La guerra no es inminente
La postura del presidente Hugo Chávez no indica que la guerra es inminente.
Adam Isacson*
Es cierto que las relaciones van muy mal y se van a quedar así hasta por lo menos el final de las campañas electorales de 2010 en ambos países. Se ha comprobado que una amenaza externa le da una fuerte ventaja al partido actualmente en poder.
Existen básicamente tres razones por las que las posibilidades de una guerra son muy lejanas. La primera es que hasta el momento todo lo que se ha hecho, se ha hecho con justificaciones defensivas. Chávez compra armas y usa retórica bélica con el pretexto de preparar Venezuela ante una hipotética invasión colombo-estadounidense. Y Colombia —aunque no lo diría tan claramente— invitó a Estados Unidos a sus bases con la esperanza de así quedar bajo un “paraguas de seguridad” ante una hipotética agresión venezolana.
Segundo, en ningún escenario de conflicto hay una buena definición de “victoria”. ¿Piensa Chávez tomarse Cúcuta? ¿Piensa Uribe bombardear el Palacio Miraflores? Y si lo hacen, ¿qué?, todo parece ridículo.
Y tercero, en ningún país se nota una fiebre de guerra. No hay marchas en las calles o editoriales en la prensa. Ni siquiera grandes grupos en Facebook pidiendo que haya un conflicto con el otro país. Al contrario, en Colombia hay cansancio con su conflicto armado y en Venezuela de la mitad de venezolanos que apoyan a Chávez en estos momentos, sólo una minoría apoyaría un conflicto con Colombia. Y bien sabe Hugo Chávez que es muy difícil hacer una guerra sin el apoyo del pueblo.
Dicho todo esto, vuelvo al punto número dos. Aunque no hay escenario de “victoria”, sí hay un escenario peligroso de un enfrentamiento limitado para demostrar cuál país tiene el mayor poderío militar, por ejemplo, un choque en la zona fronteriza. Como están las cosas, la probabilidad de un enfrentamiento breve y limitado sí está aumentando, especialmente porque no existe ningún esfuerzo diplomático para revertirlo.
Para evitar este escenario, se requerirán unas muestras de rechazo a la opción violenta desde la opinión pública de ambos países. También se necesitará que otros países clave, como Estados Unidos y Brasil, intercedan tempranamente.
* Director del Centro de Política Internacional en Washington
Es cierto que las relaciones van muy mal y se van a quedar así hasta por lo menos el final de las campañas electorales de 2010 en ambos países. Se ha comprobado que una amenaza externa le da una fuerte ventaja al partido actualmente en poder.
Existen básicamente tres razones por las que las posibilidades de una guerra son muy lejanas. La primera es que hasta el momento todo lo que se ha hecho, se ha hecho con justificaciones defensivas. Chávez compra armas y usa retórica bélica con el pretexto de preparar Venezuela ante una hipotética invasión colombo-estadounidense. Y Colombia —aunque no lo diría tan claramente— invitó a Estados Unidos a sus bases con la esperanza de así quedar bajo un “paraguas de seguridad” ante una hipotética agresión venezolana.
Segundo, en ningún escenario de conflicto hay una buena definición de “victoria”. ¿Piensa Chávez tomarse Cúcuta? ¿Piensa Uribe bombardear el Palacio Miraflores? Y si lo hacen, ¿qué?, todo parece ridículo.
Y tercero, en ningún país se nota una fiebre de guerra. No hay marchas en las calles o editoriales en la prensa. Ni siquiera grandes grupos en Facebook pidiendo que haya un conflicto con el otro país. Al contrario, en Colombia hay cansancio con su conflicto armado y en Venezuela de la mitad de venezolanos que apoyan a Chávez en estos momentos, sólo una minoría apoyaría un conflicto con Colombia. Y bien sabe Hugo Chávez que es muy difícil hacer una guerra sin el apoyo del pueblo.
Dicho todo esto, vuelvo al punto número dos. Aunque no hay escenario de “victoria”, sí hay un escenario peligroso de un enfrentamiento limitado para demostrar cuál país tiene el mayor poderío militar, por ejemplo, un choque en la zona fronteriza. Como están las cosas, la probabilidad de un enfrentamiento breve y limitado sí está aumentando, especialmente porque no existe ningún esfuerzo diplomático para revertirlo.
Para evitar este escenario, se requerirán unas muestras de rechazo a la opción violenta desde la opinión pública de ambos países. También se necesitará que otros países clave, como Estados Unidos y Brasil, intercedan tempranamente.
* Director del Centro de Política Internacional en Washington