La reapertura de las relaciones con Venezuela no entusiasma a algunos colombianos
Una encuesta muestra el cambio de opinión que han tenido los colombianos frente al restablecimiento de las relaciones entre Bogotá y Caracas. Aunque el nuevo enfoque termina beneficiando a las poblaciones fronterizas, los recientes acercamientos no son bien recibidos por algunos nacionales.
Txomin Las Heras Leizaola*
La reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela fue la política estrella de las relaciones exteriores de Gustavo Petro en sus primeros meses de gobierno, mientras que el manejo de la migración venezolana en Colombia desapareció de sus prioridades para dar paso a otros temas, como la paz total o las reformas a la salud, al régimen laboral y a las pensiones.
La reanudación de las relaciones con Venezuela despertó gran expectativa y entusiasmo en diversos sectores del país, especialmente por aquellos que hacen vida en las regiones fronterizas que se vieron sumamente afectadas, primero, por la profunda crisis económica venezolana y, después, por la ruptura entre ambos países y el cierre de los pasos fronterizos formales.
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Las críticas al presidente Iván Duque debido a su política de confrontación abierta con el régimen de Nicolás Maduro, realizadas por el entonces candidato presidencial Petro, dieron paso a partir del 7 de agosto de 2022 al anuncio por parte del nuevo mandatario de la reanudación plena de las relaciones.
Así, el estado de opinión de la población colombiana cambió drásticamente, según lo revela la última encuesta de abril de Invamer que, ante la pregunta sobre si las relaciones entre Colombia y Venezuela serán más respetuosas y prósperas cada día, reveló que un 62 % contestó en agosto de 2022 positivamente contra un 34 % que lo hizo negativamente. Estos números contrastan con los que se venían viendo durante la administración Duque, cuando la tendencia era inversa.
Sin embargo, tras ese pico de agosto del año pasado, los colombianos han ido perdiendo gradualmente el entusiasmo sobre el futuro de las relaciones con Venezuela y ya en abril de 2023 volvieron a cruzarse las curvas y nuevamente un 54 % no le apuesta a los beneficios de los renovados lazos diplomáticos, contra un 43 % que todavía manifiesta tener fe en ellos.
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Esta tendencia se confirma con la respuesta a otra pregunta de la misma encuesta donde se les inquiere a los consultados si están de acuerdo con que se hayan restablecido las relaciones entre Colombia y Venezuela. Aquí también se puede observar una reducción en las respuestas favorables, que pasaron de 79 % en agosto del año pasado a 70 % en abril de este año, mientras que las respuestas desfavorables subieron de 18 % a 27 %.
Los tibios adelantos vistos en estos primeros nueve meses de la administración de Petro con respecto a Venezuela, que se pueden apreciar en hechos como el muy moderado crecimiento del intercambio comercial binacional y los escasos avances en el restablecimiento de los lazos consulares, por solo citar un par de ejemplos, pueden explicar este descenso en las expectativas de los colombianos sobre las relaciones con su vecino oriental.
Habrá que esperar a ver cómo evolucionan los nuevos vínculos entre Bogotá y Caracas para determinar si las tendencias que comienzan a apreciarse se consolidan o no. La reciente cumbre internacional convocada por Gustavo Petro para buscar destrabar el proceso de negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, en el que el mandatario colombiano ha mostrado un gran interés en incidir, es un excelente ejemplo de iniciativas que podrían cambiar las cosas. Sin embargo, los grises resultados de la cita, que tuvo lugar en la capital colombiana, también muestran lo difícil que pueden ser las articulaciones con su par venezolano, a la luz de las maximalistas exigencias del gobierno venezolano.
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Con respecto a la política migratoria, que no ha merecido por parte del actual inquilino de la Casa de Nariño las atenciones que tuvo su antecesor, las opiniones de los colombianos se mantienen desde entonces en márgenes negativos. Según la encuesta de Invamer, a la pregunta de si está mejorando o empeorando el manejo de inmigrantes venezolanos, el 58 % se decanta por la respuesta negativa, contra el 27 % por la positiva, porcentajes similares a los que se produjeron al final del gobierno de Duque, aunque se venía de resultados peores.
La mejora experimentada al final del pasado gobierno en relación con el manejo de la política migratoria podría atribuirse a los buenos resultados de su más importante iniciativa en este campo, como fue el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV). A la pregunta de si los encuestados están de acuerdo o en desacuerdo con que el gobierno entregue Permisos por Protección Temporal (PPT) por 10 años a los venezolanos que estén indocumentados en Colombia, el 62% manifestó su desacuerdo y 35% de acuerdo, porcentajes igualmente similares a los de la recta final de Duque.
Los preocupantes, y pareciera que ya crónicos resultados de la opinión pública colombiana respecto a la migración, ameritan la adopción por parte del gobierno nacional de amplias políticas que incentiven la plena integración de los migrantes en la vida socio productiva del país. No hacerlo podría abrir el camino a situaciones difíciles asociadas a la xenofobia que Colombia, a diferencia de otros países, no ha vivido de manera generalizada y empujaría a muchos venezolanos a la marginalidad, con todas las consecuencias perniciosas que ello acarrearía a la sociedad colombiana.
*Investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer, así como presidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
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La reanudación de las relaciones con Venezuela despertó gran expectativa y entusiasmo en diversos sectores del país, especialmente por aquellos que hacen vida en las regiones fronterizas que se vieron sumamente afectadas, primero, por la profunda crisis económica venezolana y, después, por la ruptura entre ambos países y el cierre de los pasos fronterizos formales.
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Así, el estado de opinión de la población colombiana cambió drásticamente, según lo revela la última encuesta de abril de Invamer que, ante la pregunta sobre si las relaciones entre Colombia y Venezuela serán más respetuosas y prósperas cada día, reveló que un 62 % contestó en agosto de 2022 positivamente contra un 34 % que lo hizo negativamente. Estos números contrastan con los que se venían viendo durante la administración Duque, cuando la tendencia era inversa.
Sin embargo, tras ese pico de agosto del año pasado, los colombianos han ido perdiendo gradualmente el entusiasmo sobre el futuro de las relaciones con Venezuela y ya en abril de 2023 volvieron a cruzarse las curvas y nuevamente un 54 % no le apuesta a los beneficios de los renovados lazos diplomáticos, contra un 43 % que todavía manifiesta tener fe en ellos.
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La mejora experimentada al final del pasado gobierno en relación con el manejo de la política migratoria podría atribuirse a los buenos resultados de su más importante iniciativa en este campo, como fue el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV). A la pregunta de si los encuestados están de acuerdo o en desacuerdo con que el gobierno entregue Permisos por Protección Temporal (PPT) por 10 años a los venezolanos que estén indocumentados en Colombia, el 62% manifestó su desacuerdo y 35% de acuerdo, porcentajes igualmente similares a los de la recta final de Duque.
Los preocupantes, y pareciera que ya crónicos resultados de la opinión pública colombiana respecto a la migración, ameritan la adopción por parte del gobierno nacional de amplias políticas que incentiven la plena integración de los migrantes en la vida socio productiva del país. No hacerlo podría abrir el camino a situaciones difíciles asociadas a la xenofobia que Colombia, a diferencia de otros países, no ha vivido de manera generalizada y empujaría a muchos venezolanos a la marginalidad, con todas las consecuencias perniciosas que ello acarrearía a la sociedad colombiana.
*Investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer, así como presidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
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