto lo que ocasionó fue un colapso del sistema sanitario por el que empezaron las manifestaciones. Estas tuvieron registro de más de un millón de tuits entre sábado y domingo. Y lo que comenzó en redes sociales, terminó llevando a los cubanos hasta las calles para manifestarse abiertamente”, destaca el profesor Ángel Baquero.
Frente al grito popular, el mandatario Miguel Díaz-Canel aseguró que se trataba de mercenarios contratados por Estados Unidos para desestabilizar al país, y que “la orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios”. Las declaraciones del presidente cubano, sucesor de Raúl Castro, cayeron mal en la Casa Blanca.
“Sería un grave error que el régimen cubano interprete lo que está pasando en decenas de ciudades y pueblos en toda la isla como el resultado o el producto de algo que haya hecho Estados Unidos. Simplemente no están escuchando las voces y la voluntad del pueblo cubano, gente profundamente, profundamente cansada de la represión que ha durado demasiado”, dijo el secretario de Estado de ese país, Anthony Blinken, a periodistas.
Todo indica que los problemas de la isla y el descontento que se manifiesta en diferentes puntos están lejos de la versión oficialista. Hay por lo menos tres causas, según el profesor Ángel Baquero, que llevaron al estallido en las calles. La primera es la situación sanitaria, por supuesto. Cuba no solo no cuenta con insumos básicos en términos médicos para atender a su población, sino que ve una explosión de los contagios, paradójicamente en un contexto en el que salen los resultados de sus vacunas que, sin embargo, no se pueden considerar porque no han culminado su tercera fase de investigación.
A pesar de que las autoridades habían logrado mantener en la raya al virus durante el año pasado, llegando a casi 1.500 muertes, durante las últimas semanas las cifras de casos subieron dramáticamente.
“Estoy aquí por el hambre, porque no hay medicinas, por los cortes de luz, porque falta de todo. Quiero un cambio total: un cambio de gobierno, elecciones multipartidistas y el fin del comunismo”, le dijo un manifestante al diario The Guardian.
En segundo lugar está la economía, con el recorte de los ingresos, producto de la caída en el turismo, y las medidas gubernamentales que han impactado a la ciudadanía. Díaz-Canel suspendió el peso cubano convertible (CUC), que era uno de los mecanismos para la doble monetización y que fungía como moneda de cambio con otras divisas como el dólar y el euro. Y Díaz-Canel también eliminó cualquier tipo de enmiendas desde Estados Unidos utilizando el dólar. Eso llevó a que el acceso a bienes de primera necesidad fuera mucho más difícil.
Y en tercer lugar está el malestar provocado por la represión y la falta de libertad. En Cuba incluso hay fronteras entre las provincias. Está prohibido que una persona viaje de una provincia a otra. Así las cosas, este control exacerbado ha hecho que las personas se manifiesten en contra de la dictadura.
¿Podrán escalar las protestas del fin de semana a una situación similar a la vista en Nicaragua en 2018?
“Lo veo muy poco probable”, dice Ángel Baquero. “Si bien lo que sucedió es inédito, el Estado cubano se ocupa de generar desánimos sobre las manifestaciones. Internet está cortado en la isla, nada más eso. Por ello, muchos de los activistas, periodistas, artistas y personas del común que se manifestaron el fin de semana amanecieron el lunes sin internet. Así es difícil establecer una organización de actividades. También muchos de los manifestantes ahora están desaparecidos. Eso hace que sea más difícil que la gente salga”, agregó.
Frente a la alta cantidad de contenido relacionada con las protestas, en donde se veían golpes y enfrentamientos entre autoridades y manifestantes, el gobierno decidió cortar la internet por momentos, limitando el uso de redes sociales y plataformas de mensajería. Netblocks, el portal que se dedica a analizar este tipo de fenómenos, afirmó que es probable que las restricciones selectivas limiten el flujo de información desde Cuba tras las protestas contra el gobierno. Un dato que llama la atención, especialmente porque la llegada a finales de 2018 de la internet móvil (3G) permitió la expresión de un descontento social sin precedentes en Cuba.
“Las métricas de Netblocks muestran que las plataformas de comunicación Whatsapp, Facebook, Instagram y así como algunos servidores de Telegram están interrumpidos en la empresa gubernamental Etecsa (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S. A. / AS27725) incluyendo Cubacel, la red celular operada por la única empresa de telecomunicaciones de Cuba. Los resultados corroboran los informes de los usuarios sobre las interrupciones de los servicios”, señaló la página.
Pero más importante que los cortes de internet y la campaña represiva para generar miedo en la población, a través de encarcelamientos, está el éxito de Cuba en sus estrategias de cooptación de la sociedad civil. No solo se siembra el miedo, sino que al no permitir que surja ningún movimiento independiente al de la revolución en el poder se corta de raíz cualquier intento de oposición al régimen.
“Es algo que explican diferentes autores a través del concepto de ‘autonomofobia’. Cualquier tipo de expresión autónoma por fuera del Estado ha sido reprimido. Cuando aparecieron los movimientos feministas, el Estado cubano creó una institución para hacer un ‘feminismo de Estado’. Después de tener a la comunidad LGBT en campos de reeducación en la década de 1960, el Estado creó un instituto para la comunidad LGBT. Y así se pueden enunciar diferentes expresiones autónomas. Y como no es aceptada ninguna expresión independiente, cualquier persona que participe de estas va a ser perseguida. Las fuerzas de seguridad incluso llegan a las casas a impedir la salida de los manifestantes”, concluye Ángel Baquero.
A la inédita manifestación del domingo en Cuba, entonces, le quedarían no semanas, sino días o incluso horas de vida.
“Para hoy mismo estará controlado desde el punto de vista del orden público. Esta es una dictadura y eso le permite tener un control totalmente diferente. Lo que no se resuelve es el tema de fondo, el hambre, la emergencia sanitaria. Es muy difícil con un gobierno tan obtuso, pero al mismo tiempo que siente que cualquier cosa es en términos de su propia desestabilización. El hambre no se va a resolver, el desabastecimiento no se va a resolver, el malestar no se va a resolver. Entonces lo que tendremos que ver en los próximos días, es cómo van a canalizar el descontento cuando la situación de fondo no se ha resuelto”, reconoce Ángel Baquero.
Entretanto, la represión de Díaz-Canel complica los diálogos con Estados Unidos, al mismo tiempo que en la Unión Europea, que le había dado un respiro a la dictadura en el poder, surge un interés por adoptar una postura mucho más dura frente a La Habana.