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Durante los quince años que lleva en el poder, Daniel Ortega ha hecho lo que ha querido en Nicaragua: cambió a su favor las leyes electorales para impedir que la oposición participe en los comicios presidenciales de 2021, puso seis magistrados en el Consejo Supremo Electoral (CSE), eliminó la segunda vuelta, prohibió a la Coalición Nacional participar en las elecciones y ha embestido a los medios de comunicación. La semana pasada ordenó la captura de siete opositores, entre ellos cuatro aspirantes a la presidencia, por “incitar la intervención extranjera”. La redada policial inició el 2 de junio con el arresto de Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, principal rival ante una posible candidatura de Ortega.
En diálogo con El Espectador, la escritora nicaragüense Gioconda Belli habló sobre las detenciones arbitrarias por parte del régimen. Belli, poeta y novelista, además de defensora de los derechos humanos en su país, luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza; dice que Ortega tiene una ambición desmedida por el poder.
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Somoza y hoy Ortega, ¿se repite la historia en Nicaragua?
Es usual en la historia que quienes luchan por la libertad, contra la opresión, una vez toman el poder reproducen la opresión en nombre de la defensa de sus intereses. Los intereses de Ortega de retomar el poder después de perderlo frente a Violeta Chamorro en 1990, lo fueron convirtiendo en un ser sin escrúpulos: ese que vemos ahora. Desde 2007 se dedicó a construir con su esposa un poder absoluto. No sé de otro gobierno donde el presidente haya tenido el descaro de poner a su esposa de vicepresidenta. Solo lo vi en esa serie de televisión “House of Cards”.
¿Qué les queda a los nicaragüenses para enfrentar a este régimen?
Un régimen que solo se mantiene en el poder a punta de la represión y las armas está condenado al fracaso. El pueblo de Nicaragua ha hecho el compromiso de luchar pacífica y cívicamente. Veremos si es posible. El pueblo tiene gran inventiva. Ya hubo una rebelión masiva en 2018, que fue aplastada militarmente y resultó en 328 muertos, miles de heridos y exiliados y cientos de presos. La gente sabe que al gobierno no le importa matar. Nos tienen encarcelados dentro del país, pero hasta de las cárceles de alta seguridad se fuga la gente. Yo confío en que encontraremos el camino. Pensábamos que en las elecciones un voto masivo podría dar una sorpresa. Ha usado su poder para encarcelar a la mayoría de candidatos. Ortega tiene miedo.
¿Cómo es ser opositor en Nicaragua?
Ha sido duro. Después de que tanta gente buena murió para derrocar una dictadura en los años 70, y tanta más para defender una revolución en los 80, encontrarnos de nuevo en una dictadura. No imaginamos que la de Ortega pudiera ser peor que la de Somoza, pero esta es más cruel y malévola. Y sin embargo, la hemos confrontado y retado. La prensa independiente nicaragüense ha sido heroica, no la han logrado callar. Las redes sociales son un bastión de expresión ciudadana. La oposición se hace en cualquier circunstancia. Y lo seguiremos haciendo. Hemos heredado un legado de lucha antidictatorial.
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La crisis en Nicaragua estalló en 2018 y se complejiza con el paso del tiempo. ¿Le ha faltado reacción a la comunidad internacional?
A punta de comunicados no se botan las dictaduras. La comunidad internacional debe impedir que esta se entronice. Hay mucho repudio frente a lo que Ortega está haciendo. Esta última embestida de encarcelar candidatos y líderes políticos a cinco meses de las elecciones rebasa la copa de la iniquidad.
¿La proscripción y enjuiciamiento de Cristiana Chamorro y otros tres candidatos presidenciales es el preludio del final del danielismo?
Hay elementos sui géneris en el danielismo; un lenguaje antiimperialista anacrónico y mentiroso, una manipulación flagrante del sentimiento religioso de la gente, una mezcla ideológica propia de una novela, y una pareja que pierde la racionalidad en su furia vengativa. Creo que darse cuenta de que han perdido el favor del pueblo con sus acciones los ha enloquecido. Todo eso tiene fecha de caducidad; están suicidándose políticamente.
¿Si no es Ortega será su esposa Rosario Murillo la que siga con las banderas del sandinismo?
Rosario Murillo es una experta en la manipulación y una buena organizadora, pero no sabe gobernar un país, sería una terrible dictadora; carece de empatía y de límites. Habla de amor, pero practica el odio y lo incita sin escrúpulos entre sus seguidores. Yo creo que la lealtad de la base sandinista fanatizada es con Daniel, no con ella. No creo que duraría mucho si acaso llega al poder.
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¿Cómo entender lo que pasa en Nicaragua sin caer en el discurso polarizante que divide al país en dos?
Hay un orteguismo fanatizado, clientelista que cree en la gran mentira de que abril fue un golpe de Estado financiado por el imperialismo yanqui. De allí deriva esa polarización fabricada por Ortega y Murillo. Ellos han desprestigiado y hundido el sandinismo. Para esta generación, es lo que era el somocismo para la mía. Muchos sandinistas abandonaron el barco en la rebelión de 2018 cuando vieron la matanza. Hay sandinistas honrados y de buena voluntad que querrán que siga existiendo de otra manera, que retorne a sus raíces. No creo, personalmente, que se pueda, pero si logramos un país democrático pues tendrán derecho a intentarlo.