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Los demócratas de la Cámara de Representantes están impulsando de nuevo el debate para establecer la estadidad a Washington, DC, y convertir a la capital estadounidense en el estado número 51 del país. Esta es una conversación de larga data en el país, ¿de qué trata? El Espectador le explica.
¿Por qué Washington, DC no es un estado en primer lugar?
Acá va una pequeña lección de historia: Washington, DC no siempre fue la capital de Estados Unidos. En primer lugar, George Washington, el primer presidente de la nación, asumió el mando del país en Nueva York, y después la capital se trasladó a Filadelfia por una década. Pero en 1790, los padres fundadores de la patria asimilaron que era necesario distinguir un lugar diferente como la capital del país. Filadelfia estaba muy al norte, y de esta manera consolidaba el poder de los banqueros que vivían en esa zona. Así que el compromiso fue mover la capital físicamente más al sur para apaciguar a los lídieres sureños que temían un control norteño de la nación.
Washington, DC se convirtió así en una ciudad planificada para ser la capital como parte de un compromiso para mantener al norte, y sus políticas económicas, y al sur, y sus temores sobre el control de los norteños, satisfechos.
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Ahora, James Madison, uno de los padres fundadores de la patria, explica que la razón por la que no se nombró a Washington, DC, como un estado era porque a los fundadores les preocupaba que si recibía la estadidad, los otros estados estarían indebidamente en deuda con la ciudad y que el gobierno local podría aprovecharse de su proximidad física con los pasillos del poder para su beneficio. Así que DC se quedó sin representación con derecho al voto en el Congreso. Y eso es un problema. Además de no contar con voto en el Legislativo, DC no puede emitir créditos públicos para proyectos privados -lo que limita ciertos tipos de iniciativas de desarrollo económico-, imponer impuestos a los viajeros, cambiar la composición o jurisdicción de los tribunales locales o establecer su propio presupuesto.
¿Por qué es un problema?
Es antidemocrático. Cada miembro de la Cámara de Representantes representa a medio millón de estadounidenses. DC tiene 700.000 habitantes, y aunque cuenta con una representante que puede hablar en el piso de la cámara, presentar proyectos de ley, esta no puede votar propiamente en el Congreso. Así que los 700.000 residentes de Washington, DC, no tienen poder de voto aunque pagan muchos impuestos al gobierno federal. De hecho, los ciudadanos de la capital estadounidense pagan más impuestos que en cualquier otro estado de la nación. Y esto no es justo.
Cuando los fundadores crearon este estado federal no se dieron cuenta de que estaban despojando a los ciudadanos de la capital de sus derechos a la representación en el Congreso. Un dato que demuestra la injusticia: según el censo más reciente, DC tiene más habitantes que los estados de Vermont y Wyoming.
¿Por qué los demócratas volvieron a poner el debate en la mesa?
Los demócratas quieren actuar mientras ostentan el poder, pues también es una oportunidad para erosionar lo que se ve como una ventaja estructural de los republicanos en la democracia de la nación. La estadidad de Washington, DC, significaría que tendría dos senadores para representar a la población en la cámara alta (el Senado). Y DC, al igual que muchas de las grandes ciudades del país, es muy progresista, lo que significaría dos votos más para los demócratas (52-50). Hasta ahora, los estados rurales han ejercido una influencia desproporcionada en el Senado, pues representan a una cantidad de la población menor a la que representan los demócratas y aún así cuentan con el mismo número de senadores.
Por otro lado, los eventos del pasado 6 de enero demostraron que la capital necesita la condición de estado. La alcaldesa Muriel Bowser no pudo llamar a la Guardia Nacional, pues debía tener el consentimiento del presidente, algo que no necesitan los 50 estados de la nación. Si ella hubiera tenido la capacidad de llamar a la Guardia Nacional, la situación de seguridad probablemente no habría escalado al nivel que se observó ese día.
¿Washington, DC, puede y debería volverse un estado?
Sí debería, pero sus posibilidades son remotas, mientras exista el obstruccionismo en el Senado. Se necesitan por lo menos 10 votos de republicanos para aprobar la reforma, y ningún republicano ha manifestado estar de acuerdo con esta posición.
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