La policía de Haití necesita ayuda para combatir a los criminales
La fragilidad de la policía preocupa a los expertos, quienes han advertido de que no será fácil derrotar a las bandas criminales ni siquiera con la llegada de la misión multinacional respaldada por la ONU.
David C. Adams y Andre Paultre / The New York Times
En marzo, unas bandas criminales entraron en el vecindario del jefe de la policía haitiana, Frantz Elbé, irrumpieron en su casa, la incendiaron y mataron a su perro.
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En marzo, unas bandas criminales entraron en el vecindario del jefe de la policía haitiana, Frantz Elbé, irrumpieron en su casa, la incendiaron y mataron a su perro.
Elbé y su familia no estaban en casa en ese momento, y no quiso dar detalles de lo sucedido. Pero el ataque, que fue grabado en video, envió un mensaje escalofriante a las filas de la policía y a los residentes de Puerto Príncipe, la asediada capital del país.
“Simbolizaba que nadie estaba a salvo”, declaró Reginald Delva, consultor de seguridad y exministro del gobierno haitiano.
El incendio de la casa del jefe de la policía aumentó el temor entre los haitianos de que su país está al borde del colapso ante el ataque de una coalición de bandas armadas que se apoderaron de muchas zonas de Puerto Príncipe y amenazan instituciones clave, como el Palacio Nacional.
La policía haitiana, superada en número y armamento, ha conseguido —al menos por ahora— enfrentar a las bandas en algunos combates y defender los pocos edificios gubernamentales que quedan bajo control estatal.
Como resultado, la policía ha pasado de ser una fuerza muy criticada, considerada por muchos analistas como inepta y corrupta, a adquirir un nuevo respeto entre algunos haitianos.
“La policía ha hecho esfuerzos importantes”, afirmó Gédéon Jean, director del Centro de Análisis e Investigación de los Derechos Humanos, con sede en Haití. “Todavía es insuficiente, pero ahora tienen a la población de su lado”.
Según los expertos, la policía se centra en proteger los principales edificios e infraestructuras gubernamentales, haciendo que las zonas residenciales de la capital queden expuestas a los ataques de las bandas, en lo que un funcionario de EE. UU. comparó con una partida de Whac-a-Mole.
Las bandas dominan muchas zonas de Puerto Príncipe y controlan barrios enteros. Han recurrido a la extorsión y al secuestro para financiar sus operaciones y también han exigido tener injerencia en el futuro político de Haití.
La policía ha contribuido a disminuir el dominio que las bandas ejercían sobre el aeropuerto de la capital, permitiendo el aterrizaje de aviones militares. Está previsto que los vuelos comerciales se reanuden este mes por primera vez desde principios de marzo.
Y el miércoles, la policía también le quitó el control de las carreteras de acceso al puerto de Puerto Príncipe a las pandillas, lo que permitió que los barcos atracaran y descargaran.
La ofensiva de las bandas, que comenzó a fines de febrero, sí logró uno de sus objetivos: la destitución del líder de Haití.
Al primer ministro Ariel Henry se le impidió regresar al país de un viaje al extranjero después de que las bandas atacaran el aeropuerto internacional de la capital, y finalmente se vio obligado a dimitir.
Se suponía que la policía de Haití iba a recibir ayuda del extranjero en su campaña para sofocar la anarquía: una fuerza multinacional de 2500 miembros dirigida por Kenia que fue aprobada por las Naciones Unidas y financiada en gran parte por Estados Unidos.
Pero el contingente quedó suspendido porque los dirigentes de Kenia dijeron que estaban esperando a que se instalara un nuevo gobierno haitiano.
Un consejo de transición encargado de aportar estabilidad política a Haití ha tomado el relevo, como parte de un proceso para conformar un nuevo gobierno y allanar el camino para unas elecciones generales.
Haití no ha tenido un líder elegido por una votación democrática desde que su último presidente, Jovenel Möise, fue asesinado hace tres años.
Pero Kenia aún no ha dicho cuándo partirá la fuerza multinacional hacia Haití, por lo que, de momento, la policía del país tendrá que seguir enfrentándose a las bandas por su cuenta.
“Llevan meses rogando por ayuda”, dijo Bill O’Neill, experto de Naciones Unidas en derechos humanos en Haití. “Me sorprende que sigan resistiendo. Es un pequeño milagro”.
La policía cuenta con unos 9000 oficiales activos para una población de 11 millones de habitantes, según cifras del gobierno, aproximadamente un tercio de la dotación recomendada por Naciones Unidas para un país de ese tamaño.
En Puerto Príncipe suelen estar de servicio unos cientos de oficiales, según los expertos, aunque de manera oficial hay unos 2400 asignados a la capital.
Muchos oficiales han muerto, han renunciado o simplemente han abandonado el trabajo, afirmó Elbé, el jefe de la policía. Sin embargo, dijo que un número significativo ha abandonado Haití al amparo de un programa de permiso humanitario o de permanencia temporal de EE. UU. (conocido como parole en inglés) para inmigrantes haitianos presentado el año pasado por el gobierno de Joe Biden.
En el otro bando hay hasta 200 bandas criminales en todo el país, de las cuales unas dos decenas operan en Puerto Príncipe, según los expertos. Estas van desde pequeños grupos de unas pocas decenas de jóvenes que comparten pistolas hasta pandillas de unos 1500 hombres armados con armas automáticas.
Las autoridades estadounidenses afirman que algunas bandas también disponen de rifles de gran calibre que pueden disparar munición capaz de penetrar fortificaciones. También utilizan drones para vigilar a la policía. Las armas de la policía consisten principalmente en rifles y pistolas.
El gobierno de Biden, que ha dado a la policía de Haití alrededor de 200 millones de dólares en ayuda en los últimos años, está gastando otros 10 millones de dólares en capacitación y equipamiento, incluyendo armas, municiones, chalecos antibalas y cascos.
“Les hemos proporcionado material suficiente, diría yo, por el momento, pero cada día cuenta, y ésta es una acción de contención”, declaró en una entrevista Brian A. Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental. Las autoridades de EE. UU. han insistido repetidamente en la urgencia de contar con la fuerza multinacional sobre el terreno en Haití.
Al mismo tiempo, organizaciones de derechos humanos en Haití afirman que la policía también ha cometido abusos, como detener a personas bajo acusaciones no especificadas o falsas y golpear a los detenidos, según un informe del Departamento de Estado de EE. UU. publicado en abril.
El asalto a la casa del jefe policial se produjo cuando las bandas intensificaron su nivel de violencia: en los tres primeros meses de este año, más de 2500 personas murieron o resultaron heridas en Haití. Además de forzar el cierre del principal aeropuerto del país, las pandillas también cerraron el principal puerto de Haití, bloqueando el transporte marítimo.
Con este sombrío telón de fondo, Elbé, que no suele hacer apariciones públicas, difundió dos videos en los que les aseguraba a los haitianos que sus oficiales estaban haciendo todo lo posible para protegerlos.
“Se han mantenido firmes en la defensa de la población y han evitado que el país se desmorone por completo”, dijo en un video, con un chaleco protector y rodeado de oficiales de élite antibandas.
También hizo un llamado directo a sus compañeros policías. “Les pido que se unan a esta lucha para evitar que el país muera”, dijo.
Sin embargo, algunos oficiales que viven en barrios invadidos por las bandas se han unido a los cientos de miles de haitianos que han huido de sus hogares.
Las bandas criminales han atacado deliberadamente a la policía como muestra de poder y para sembrar el terror, según los expertos.
“Asesinan o mutilan brutalmente los cuerpos de los policías”, afirmó Diego Da Rin, quien supervisa Haití para el International Crisis Group.
El jefe del sindicato de la policía, Lionel Lazarre, declaró: “La policía es víctima, como el resto de la población. La moral no es alta”.
Desde enero, al menos 24 oficiales han muerto y otros 5 han desaparecido tras sufrir emboscadas de bandas criminales, afirmó Elbé. Unos 220 oficiales han dimitido y 170 han abandonado las filas sin dar explicaciones, añadió.
Debido a los enormes retos y riesgos que enfrentan los oficiales, algunos funcionarios de Estados Unidos afirmaron que la institución había mostrado un compromiso y una resistencia notables.
Equipos especializados SWAT y unidades antipandillas han logrado repeler varios ataques contra edificios clave del gobierno en el centro de la ciudad, incluidos los ministerios del Interior y de Justicia y la Corte Suprema, en lo que Elbé describió como “guerra de guerrillas urbanas por bandas fuertemente armadas”. Al menos 22 comisarías de policía de Puerto Príncipe y sus suburbios fueron destruidas en las últimas semanas.
Un equipo de 14 asesores y capacitadores del Departamento de Estado de EE.UU. está integrado en la policía haitiana para prestar apoyo, incluido asesoramiento táctico. Los altos mandos de la policía haitiana también han recibido formación a través del Colegio Interamericano de Defensa de Washington, que forma parte de la Organización de Estados Americanos.
Sin embargo, los expertos advierten que la policía haitiana está en desventaja en su lucha contra las bandas porque carece de una buena capacidad de respuesta y equipos de inteligencia, como vehículos de patrulla blindados, helicópteros o aviones no tripulados, para atacar las bases fortificadas de las bandas criminales.
La fragilidad de la policía preocupa a los expertos, quienes han advertido que no será fácil derrotar a las bandas ni siquiera con la llegada de la misión multinacional respaldada por la ONU.
“El despliegue internacional tendrá que estar específicamente entrenado para ejecutar operaciones en entornos urbanos densos, donde las bandas probablemente también empleen tácticas de guerrilla que aumenten el riesgo para los civiles”, dijo Lewis Galvin, analista principal para las Américas de Janes, la empresa de inteligencia de defensa.
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