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La primera vez que Donald Trump quiso acercarse a Vladimir Putin fue en el año 2013. El concurso de Miss Universo, entonces propiedad del empresario, iba a celebrar su primera edición en territorio europeo y Moscú, la capital rusa, fue la ciudad elegida por Trump, que aprovechó para invitar al presidente de Rusia al evento.
“¿Creen que Putin irá al desfile Miss Universo en noviembre en Moscú? Si lo hace se convertirá en mi nuevo mejor amigo”, trinó en 2013 Trump. Pero, aunque Putin declinó la invitación, una cita entre el magnate y el mandatario ruso estaba acordada días antes de la coronación. Un compromiso de última hora, sin embargo, evitó que Putin conociera a Donald Trump, quien desde ese momento no escondía su admiración para con el presidente y hombre fuerte de Rusia.
"Ha hecho un trabajo increíble: se ha puesto realmente a la vanguardia del mundo como líder en un corto período de tiempo", afirmó Trump en una entrevista de 2013. Luego, en una charla con la Fox News, el magnate afirmó que Putin le había dado una “paliza” a Barack Obama en materia de relaciones internacionales y dijo que si, fuese presidente, sentiría que Putin es alguien con el que me llevaría muy bien”.
La ceremonia de coronación de Miss Universo en 2013 fue el primer acercamiento entre Trump y Putin. Foto: AFP
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Cinco años pasaron para que el hoy presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lograra su cometido y consiguiera acercarse lo suficiente al presidente ruso. Quizás más de lo que muchos le aconsejarían. La relación entre Trump y Putin ha sido objeto de estudio por parte de analistas políticos y periodistas, quienes ven con cierto recelo los acercamientos del gobierno de Estados Unidos con la “autoritaria” Rusia de Vladimir Putin.
“Trump nunca dice una palabra desagradable sobre Putin, mientras que tiene palabras poco amables para decir sobre prácticamente todos los demás líderes”, cuenta Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano. “Trump parece admirar el poder desenfrenado de Putin y su régimen de hombre fuerte en Rusia”, agregó.
Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, siempre tensas durante los años de Putin, se deterioraron durante el gobierno de Barack Obama (2008-2016). La incursión militar de Rusia en Siria y su apoyo a Bashar Al-Assad, sumada a la violenta anexión de la península de Crimea por parte de Moscú hicieron que Estados Unidos tomara una posición crítica frente a Rusia. Tanto que, tras la crisis con Ucrania en 2015, Estados Unidos votó a favor de expulsar a Rusia del G-8, grupo del que era miembro desde su fundación en 1975 (como la Unión Soviética).
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Pero si las cosas entre Estados Unidos y Rusia no iban bien, el episodio de la trama rusa terminó por deteriorar aún más las pobres relaciones entre los gobiernos de Obama y Putin. Los rumores de una posible injerencia de Moscú en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 terminaron con la imposición de una serie de sanciones económicas por parte de Washington a Rusia. Una política hostil por parte de Estados Unidos frente a su rival de siempre era aplaudida tanto por sus partidarios como por sus opositores, pero las cosas cambiaron en las elecciones del 8 de noviembre de 2016.
Donald Trump ganó las elecciones en una apretada disputa con Hillary Clinton. Foto: AFP
Un día después de la sorpresiva victoria de Donald Trump las relaciones entre ambos países cobraron un nuevo aire. Uno de los primeros líderes mundiales en felicitar al presidente electo fue Vladimir Putin, quien a través de un telegrama le comunicó "su esperanza de trabajar juntos para sacar a las relaciones ruso-estadounidenses de su estado de crisis". Meses después, ante la mirada de sus compatriotas, ambos compartían silla en una reunión del G-20, en Europa, ya con la sombra de la trama rusa sobre sus cabezas.
Pero la relación entre Putin y Trump no había causado tanta conmoción como lo hizo durante la primera cumbre presidencial entre ambos países en 3 años. El 25 de julio en Helsinki, Finlandia, el presidente estadounidense se entrevistó con su homónimo ruso, a quien llenó de elogios durante la rueda de prensa conjunta. El presidente estadounidense omitió hablar sobre la trama rusa, la anexión de Crimea o el envenenamiento de agentes rusos en Reino Unido y expresó sus deseos de tener “una buena relación con Rusia”. Esto, además de exculpar a Putin de una supuesta injerencia en la campaña que lo llevó a la presidencia en 2016.
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¿Por qué habría de hacerlo?, dijo Trump ante una pregunta de un periodista sobre las investigaciones de los Servicios de Inteligencia que afirmaban que sí hubo injerencia. “Las agencias de inteligencia no siempre están en posesión de la verdad”, dijo después de que Putin negara cualquier tipo de injerencia.
Trump, que venía de un fuerte enfrentamiento verbal con líderes de la Unión Europea, incluso sugirió a los miembros del G-7 que recibieran de nuevo a Rusia en el grupo. La imagen de un presidente estadounidense tan “compinche” de un líder ruso no solo llamó la atención de los estadounidenses, sino también de analistas, quienes advirtieron que, aunque sorpresiva, la reacción de Trump era de esperarse.
Trump y Putin se vieron por última el 15 de julio de 2018 en Helsinki, Finlandia. Foto: AFP
Como lo hiciese antes de ser presidente, Trump nunca escondió su admiración por el líder ruso, a quien veía como un modelo a seguir por su “dureza”. La explicación de esto, de acuerdo con Rick Anderson, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y experto en relaciones ruso-estadounidenses, es que ambos comparten ideas políticas, cada uno desde su propia orilla.
“Putin y Trump tienen identidades políticas idénticas. Putin quiere revivir la grandeza rusa, reactivar la economía y asegurar las fronteras. Esto además de defender a una parte de la población como los roshnikas, que componen el 90% de la población de su país. Trump, por su parte, quiere que Estados Unidos sea “grande de nuevo” a través del proteccionismo y la defensa de los intereses del hombre blanco contra la de, por ejemplo, los negros, los árabes y los latinos”, explica Anderson a El Espectador.
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Aunque sus similitudes los han acercado, de acuerdo con Michael Shifter del Diálogo Interamericano, la relación Trump-Putin pone en riesgo los intereses nacionales del país. Aunque Trump no ha escondido su admiración para con el líder ruso, dice Shifter que el Congreso tiene una opinión muy diferente sobre Putin, a quien ve con “gran preocupación por muchas razones” entre las que nombra “la anexión de Crimea, las amenazas a los países bálticos, su apoyo a Assad en Siria y por supuesto graves abusos contra los derechos humanos y represión en el hogar”.
Pero estas preocupaciones de los congresistas quedan a un lado por lo que tienen en común, de acuerdo con Rick Anderson de UCLA. El profesor cuenta que las afinidades que tienen en su política exterior y el manejo de sus fronteras evidencian una “similitud” en la forma de manejar a sus países. En el caso ruso, Anderson explica que Putin comenzó a asegurar su territorio a partir de 1999, con una ofensiva para reestablecer el control de Chechenia, en 2008 con el conflicto en Georgia y en 2014 en Ucrania, en donde terminó anexando la península de Crimea. Trump, por su parte, con el interés de construir el muro en la frontera con México y prohibir la entrada de personas de naciones árabes buscan lo mismo: un mayor control sobre sus territorios.
El apoyo de Putin al gobierno sirio liderado por Bashar Al-Assad ha sido cuestionado en Estados Unidos. Foto: AFP
Pero además de ser gemelos políticos, la relación de Trump y Putin tiene que ver, en gran parte, con la estrategia política. Aunque los votantes estadounidenses no ven con buenos ojos al líder ruso (60% de acuerdo con una encuesta realizada por la firma Quinnipiac), explica Anderson que la cercanía con Putin le puede traer beneficios para con su base electoral.
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“Si sus partidarios creen que la interferencia no sucedió o no hizo ninguna diferencia se refuerza su confianza de que pueden hacerlo presidente por su propia fuerza. Pero si sus partidarios creen que Rusia marcó la diferencia, entonces pueden pensar que la ayuda de Putin mejora sus posibilidades para elegirlo. De cualquier manera, se sienten más seguros de ganar en el futuro”, explica Anderson.
En momentos en los que la investigación del fiscal Robert Mueller está cerca de dar un veredicto sobre la real participación de Rusia en las elecciones de Estados Unidos, la relación entre Putin y Trump va a cobrar cada vez más relevancia. Históricamente Rusia (y antes la Unión Soviética) fue el enemigo de Estados Unidos, pero el canal de comunicación siempre estuvo abierto. De hecho, Trump ha dicho que al ser presidente “tiene derecho” a hablar con cualquier mandatario.
“Nadie está en contra de hablar. La pregunta es si tal relación nos ayudará a avanzar en los intereses nacionales”, se pregunta Shifter del Diálogo Internacional, quien cuestiona las actitudes del presidente frente a, por ejemplo, las agencias de seguridad norteamericanas. “Para la mayoría de los Estados Unidos, la cumbre de Helsinki fue embarazosa. Putin dominó la reunión y Trump dijo que Putin era más creíble que los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.
De hecho, según explica Anderson, la relación entre Trump y Putin, más que traerle problemas le puede brindar altos beneficios, sobre todo con sus votantes. “Su relación lo ayuda entre sus votantes, aunque algunos republicanos en el Congreso expresen sus reservas al respecto. Las bases de Trump, de hecho, preferirían a algún otro republicano al actual miembro republicano del Congreso o al Senado”.
Lo cierto es que la nube de Putin y Rusia permanecerá encima del presidente Trump por un buen tiempo. Solo el tiempo determinará si su admiración para con el líder ruso termine dando dividendos o, por lo contrario, termine afectando las aspiraciones de los republicanos y el presidente para las elecciones parlamentarias de noviembre de este año.
JESÚS MESA
jmesa@elespectador.com
Twitter: @JesusMesa