La historia no está del lado de Trump en Afganistán
El presidente de Estados Unidos aseguró que no se retirará de Afganistán y que aumentará las tropas en ese país. A su antecesor no le fue nada bien.
redacción internacional
El discurso que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos sostenía que era importante que su país dejara de gastar dinero en conflictos internacionales, para concentrarse en sí mismo. Ahora, después de seis meses en el poder, cambió de posición: “ya no vamos a construir naciones, vamos a matar terroristas”, dijo.
Cuando aún era famoso e influyente solo por ser uno de los empresarios más ricos del mundo, escribió en Twitter: “es tiempo de salir de Afganistán. Construimos carreteras y escuelas para gente que nos odia. No favorece nuestro interés nacional”, anotó en el 2012. Y en los primeros meses del año, se caracterizó por su modestia frente al tema, aunque no es la modestia su cualidad más destacada.
Por eso, en la conferencia de prensa que dio el lunes en la noche en la base militar de Fort Myer en Arlington, Virginia, se vio obligado a explicarse a sí mismo: “Comprendo la frustración de los americanos. Mi primer instinto era salir, pero he oído toda mi vida que las decisiones son muy distintas cuando te sientas en la mesa del Despacho Oval”. No suele ser el presidente una persona que reconoce sus incoherencias, pero sabía bien, que esta vez, debía ofrecerles a sus seguidores un poco de humildad para que no dejaran de creerle.
Dicen en su círculo cercano que el presidente estadounidense es ingobernable. Que su espontaneidad en redes sociales no tiene forma de coartarse y que suele ser él quien define cómo se expresa frente a periodistas o en conferencias. No obstante, parece que Afganistán es un tema en donde resulta necesario permitir que lo asesoren.
La guerra de Afganistán es el conflicto más largo en el que Estados Unidos ha participado. Su antecesor, el demócrata Barack Obama, prometió que, al salir de su gobierno, el problema estaría resuelto. No sucedió.
Según el diario El País, 2.400 soldados norteamericanos han muerto en Afganistán y se han gastado más de 700 mil millones de dólares.
“Una retirada apresurada crearía un vacío que los terroristas, incluidos el ISIS [siglas en inglés del Estado Islámico] y Al Qaeda llenarían de inmediato, tal y como ocurrió antes del 11-S. Y, como sabemos, América se fue de Irak de forma equivocada y apresurada”, señaló el republicano, culpando a Obama de esto último.
En la mañana del martes, el vicepresidente Mike Pence confirmó que está por definirse de cuánto será el aumento de tropas. "Lo que ha decidido el presidente es desplegar un número suficiente de tropas en el nivel de brigada en Afganistán, para ayudar a los afganos que están al mando, que están en primera línea de esta lucha, en el combate a los talibanes, a Al Qaeda y el EI", sostuvo Pence. La razón del misterio, según Trump, estaría relacionada con razones estratégicas. No es bueno que el enemigo sepa cuántos son.
"Estados Unidos trabajará con el Gobierno afgano siempre que veamos determinación y avances. Pero nuestro compromiso no es ilimitado, y nuestro apoyo no es un cheque en blanco. El pueblo estadounidense espera ver reformas reales y resultados reales”, dijo en un discurso contundente.
La historia no favorece al presidente. Los talibanes y Al-Qaeda siguen triunfando en el territorio afgano. No obstante, pese a todos los pronósticos, Trump aseguró, igual que su homólogo, que la suya será la vencida.
El discurso que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos sostenía que era importante que su país dejara de gastar dinero en conflictos internacionales, para concentrarse en sí mismo. Ahora, después de seis meses en el poder, cambió de posición: “ya no vamos a construir naciones, vamos a matar terroristas”, dijo.
Cuando aún era famoso e influyente solo por ser uno de los empresarios más ricos del mundo, escribió en Twitter: “es tiempo de salir de Afganistán. Construimos carreteras y escuelas para gente que nos odia. No favorece nuestro interés nacional”, anotó en el 2012. Y en los primeros meses del año, se caracterizó por su modestia frente al tema, aunque no es la modestia su cualidad más destacada.
Por eso, en la conferencia de prensa que dio el lunes en la noche en la base militar de Fort Myer en Arlington, Virginia, se vio obligado a explicarse a sí mismo: “Comprendo la frustración de los americanos. Mi primer instinto era salir, pero he oído toda mi vida que las decisiones son muy distintas cuando te sientas en la mesa del Despacho Oval”. No suele ser el presidente una persona que reconoce sus incoherencias, pero sabía bien, que esta vez, debía ofrecerles a sus seguidores un poco de humildad para que no dejaran de creerle.
Dicen en su círculo cercano que el presidente estadounidense es ingobernable. Que su espontaneidad en redes sociales no tiene forma de coartarse y que suele ser él quien define cómo se expresa frente a periodistas o en conferencias. No obstante, parece que Afganistán es un tema en donde resulta necesario permitir que lo asesoren.
La guerra de Afganistán es el conflicto más largo en el que Estados Unidos ha participado. Su antecesor, el demócrata Barack Obama, prometió que, al salir de su gobierno, el problema estaría resuelto. No sucedió.
Según el diario El País, 2.400 soldados norteamericanos han muerto en Afganistán y se han gastado más de 700 mil millones de dólares.
“Una retirada apresurada crearía un vacío que los terroristas, incluidos el ISIS [siglas en inglés del Estado Islámico] y Al Qaeda llenarían de inmediato, tal y como ocurrió antes del 11-S. Y, como sabemos, América se fue de Irak de forma equivocada y apresurada”, señaló el republicano, culpando a Obama de esto último.
En la mañana del martes, el vicepresidente Mike Pence confirmó que está por definirse de cuánto será el aumento de tropas. "Lo que ha decidido el presidente es desplegar un número suficiente de tropas en el nivel de brigada en Afganistán, para ayudar a los afganos que están al mando, que están en primera línea de esta lucha, en el combate a los talibanes, a Al Qaeda y el EI", sostuvo Pence. La razón del misterio, según Trump, estaría relacionada con razones estratégicas. No es bueno que el enemigo sepa cuántos son.
"Estados Unidos trabajará con el Gobierno afgano siempre que veamos determinación y avances. Pero nuestro compromiso no es ilimitado, y nuestro apoyo no es un cheque en blanco. El pueblo estadounidense espera ver reformas reales y resultados reales”, dijo en un discurso contundente.
La historia no favorece al presidente. Los talibanes y Al-Qaeda siguen triunfando en el territorio afgano. No obstante, pese a todos los pronósticos, Trump aseguró, igual que su homólogo, que la suya será la vencida.