La elección de la comida también es un gesto geopolítico para EE. UU. y China
Dónde, qué y cómo comen los dignatarios estadounidenses cuando visitan China es un asunto serio. Se ha convertido en una pieza de geopolítica.
Yan Zhuang | The New York Times
Las visitas de funcionarios estadounidenses a China, como la del secretario de Estado, Antony Blinken, pueden dar fama a los restaurantes locales, así como someter a los dignatarios al escrutinio.
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Las visitas de funcionarios estadounidenses a China, como la del secretario de Estado, Antony Blinken, pueden dar fama a los restaurantes locales, así como someter a los dignatarios al escrutinio.
Cerveza de Pekín fabricada con lúpulo estadounidense, para destacar la relación comercial entre ambos países. Comida tibetana, para enviar un mensaje sobre derechos humanos. Setas con posibles propiedades alucinógenas, solo porque saben bien.
Dónde, qué y cómo comen los dignatarios estadounidenses cuando visitan China es un asunto serio. La elección de restaurantes y platillos está plagada de oportunidades para el simbolismo geopolítico, así como para la controversia y la burla. La destreza con los palillos ―o la falta de ella― puede ser un signo de competencia cultural o de ignorancia.
Una comida exorbitantemente cara puede hacer que un funcionario parezca fuera de lugar. Si es demasiado barata o informal, corre el riesgo de parecer poco serio. La autenticidad, la historia, la técnica culinaria y el sabor pueden influir en la percepción de la elección de una comida.
Cuando el secretario de Estado Antony Blinken inició el miércoles un viaje por China, en el marco de los esfuerzos del gobierno de Joe Biden para estabilizar las relaciones entre ambos países, algunas personas en las redes sociales chinas se preguntaron si tendría tiempo en su visita a Shanghái para detenerse y probar algunos de los famosos xiaolongbao (dumplings) de la ciudad.
Una de las recomendaciones iba acompañada de una especie de advertencia política: “Comer xiaolongbao es como manejar las relaciones internacionales”, escribió un usuario en Weibo. “Si te distraes un poco, te quemarás la boca”.
De hecho, Blinken visitó esa noche un conocido restaurante que prepara dumplings. No está claro hasta qué punto tuvo en cuenta el simbolismo de los dumplings, pero al degustar un bocadillo popular tradicional y asistir a un partido de baloncesto, proyectaba un espíritu más cordial que en el viaje que hizo el año pasado, poco después de que un globo espía chino que sobrevoló a la deriva Estados Unidos aumentó las tensiones entre ambos países.
Además de los restaurantes de la ciudad, Blinken visitó Li-Pi Records, un célebre establecimiento musical, durante su estancia en Pekín. Blinken ―un músico que ha promovido la “diplomacia musical”― compró dos discos: un álbum del rockero chino Dou Wei y Midnights, de Taylor Swift, que describió como una exitosa exportación estadounidense.
Los hábitos alimenticios de Blinken han suscitado mucho menos interés que los de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. En dos viajes, este mes y el año pasado, sus comidas en China atrajeron tanta atención que el diario estatal Global Times lo consideró como una forma de “diplomacia alimentaria”.
El año pasado, Yellen saltó a los titulares cuando, en un restaurante de Pekín que servía cocina de la provincia de Yunnan, comió setas que, según se reveló, eran ligeramente tóxicas y podían causar alucinaciones si no se cocinaban de manera adecuada.
Luego, Yellen declaró que no era consciente de las posibles propiedades alucinógenas de las setas cuando las comió y que no sintió ningún efecto anormal. Sin embargo, la historia provocó un breve revuelo por las setas en China.
Este mes, durante un viaje de cuatro días a China, Yellen visitó un famoso restaurante en Cantón y un establecimiento de comida de la provincia de Sichuan en Pekín. Los platillos que pidió se publicaron rápidamente en internet, obteniendo una amplia aprobación de los usuarios por la variedad y asequibilidad de los platos que ordenó, su habilidad con los palillos y el hecho de que ella y su equipo se sentaran entre otros comensales en vez de usar una sala privada.
Los platos que pidieron Yellen y su equipo eran clásicos de sus respectivas regiones y no se adaptaron a gustos extranjeros, según Fuchsia Dunlop, cocinera y escritora gastronómica radicada en Londres, y especialista en cocina china.
“No han elegido platillos e ingredientes caros y ostentosos”, dijo Dunlop refiriéndose a la comida de Sichuan. “Es lo que le gusta comer a la gente común de Sichuan. Este menú se eligió por el sabor, no por el prestigio”.
Según una portavoz del Departamento del Tesoro, cuando Yellen viaja, el departamento suele pedir sugerencias al personal de la embajada local para que le recomienden restaurantes. A continuación, Yellen investiga los restaurantes y toma la decisión final.
En ocasiones, se eligen establecimientos específicos para transmitir un mensaje diplomático, añadió la portavoz. Citó la visita de Yellen este mes a una fábrica de cerveza de Pekín que utiliza lúpulo estadounidense, con el fin de destacar la importancia de las exportaciones agrícolas estadounidenses a China.
Algunos restaurantes en los que ha cenado Yellen se han aprovechado de su fama. Es el caso del restaurante de Yunnan donde comió las setas y que, basado en lo que ella pidió, lanzó un menú llamado “Dios del Dinero”, una alusión a su cargo como secretaria del Tesoro.
Yellen no es la primera dignataria estadounidense que convierte un restaurante chino en una sensación de la noche a la mañana. En 2011, la visita del entonces vicepresidente Joe Biden a un restaurante de fideos de Pekín disparó sus actividades, según los medios estatales chinos, y llevó al restaurante a crear un menú de fideos que llamó “Biden set”.
En 2014, después de que Michelle Obama visitara un restaurante de hot pot (platillos preparados en ollas calientes) en la ciudad de Chengdu, el restaurante dijo que crearía el menú “Primera Dama Estadounidense”. Los artículos de los medios de comunicación chinos señalaban con aprobación que Obama pudo probar la sopa picante, que no estaba suavizada para un paladar extranjero.
Sin embargo, su visita a un restaurante tibetano en la misma ciudad suscitó polémica, y su personal reconoció que el lugar había sido elegido deliberadamente para mostrar su apoyo a los derechos y libertades religiosas de los tibetanos en China.
Pero para el marido de Obama y otros presidentes de EE. UU., la cocina china que se sirve en los banquetes oficiales de Estado suele adaptarse a los gustos estadounidenses o se personaliza para los paladares extranjeros.
En 2009, al presidente Barack Obama se le sirvió un filete de ternera al estilo chino y pescado al horno, según los medios estatales chinos, y en 2017, el presidente Donald Trump comió platillos que incluían pollo kung pao y ternera estofada en salsa de tomate. Ambas comidas terminaron con helado de fruta, algo muy atípico en las comidas tradicionales chinas.
Pero incluso esas comidas pueden ser indicios de una tendencia internacional, dijo Dunlop. El menú de Obama contenía “opciones muy seguras y conservadoras que serían atractivas para los extranjeros”, señaló, mientras que el menú de Trump era ligeramente más contemporáneo y mostraba más técnicas culinarias chinas.
Este cambio, dijo Dunlop, “puede reflejar que China se sentía un poco más segura de la familiaridad de los occidentales con la verdadera comida china” en 2017 frente a lo que sucedía en 2009.
*Ana Swanson colaboró con reportería.
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