La propaganda, el brazo derecho de Nayib Bukele en El Salvador
Este año, el país ya fue sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Ahora, como hace 48 años, lo será de Miss Universo. El turismo, como aquella vez, parece ser la bandera para ello, mientras que el régimen de excepción continúa y se acerca la posibilidad de reelección de Nayib Bukele, a pesar de que la Constitución lo prohíbe.
María José Noriega Ramírez
La última vez que Miss Universo se celebró en El Salvador fue en 1975, durante el mando de Arturo Armando Molina, cinco años antes de que estallara la guerra civil que enfrentó a las Fuerzas Militares y a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Ahora, durante el gobierno de Nayib Bukele, en medio de un estado de excepción que lleva dieciocho meses, en el que algunas organizaciones sociales han reportado violaciones a los derechos humanos, el concurso vuelve a tierra salvadoreña.
Hace 48 años, Carmen Elena Figueroa, con la banda del país anfitrión, recibió a las demás concursantes en el Gimnasio Nacional, a las 8:00 p. m., donde fue coronada la finlandesa Anne Marie Pohtamo. Horas antes, a eso de las dos de la mañana, una bomba estalló en el edificio del Instituto Salvadoreño de Turismo, aliado del certamen. En otra ocasión, evacuaron a las candidatas por una amenaza de bomba en uno de los ensayos. Meses atrás, en mayo, fue asesinado Roque Dalton, poeta y escritor, que perteneció al Ejército Revolucionario del Pueblo, que inspiró a Silvio Rodríguez y a su canción Unicornio, de cuya muerte no se sabe mucho, salvo que su cuerpo sigue desaparecido y que su fallecimiento fue orquestado por sus mismos compañeros rebeldes.
📝 Sugerimos: En El Salvador hoy estás libre, mañana tal vez no
A la par, se escuchaba hablar del secuestro de Francisco de Sola, y del de otros tantos industriales más. Dos semanas después de coronar a la nueva reina de belleza, las fuerzas de seguridad del gobierno de Molina socavaron violentamente una manifestación que salió de la Universidad de El Salvador. Sonaron armas de fuego y bombas lacrimógenas. En septiembre, Rafael Aguiñada Carranza, diputado de 44 años, fue asesinado. Además, las tensiones entre El Salvador y Honduras, tras la “guerra de las cien horas”, seguían vivas y el intento de mejorar las relaciones, inconcluso.
“Quiero decirle a todo El Salvador que me siento agradecida por tantos estímulos, por tantos aplausos, por tanto cariño que me han dado desde que fui electa Miss Salvador. He tratado de hacer lo posible para dar a conocer nuestro país, nuestros encantos, su naturaleza, y lo he hecho de todo corazón”, se le escuchó decir a Figueroa, cuando el presentador le dio la oportunidad de decir algo en español. En los ensayos, le comentó que quería pronunciar algo en su idioma, y así lo hizo. Luego lo tradujo al inglés.
Décadas después, en una entrevista con El Faro, con su recorrido político a cuestas, tras ser diputada por el partido Arena, dijo: “Me terminaron contratando para promover a El Salvador a nivel internacional. Desde Nueva York se hacían las entrevistas de prensa, radio y televisión para promover al país y el concurso de Miss Universo. De ahí salió lo de ‘El país de la sonrisa’; yo era el ícono”. Al mencionarle el contraste de ese lema con la situación del país, agregó: “Bueno, había problemas sociales y violencia. Quizá no como los problemas de este momento, que tienen factores diferentes, pero sí había muchos. Aunque en esa época apenas comenzaba todo el conflicto, no estaba tan convulsionada la situación. En ese año, todavía creo que podíamos hablar de ‘El país de la sonrisa’”.
Han pasado varios años desde ese concurso, y con ello otros sucesos más: una guerra civil, la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, los intentos por establecer la democracia y el surgimiento de las pandillas. También el ascenso de Nayib Bukele, y con ello la inauguración del bitcoin como moneda oficial, un estado de excepción, prorrogado mes a mes, desde marzo de 2022, y los ánimos de una reelección, a pesar de la misma Constitución, que la prohíbe. “Ya están promoviendo paquetes turísticos de hasta siete mil dólares, leí en un periódico de aquí”, le escucho decir a Henri Fino a través de una videollamada, él desde su oficina en la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), yo desde Bogotá. “Van a celebrar Miss Universo por segunda vez aquí, y coincide con un ambiente dictatorial. Se sigue vendiendo a El Salvador como un país seguro, como un paraíso, y por eso hemos hecho los Juegos Centroamericanos y del Caribe y haremos el concurso de belleza”.
📌Le puede interesar: El calvario de tener a un hijo colombiano preso en El Salvador de Nayib Bukele
Cree que mientras se siga vendiendo esa imagen, el régimen de excepción se mantendrá, o al menos hasta que las condiciones económicas también lo permitan. “El Gobierno lo va a perpetuar en la medida que le dé réditos publicitarios y la gente hasta que su situación económica lo aguante, y el panorama es cada vez peor: hay menos acceso a alimentos, a salud. Ha disminuido, además, el número de estudiantes en las universidades, eso me dijo el decano de una de ellas hace unas semanas”. Pero Gabriela Santos, desde el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (Idhuca), se atreve a ir un poco más allá: “Este régimen de excepción no se va a derogar antes de las elecciones o de la toma de posesión, que es en junio. Aunque esta excepcionalidad implica suspender derechos, se ha logrado insertar el imaginario de que es una causa aparente de seguridad. Pero este modelo es insostenible, es decir, tener a más de 70.000 personas detenidas es un gasto fuerte para el Estado. Al final, se trata también de nuestros impuestos, de nuestra economía”.
Si hace 48 años, entre un grupo de veinte países que aspiraban a ser la sede de Miss Universo, el Gobierno promocionó al certamen en El Salvador como una forma de darse a conocer al mundo, con la idea de que “después del evento, la afluencia turística sería infinita”, en la más reciente transmisión del concurso, desde Nueva Orleans, el mensaje de Bukele no fue muy diferente: “Me siento honrado de anunciar que El Salvador será el país anfitrión oficial de la próxima competencia de Miss Universo. El Salvador es un país lleno de belleza: tiene las mejores playas del mundo para surfear, imponentes volcanes, exquisito café y ahora se ha convertido en el país más seguro de América Latina. Queremos agradecer a Miss Universo por acompañarnos en este proceso histórico. El Salvador está cambiando y queremos que vengan a vivirlo”.
Esa es su narrativa, o al menos así lo cree María Luz Nochez, periodista de El Faro, que encuentra cada vez más difícil hacer el oficio en su país. Cuenta que el acceso a la información pública es limitado y que los funcionarios no conceden casi entrevistas. Dice que desde 2019, cuando Bukele llegó al poder, la situación del periodismo se radicalizó. Por ejemplo, su celular, como el de varios reporteros más, fue infiltrado con el software Pegasus. Un dron, además, sobrevoló el patio de su casa. “Allá dicen que el país es seguro. Antes, todos los extranjeros tenían miedo de ir porque, claro, éramos un país extremadamente homicida, pero ahora todo está bien, según ellos”. Con respecto al régimen de excepción: “Le sirve muy bien para la propaganda del Gobierno, le permite tener el gran anuncio de días con cero homicidios”.
El discurso oficial es el del despegue económico gracias al bitcoin, dice Íngrid Escobar, de la ONG Socorro Jurídico Humanitario. En contraste, continúa, “lo que encuentra la gente es completamente diferente: arbitrariedad e irrespeto a los derechos humanos”. Pero no todos piensan igual. Para el político Walter Araújo, por ejemplo, “los éxitos de seguridad pública son inmensos, son cosas que no se pueden creer”. Ante las cámaras del Noticiero El Salvador, dijo que “el fenómeno de Nayib Bukele trasciende a El Salvador; es algo que le interesa a Latinoamérica, si lo vemos regionalmente, y le interesa a Estados Unidos, porque se está creando una nueva filosofía y una forma distinta de gobernar, en efectividad y en beneficio de las poblaciones (…). Se está haciendo un proceso de transformación de la estructura de todo un país, que el mismo pueblo está avalando y que posibilita reelegir a un presidente. Él dijo ‘voy a competir’, va a competir y ya hay un marco constitucional, legal, ético y moral para hacerlo”.
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La última vez que Miss Universo se celebró en El Salvador fue en 1975, durante el mando de Arturo Armando Molina, cinco años antes de que estallara la guerra civil que enfrentó a las Fuerzas Militares y a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Ahora, durante el gobierno de Nayib Bukele, en medio de un estado de excepción que lleva dieciocho meses, en el que algunas organizaciones sociales han reportado violaciones a los derechos humanos, el concurso vuelve a tierra salvadoreña.
Hace 48 años, Carmen Elena Figueroa, con la banda del país anfitrión, recibió a las demás concursantes en el Gimnasio Nacional, a las 8:00 p. m., donde fue coronada la finlandesa Anne Marie Pohtamo. Horas antes, a eso de las dos de la mañana, una bomba estalló en el edificio del Instituto Salvadoreño de Turismo, aliado del certamen. En otra ocasión, evacuaron a las candidatas por una amenaza de bomba en uno de los ensayos. Meses atrás, en mayo, fue asesinado Roque Dalton, poeta y escritor, que perteneció al Ejército Revolucionario del Pueblo, que inspiró a Silvio Rodríguez y a su canción Unicornio, de cuya muerte no se sabe mucho, salvo que su cuerpo sigue desaparecido y que su fallecimiento fue orquestado por sus mismos compañeros rebeldes.
📝 Sugerimos: En El Salvador hoy estás libre, mañana tal vez no
A la par, se escuchaba hablar del secuestro de Francisco de Sola, y del de otros tantos industriales más. Dos semanas después de coronar a la nueva reina de belleza, las fuerzas de seguridad del gobierno de Molina socavaron violentamente una manifestación que salió de la Universidad de El Salvador. Sonaron armas de fuego y bombas lacrimógenas. En septiembre, Rafael Aguiñada Carranza, diputado de 44 años, fue asesinado. Además, las tensiones entre El Salvador y Honduras, tras la “guerra de las cien horas”, seguían vivas y el intento de mejorar las relaciones, inconcluso.
“Quiero decirle a todo El Salvador que me siento agradecida por tantos estímulos, por tantos aplausos, por tanto cariño que me han dado desde que fui electa Miss Salvador. He tratado de hacer lo posible para dar a conocer nuestro país, nuestros encantos, su naturaleza, y lo he hecho de todo corazón”, se le escuchó decir a Figueroa, cuando el presentador le dio la oportunidad de decir algo en español. En los ensayos, le comentó que quería pronunciar algo en su idioma, y así lo hizo. Luego lo tradujo al inglés.
Décadas después, en una entrevista con El Faro, con su recorrido político a cuestas, tras ser diputada por el partido Arena, dijo: “Me terminaron contratando para promover a El Salvador a nivel internacional. Desde Nueva York se hacían las entrevistas de prensa, radio y televisión para promover al país y el concurso de Miss Universo. De ahí salió lo de ‘El país de la sonrisa’; yo era el ícono”. Al mencionarle el contraste de ese lema con la situación del país, agregó: “Bueno, había problemas sociales y violencia. Quizá no como los problemas de este momento, que tienen factores diferentes, pero sí había muchos. Aunque en esa época apenas comenzaba todo el conflicto, no estaba tan convulsionada la situación. En ese año, todavía creo que podíamos hablar de ‘El país de la sonrisa’”.
Han pasado varios años desde ese concurso, y con ello otros sucesos más: una guerra civil, la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, los intentos por establecer la democracia y el surgimiento de las pandillas. También el ascenso de Nayib Bukele, y con ello la inauguración del bitcoin como moneda oficial, un estado de excepción, prorrogado mes a mes, desde marzo de 2022, y los ánimos de una reelección, a pesar de la misma Constitución, que la prohíbe. “Ya están promoviendo paquetes turísticos de hasta siete mil dólares, leí en un periódico de aquí”, le escucho decir a Henri Fino a través de una videollamada, él desde su oficina en la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), yo desde Bogotá. “Van a celebrar Miss Universo por segunda vez aquí, y coincide con un ambiente dictatorial. Se sigue vendiendo a El Salvador como un país seguro, como un paraíso, y por eso hemos hecho los Juegos Centroamericanos y del Caribe y haremos el concurso de belleza”.
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Cree que mientras se siga vendiendo esa imagen, el régimen de excepción se mantendrá, o al menos hasta que las condiciones económicas también lo permitan. “El Gobierno lo va a perpetuar en la medida que le dé réditos publicitarios y la gente hasta que su situación económica lo aguante, y el panorama es cada vez peor: hay menos acceso a alimentos, a salud. Ha disminuido, además, el número de estudiantes en las universidades, eso me dijo el decano de una de ellas hace unas semanas”. Pero Gabriela Santos, desde el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (Idhuca), se atreve a ir un poco más allá: “Este régimen de excepción no se va a derogar antes de las elecciones o de la toma de posesión, que es en junio. Aunque esta excepcionalidad implica suspender derechos, se ha logrado insertar el imaginario de que es una causa aparente de seguridad. Pero este modelo es insostenible, es decir, tener a más de 70.000 personas detenidas es un gasto fuerte para el Estado. Al final, se trata también de nuestros impuestos, de nuestra economía”.
Si hace 48 años, entre un grupo de veinte países que aspiraban a ser la sede de Miss Universo, el Gobierno promocionó al certamen en El Salvador como una forma de darse a conocer al mundo, con la idea de que “después del evento, la afluencia turística sería infinita”, en la más reciente transmisión del concurso, desde Nueva Orleans, el mensaje de Bukele no fue muy diferente: “Me siento honrado de anunciar que El Salvador será el país anfitrión oficial de la próxima competencia de Miss Universo. El Salvador es un país lleno de belleza: tiene las mejores playas del mundo para surfear, imponentes volcanes, exquisito café y ahora se ha convertido en el país más seguro de América Latina. Queremos agradecer a Miss Universo por acompañarnos en este proceso histórico. El Salvador está cambiando y queremos que vengan a vivirlo”.
Esa es su narrativa, o al menos así lo cree María Luz Nochez, periodista de El Faro, que encuentra cada vez más difícil hacer el oficio en su país. Cuenta que el acceso a la información pública es limitado y que los funcionarios no conceden casi entrevistas. Dice que desde 2019, cuando Bukele llegó al poder, la situación del periodismo se radicalizó. Por ejemplo, su celular, como el de varios reporteros más, fue infiltrado con el software Pegasus. Un dron, además, sobrevoló el patio de su casa. “Allá dicen que el país es seguro. Antes, todos los extranjeros tenían miedo de ir porque, claro, éramos un país extremadamente homicida, pero ahora todo está bien, según ellos”. Con respecto al régimen de excepción: “Le sirve muy bien para la propaganda del Gobierno, le permite tener el gran anuncio de días con cero homicidios”.
El discurso oficial es el del despegue económico gracias al bitcoin, dice Íngrid Escobar, de la ONG Socorro Jurídico Humanitario. En contraste, continúa, “lo que encuentra la gente es completamente diferente: arbitrariedad e irrespeto a los derechos humanos”. Pero no todos piensan igual. Para el político Walter Araújo, por ejemplo, “los éxitos de seguridad pública son inmensos, son cosas que no se pueden creer”. Ante las cámaras del Noticiero El Salvador, dijo que “el fenómeno de Nayib Bukele trasciende a El Salvador; es algo que le interesa a Latinoamérica, si lo vemos regionalmente, y le interesa a Estados Unidos, porque se está creando una nueva filosofía y una forma distinta de gobernar, en efectividad y en beneficio de las poblaciones (…). Se está haciendo un proceso de transformación de la estructura de todo un país, que el mismo pueblo está avalando y que posibilita reelegir a un presidente. Él dijo ‘voy a competir’, va a competir y ya hay un marco constitucional, legal, ético y moral para hacerlo”.
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