¿La economía de Perú sobrevivirá una nueva crisis? Estos son los sectores golpeados
Las billeteras de los peruanos han sabido blindarse ante los últimos episodios de ingobernabilidad. Pero esta ocasión puede ser la estocada final para una economía que se había mostrado casi ajena a los daños políticos del país.
Tomás Tarazona Ramírez
La relación entre política y economía es un vínculo cercano, recíproco. Ambas ciencias van de la mano dentro de los hilos de poder de una nación. Si hay un gobierno endeble, la economía flaquea al instante; si los trabajadores de algún país no reciben lo suficiente, su primer destino de protesta será la sede política más cercana. Por curioso que parezca, la situación de Perú es todo lo contrario a este matrimonio entre política y economía. El país inca, que vive una crisis política hace poco menos de una década, le ha construido una armadura a su sistema económico, que lo protege de los daños que el Ejecutivo y el Legislativo dejan a su paso.
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La relación entre política y economía es un vínculo cercano, recíproco. Ambas ciencias van de la mano dentro de los hilos de poder de una nación. Si hay un gobierno endeble, la economía flaquea al instante; si los trabajadores de algún país no reciben lo suficiente, su primer destino de protesta será la sede política más cercana. Por curioso que parezca, la situación de Perú es todo lo contrario a este matrimonio entre política y economía. El país inca, que vive una crisis política hace poco menos de una década, le ha construido una armadura a su sistema económico, que lo protege de los daños que el Ejecutivo y el Legislativo dejan a su paso.
La economía del país andino, que ha visto pasar a seis presidentes en los últimos seis años por el Palacio de Gobierno, ha sabido resistir e incluso crecer en tiempos de inestabilidad política. Sin embargo, la nueva presidencia de Dina Boluarte, las protestas y los bloqueos, que se extienden por gran parte del territorio, pueden alterar esa relación inversa que la nación peruana ha vivido durante la última época, según analistas.
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La armadura de la economía peruana
El sistema económico de Perú ha sabido sobrevivir a la volatilidad política. Con una armadura, el país andino ha logrado verse beneficiado y prevé mejoras. A pesar de que la lucha entre Ejecutivo, Legislativo y sociedad haya durado casi una década, el blindaje de la economía peruana apenas ha sufrido rasguños.
Uno de los pilares que más ha resistido es su moneda: el sol peruano. De acuerdo con Ómar Azañedo, en diálogo con Infobae, “el sol sigue siendo una de las más fuertes de la región frente al dólar”. Para diversos analistas, ni las crisis políticas que ocasionaron la despedida de los presidentes Vizcarra, Merino y, más recientemente, Pedro Castillo pudieron afectar la moneda andina.
Para Sebastián Fernández de Soto, experto de la firma de análisis de riesgo Control Risks, “la moneda peruana siempre está mejor que muchas monedas de Latinoamérica. Esto es debido a que el Banco Central ha mantenido una política ortodoxa y la confianza en las inversiones”. Por ejemplo, el Banco Mundial considera que el comportamiento financiero peruano “continúa siendo sólido”. Así pues, el Banco justifica que la coraza de Perú se da por “reservas internacionales considerables y un Emisor confiable”. Incluso esta entidad “prevé” que haya un “ligero crecimiento” para 2023.
En el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, “que asestó un grave golpe” a la inflación, Perú es uno de los menos afectados. Aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó que no hubo un solo país que no sintiera “los efectos de la desaceleración del crecimiento y el aumento de la inflación”, Perú empezó el año con la tercera inflación más baja de América Latina, superado únicamente por Bolivia y Ecuador, indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
No obstante, los analistas afirman que la armadura de la que Perú se ha jactado últimamente puede derrumbarse. En cerca de dos meses de bloqueos, los principales sectores de producción del país se han congelado. Fernández de Soto opina que “esta situación no puede sostenerse mucho tiempo más (…) el país ya se acerca a cumplir 60 días” en los que la minería, la agricultura y el turismo están estáticos y sin aportar ganancias al país.
Según afirma Fernández de Soto, Perú -denominado “el triunfo de la inestabilidad institucional”, según el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico- estaría cerca de ver que su armadura económica empiece a oxidarse. Es decir, que “el crecimiento sostenido” que el país ha vivido durante “30 años”, según el Instituto de Estadística (INEI), puede llegar a su fin.
“Hemos visto que estas protestas, dada su intensidad y longitud, van a cortar un par de puntos de crecimiento a Perú (…) puede que el blindaje de la economía no soporte una semana más de protestas”, advirtió Fernández de Soto, pues, según sus datos, hay regiones del país que solo aguantarían “tres o cuatro” días más.
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Crisis en tiempos de crisis
“Perú ha entrado en un laberinto peligroso”, afirma El País. Desde diciembre, el país inca ha vivido protestas multitudinarias y bloqueos en las principales vías que paralizan su capacidad de producción. Los tres principales ingresos del país (turismo, minería y agricultura) se hallan desolados.
La Superintendencia de Transporte aseguró que el punto más álgido de las protestas ha ocasionado que más del 70 % de las regiones peruanas fueran intransitables. En el último reporte de esta entidad, el territorio registraba “nueve regiones” en marchas, 90 puntos bloqueados y “20 vías nacionales afectadas” que han ocasionado “que toneladas de comida se estén perdiendo”, como manifestó Dina Boluarte en una rueda de prensa.
Álex Contreras, ministro de Economía y Finanzas, incluso alertó que el paro le causa al bolsillo peruano pérdidas de 300 millones de soles al día (US$78 millones). Sin embargo, la cifra discrepa de la estimada por la Sociedad Nacional de Industrias, que asegura que desde el día que Pedro Castillo fue encarcelado, en diciembre, se han perdido más de US$839 millones.
Por ejemplo, el turismo —uno de los factores claves y principal cimiento de la economía nacional— ha tenido que clausurar sus puertas de forma indefinida, como es el caso de Machu Picchu. Antes del fallido golpe de Estado de Castillo esta ciudadela inca reportaba ganancias gracias a los más de 1′500.000 turistas que los visitaban anualmente. Ahora, tras reiteradas amenazas de los manifestantes de tomarse el santuario, más del 50 % de las reservas se han cancelado y es prácticamente imposible llegar allí. Además, esta región sureña ha reportado desabastecimiento de víveres, combustible y materias primas para manufacturar. “Ya hemos vendido todo”, le expresó un manifestante a la agencia AFP.
La minería, que posiciona al país como el segundo mayor exportador de cobre del mundo, también está afectada. Al menos tres de las minas más importantes del país, en las regiones del sur, están cerradas y despidieron a sus empleados por falta de transporte e insumos. “Se ha reducido esta actividad crítica”, afirma Fernández de Soto, quien señala que, además de producir el 16 % del PIB del país, la queja de los peruanos contra estas empresas, como La Bamba, Antapacay o Quellaveco, es que “las mineras sacan mucho y no devuelven lo mismo”.
“Aunque las instituciones de Perú han sido muy cuestionadas, se han mantenido firmes gracias a las reformas y estructura que tienen”, afirma Fernández. Para el analista, el escenario difiere mucho de lo sucedido en las protestas en Colombia y Ecuador, situaciones en que ambos países prácticamente colapsaron. “Cumplen un papel ambivalente las instituciones peruanas (…) que son la causa, pero ayudan a recuperar la economía”, opina Fernández.
El fundamental papel de Dina Boluarte
El corto mandato presidencial de Boluarte ha tenido repercusiones más que todo en las relaciones con otros países, algo que Fernández cataloga como “intransigente”. Hasta el momento los bloqueos en las vías no permiten que haya exportaciones hacia Chile, Bolivia o Brasil, lo cual es otro número rojo para una “situación ya de por sí es preocupante”, según lo manifestó un estudio de la Universidad del Piura, instituto del norte peruano. Hasta ahora Boluarte ha removido al embajador de Honduras y ha criticado a los miembros diplomáticos de Colombia, Argentina, Brasil, Chile y Bolivia por “injerencia”, algo que podría hacer que Perú quedara “aislado en el plano internacional”, según le manifestó el politólogo Ramiro Escobar a EFE.
Para Fernández, el futuro de Boluarte en el plano económico puede ser de dos vías: atrincherarse o llegar a un punto de inflexión. “Más adelante, Boluarte no podrá frenar la erupción social y los grupos que la apoyan ocasionarán que salga de la presidencia (…) esto es un punto de inflexión económico”, contempla Fernández como primer escenario. La segunda posibilidad que el analista plantea es el que vive el territorio peruano. “Boluarte no ha cedido ante las demandas de las personas, y esto prolongará los bloqueos y las protestas. En las manifestaciones anteriores no había tanto impacto porque Lima no se veía afectada, y es la capital la que mayores ganancias reporta al país. No obstante, también depende del financiamiento y la capacidad de la gente que protesta”, concluye Fernández.
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