La polarización en Brasil se refleja en una iglesia católica en Río de Janeiro
La religión ha estado en el centro de esta campaña tan polarizada, en un país cuyos 215 millones de habitantes son mayoritariamente católicos, aunque cada vez son menos: un tercio pertenece ya a las iglesias evangélicas protestantes. Los evangélicos tienden a preferir a Bolsonaro y los católicos a Lula, pero los candidatos han aumentado sus gestos hacia ambos grupos en la recta final de la contienda electoral.
“El cristiano de verdad vota a Lula”, gritó una votante del expresidente a una partidaria del jefe de Estado, Jair Bolsonaro, en la puerta de una iglesia católica de Río de Janeiro, cuyo anexo se ha transformado este domingo en un colegio electoral. El ambiente es eléctrico en esta iglesia del emblemático barrio de Copacabana después de la misa dominical, en el día en que los brasileños acuden a las urnas para decidir entre el ícono de la izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, o el mandatario de extrema derecha.
Joana d’Arco Perina, militante del Partido de los Trabajadores (PT), el de Lula, es una católica devota y se puso roja cuando escuchó a Elizabeth de Souza defender a Bolsonaro. Para D’Arco Perina, él lo ha “destruido todo”. “Bolsonaro fue enviado por Dios para salvarnos. Lula tiene un pacto con el diablo”, replicó De Souza, vestida con una camiseta amarilla y verde, los colores de la bandera nacional y símbolo del bolsonarismo, en la que aparece el lema “Mi partido es Brasil”. Esta jubilada de 69 años, también católica, sostuvo que en esta jornada electoral se libra una “batalla del bien contra el mal”, un discurso también recalcado por la esposa del presidente ultraderechista, la devota evangélica Michelle Bolsonaro.
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La religión ha estado en el centro de esta campaña tan polarizada, en un país cuyos 215 millones de habitantes son mayoritariamente católicos, aunque cada vez son menos: un tercio pertenece ya a las iglesias evangélicas protestantes. Los evangélicos tienden a preferir a Bolsonaro y los católicos a Lula, pero los candidatos han aumentado sus gestos hacia ambos grupos en la recta final de la contienda electoral.
Aborto y familia, unas cuestiones centrales en las elecciones
“Para mí, la familia es sagrada”, dijo Lula la semana pasada en una reunión con líderes evangélicos. Pero los recientes esfuerzos del exsindicalista por dirigirse a los creyentes no convencieron a Edval Máximo, de 41 años, que votó por Bolsonaro. “Nunca vi a Lula en una iglesia hablando la palabra de Dios. Solo ahora que está en campaña habla del tema”, aseguró este hombre de ojos verde claro, conserje de un edificio y originario del noreste, bastión político del expresidente. “La izquierda y los comunistas odian la religión”, agregó.
Casi el 60 % de los encuestados por Datafolha cree que la cuestión religiosa es un factor determinante en su elección. Una encuesta reciente del mismo instituto indicó que este factor era más importante entre los votantes de Bolsonaro. “Estoy contra el aborto. Voy a votar a quien defiende la familia: el Mito”, dijo Magali Zimmermann, de 67 años, utilizando el apodo del presidente. Pero no solo la religión pesa en su elección. “Me encanta Copacabana, pero me da miedo salir a la calle por los ladrones”, comentó la residente de este barrio acomodado y turístico, donde viven muchos jubilados. “Bolsonaro no es perfecto, pero nos traerá seguridad”, dijo esta viuda que nunca se pierde una misa.
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Los votantes de Lula da Silva en una iglesia católica
Al fondo de la iglesia, Eduardo Jorge se balanceaba con las manos en alto y cantaba alabanzas a Dios. Fue una de las pocas personas que llevaba una camiseta roja, el color del Partido de los Trabajadores, en una multitud donde había más amarillo y verde. “Creo en un Dios que distribuya”, dijo este votante de Lula al salir de misa. “Los bolsonaristas utilizan la fe para defender sus intereses, en lugar de a los pobres. Necesitamos un Brasil que vuelva a ofrecer oportunidades y que no excluya a la gente”, agregó este trabajador social de 53 años.
Los pendientes con la bandera de Brasil son un claro indicio de por quién se inclina Esther Ferreira. “Sin dudarlo”, votará al exparacaidista Bolsonaro, pero sobre todo porque odia a la izquierda. “Soy católica, pero él podría ser ateo o judío, igual votaría por él, porque lo importante es lo que una persona hace, y me gustó mucho lo que él hizo”, afirmó.
Wilson Rodrigues Santos tiene un colorido tatuaje de Jesús en su antebrazo, pero este votante de Lula insistió en que no fue la religión lo que influyó en su decisión de votar por el antiguo trabajador siderúrgico. “Todo fue catastrófico con Bolsonaro. Necesitamos que Lula vuelva para (mejorar) la educación, la sanidad, el servicio público (...), en fin, para todo”, añadió.
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“El cristiano de verdad vota a Lula”, gritó una votante del expresidente a una partidaria del jefe de Estado, Jair Bolsonaro, en la puerta de una iglesia católica de Río de Janeiro, cuyo anexo se ha transformado este domingo en un colegio electoral. El ambiente es eléctrico en esta iglesia del emblemático barrio de Copacabana después de la misa dominical, en el día en que los brasileños acuden a las urnas para decidir entre el ícono de la izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, o el mandatario de extrema derecha.
Joana d’Arco Perina, militante del Partido de los Trabajadores (PT), el de Lula, es una católica devota y se puso roja cuando escuchó a Elizabeth de Souza defender a Bolsonaro. Para D’Arco Perina, él lo ha “destruido todo”. “Bolsonaro fue enviado por Dios para salvarnos. Lula tiene un pacto con el diablo”, replicó De Souza, vestida con una camiseta amarilla y verde, los colores de la bandera nacional y símbolo del bolsonarismo, en la que aparece el lema “Mi partido es Brasil”. Esta jubilada de 69 años, también católica, sostuvo que en esta jornada electoral se libra una “batalla del bien contra el mal”, un discurso también recalcado por la esposa del presidente ultraderechista, la devota evangélica Michelle Bolsonaro.
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La religión ha estado en el centro de esta campaña tan polarizada, en un país cuyos 215 millones de habitantes son mayoritariamente católicos, aunque cada vez son menos: un tercio pertenece ya a las iglesias evangélicas protestantes. Los evangélicos tienden a preferir a Bolsonaro y los católicos a Lula, pero los candidatos han aumentado sus gestos hacia ambos grupos en la recta final de la contienda electoral.
Aborto y familia, unas cuestiones centrales en las elecciones
“Para mí, la familia es sagrada”, dijo Lula la semana pasada en una reunión con líderes evangélicos. Pero los recientes esfuerzos del exsindicalista por dirigirse a los creyentes no convencieron a Edval Máximo, de 41 años, que votó por Bolsonaro. “Nunca vi a Lula en una iglesia hablando la palabra de Dios. Solo ahora que está en campaña habla del tema”, aseguró este hombre de ojos verde claro, conserje de un edificio y originario del noreste, bastión político del expresidente. “La izquierda y los comunistas odian la religión”, agregó.
Casi el 60 % de los encuestados por Datafolha cree que la cuestión religiosa es un factor determinante en su elección. Una encuesta reciente del mismo instituto indicó que este factor era más importante entre los votantes de Bolsonaro. “Estoy contra el aborto. Voy a votar a quien defiende la familia: el Mito”, dijo Magali Zimmermann, de 67 años, utilizando el apodo del presidente. Pero no solo la religión pesa en su elección. “Me encanta Copacabana, pero me da miedo salir a la calle por los ladrones”, comentó la residente de este barrio acomodado y turístico, donde viven muchos jubilados. “Bolsonaro no es perfecto, pero nos traerá seguridad”, dijo esta viuda que nunca se pierde una misa.
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Los votantes de Lula da Silva en una iglesia católica
Al fondo de la iglesia, Eduardo Jorge se balanceaba con las manos en alto y cantaba alabanzas a Dios. Fue una de las pocas personas que llevaba una camiseta roja, el color del Partido de los Trabajadores, en una multitud donde había más amarillo y verde. “Creo en un Dios que distribuya”, dijo este votante de Lula al salir de misa. “Los bolsonaristas utilizan la fe para defender sus intereses, en lugar de a los pobres. Necesitamos un Brasil que vuelva a ofrecer oportunidades y que no excluya a la gente”, agregó este trabajador social de 53 años.
Los pendientes con la bandera de Brasil son un claro indicio de por quién se inclina Esther Ferreira. “Sin dudarlo”, votará al exparacaidista Bolsonaro, pero sobre todo porque odia a la izquierda. “Soy católica, pero él podría ser ateo o judío, igual votaría por él, porque lo importante es lo que una persona hace, y me gustó mucho lo que él hizo”, afirmó.
Wilson Rodrigues Santos tiene un colorido tatuaje de Jesús en su antebrazo, pero este votante de Lula insistió en que no fue la religión lo que influyó en su decisión de votar por el antiguo trabajador siderúrgico. “Todo fue catastrófico con Bolsonaro. Necesitamos que Lula vuelva para (mejorar) la educación, la sanidad, el servicio público (...), en fin, para todo”, añadió.
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