La soledad de Trump antes de salir de la Casa Blanca
En cuenta regresiva, así está el presidente más polémico de la historia de los Estados Unidos, quien está a punto de enfrentar un segundo juicio político. Una medida vergonzante y sin precedentes en la historia de la política norteamericana.
Juan Sebastián Perilla
En Donald Trump se configuró aquel fenómeno en el que no quisiera caer ningún político: salir por la puerta de atrás al finalizar su periodo como Presidente. Hace cuatro años llegó a la Casa Blanca como un fenómeno sin precedentes, pues era un magnate de los negocios a la cabeza del país más poderoso del mundo. Todos veían con expectativa su elección y el gran número de votantes no ocultaba el fervor hacia el resultado electoral.
Ver más: ¿Cómo será la posesión de Joe Biden en EE. UU.?
Los primeros años de su mandato siempre dieron de qué hablar, para bien o para mal, el presidente era un referente mundial cuya bandera era defender a capa y espada a su país. Los Estados Unidos lo eran todo para su primer mandatario, por lo cual su discurso de gobernar para los americanos, y no para otros países, le daba un gran revuelo de popularidad. Muchos de sus electores querían precisamente eso: que el país se centrara en responder a sus intereses y no a las necesidades mundiales insatisfechas.
Sin embargo, en los últimos meses de su mandato se fue en picada la imagen favorable que tenía a raíz de diferentes salidas en falso. Desde los escándalos por una posible intervención de Rusia en las elecciones, hasta la estrategia para el manejo de la pandemia del coronavirus, poco a poco Donald Trump iba perdiendo puntos, no solo entre los americanos, sino desde la expectante visión mundial.
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Lo que es más grave es que su salida no ha sido ni será pacífica. Las declaraciones incendiarias, así como la falta de manejo con situaciones de orden público, han acrecentado la oposición hacia él. Por lo mismo, está a punto de ser vencido en una especie de juicio político desde el Capitolio que días atrás fue tomado por sus simpatizantes. Es así como un presidente, que inicialmente fue un fenómeno de popularidad, hoy está a punto de perder casi todo su capital político con la estocada final del Congreso de los Estados Unidos.
Los inicios de su mandato
Trump llegó al poder como un fenómeno político ante la sorpresa del mundo entero, dado que no se esperaría que un empresario multimillonario fuese el presidente de un país en el que las tradicionales políticas pesan mucho. Con una campaña agresiva llegó al poder aquel sujeto que le prometió a los americanos devolverles su país, dejando de lado las estrategias de protección de Derechos Humanos, apoyo a las naciones más pobres e incluso aporte a la paz mundial. América se centraría en sus propios intereses y necesidades, superando las lógicas asistenciales vigentes en los últimos gobiernos.
Aunque las propuestas eran muchas, una de las más significativas fue la construcción del muro entre Estados Unidos y México como una muestra por cerrar las fronteras para detener la entrada de ilegales al país. El presidente republicano aseguraría mayores prerrogativas para quienes estuviesen dentro del marco de la legalidad, liderando una estrategia para sacar del país a todos los que no pudiesen reputarse americanos. De ahí que muy pronto se empezaron a ver noticias de deportaciones, reuniones con México para la construcción de un muro que no pagaría Trump y en general un discurso con ciertos matices de xenofobia.
Ver más: Silenciar a Trump, ¿un error de las redes?
Lo interesante del asunto es que esta estrategia política caló hondo en gran parte de los americanos, incluso en aquellos que una vez fueron inmigrantes ilegales y que hoy ostentan la residencia o ciudadanía de este país. La Presidencia de Trump tuvo su auge en una de las estrategias políticas tradicionales de encontrar un enemigo común para aumentar el apoyo hacia quien está en el poder. El enemigo en común era todo lo que fuese ilegal y diverso, para que el apoyo se centrara desde los americanos para el beneficio exclusivo de América.
El declive de la Presidencia
Pese al éxito inicial de este discurso excluyente, con el tiempo Trump dio muchas salidas en falso que hacían que perdiera su legitimidad como presidente. Lo primero que empezó a suceder hacia la mitad de su mandato fue la aparición de escándalos sobre la posible manipulación mediática de las elecciones, con la intervención de Rusia y la utilización de las redes sociales en las cuales la mayoría de ciudadanos se encuentra inmerso. La percepción del país empezó a tener un margen de inconformidad por la supuesta utilización de sus datos personales para ganar las elecciones.
A este debate se fue sumando la clase política de los Estados Unidos, con debates que involucraron hasta a las cabezas visibles de las plataformas virtuales. Hasta Facebook se vio involucrado en el tema y el silencio de Trump dio mucho para dudar. Sin embargo, esto no sería el detonante definitivo para que la Presidencia entrara en declive, pues la economía del país se mantenía estable y el dólar cada vez era una moneda más fuerte. Con el éxito de la economía se aseguraba el éxito de Trump.
No obstante, el último año de mandato fue una catástrofe política que incluso hizo que muchos de sus simpatizantes le retiraran su apoyo. Iniciando el 2020, el discurso de odio que había funcionado en años anteriores para ganar adeptos empezó a pasar la factura con el homicidio de sujetos a mano de la policía. Fue significativo ver cómo un policía blanco que materializaba la imagen tradicional de un americano asesinaba con su pierna a un afroamericano ante las súplicas por su vida por no poder respirar.
Ver más: Donald Trump deberá rendir cuentas, ¿será suficiente?
Fue un estallido que apagó la Casa Blanca y encendió a una lucha en contra de estos discursos excluyentes que representaba Trump. Estados Unidos empezó a ver cómo por sus calles se acrentaba la protesta social en contra de este tipo de abusos y se pusieron en las calles carteles que hoy permanecen a favor de la diversidad, el respeto de los derechos y la defensa de todos como iguales. Trump pasó de ser el salvador a ser el enemigo común de muchos norteamericanos. Así, cualquier candidato que propusieran los democrátas tendría todas las posibilidades de ganar así no fuese muy conocido a nivel mundial.
El decepcionante final
A toda esta situación problemática en contra del presidente, la estocada final fue el manejo que Trump le dio a la pandemia. El presidente asumió el coronavirus como una simple gripa que no dañaría a los Estados Unidos, dado que consideraba que era un invento de China para debilitarlo. La pandemia no se asumió desde una perspectiva científica sino desde una perspectiva política a la cual le faltaba sustento para salvaguardar el bienestar de los americanos.
Con esta idea de la levedad del virus y el mensaje por no asumir estrategias de protección suficientes para enfrentarlo, gran parte del país continuó con sus actividades para beneficiar la economía. Pero muy pronto la situación se saldría de las manos y lo que parecía una simple gripa empezó a cobrar muchas vidas, siendo Estados Unidos el nuevo epicentro de la enfermedad. Los americanos empezaron a ver cientos de personas muertas en congeladores en las calles y siendo enterrados en fosas comunes por el colapso del sistema.
Mientras esta evidencia era irrefutable, Trump seguía dando consejos sin fundamento como tomar productos de aseo para curarse de la enfermedad. Y aunque algunos de sus simpatizantes seguían haciéndole caso, muy pronto las urnas mostrarían que su estrategia lo sepultaría políticamente en un reñido final que le dio la victoria a Joe Biden. Se trató de un final inesperado para el mismo Trump, pues era casi imposible que el presidente perdiera su reelección.
Ante esta situación, el presidente empezó a deslegitimar los resultados de las elecciones alegando un posible fraude y manipulaciones en las que él mismo estuvo involucrado años atrás. Muchos de sus simpatizantes creyeron en esto y llegaron incluso a tomarse el Capitolio en su nombre, pero lo cierto es que la democracia de los Estados Unidos no cedería ante estas presiones por vías de hecho que se estaban intentando.
Por el contrario, estas presiones fueron suficientes para que el Congreso de los Estados Unidos esté adelantando actualmente procesos de juicio político que sepultarían por completo a Trump en la arena de la administración pública. Se trata del único presidente que se ha enfrentado a dos juicios políticos por parte del Congreso y todo indica que será sancionado por su estrategia política fallida. Ante esto, hasta sus más cercanos apoyos como el vicepresidente se han desmarcado y lo han dejado solo.
Termina de esta manera Trump su presidencia solo en el área política, con poco apoyo desde los mismos republicanos y una imagen por el piso. Si bien tiene algunos simpatizantes que darían la vida por él, gran parte de quienes inicialmente lo pusieron en el poder se han alejando y lo han dejado solo en el ocaso de su mandato. Sin redes sociales, disminuido al máximo y con la expectativa de qué pasará en el Congreso, Trump se despide de la Presidencia más solo que cualquier otro presidente en la historia reciente.
*Juan Sebastián Perilla, profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá.
En Donald Trump se configuró aquel fenómeno en el que no quisiera caer ningún político: salir por la puerta de atrás al finalizar su periodo como Presidente. Hace cuatro años llegó a la Casa Blanca como un fenómeno sin precedentes, pues era un magnate de los negocios a la cabeza del país más poderoso del mundo. Todos veían con expectativa su elección y el gran número de votantes no ocultaba el fervor hacia el resultado electoral.
Ver más: ¿Cómo será la posesión de Joe Biden en EE. UU.?
Los primeros años de su mandato siempre dieron de qué hablar, para bien o para mal, el presidente era un referente mundial cuya bandera era defender a capa y espada a su país. Los Estados Unidos lo eran todo para su primer mandatario, por lo cual su discurso de gobernar para los americanos, y no para otros países, le daba un gran revuelo de popularidad. Muchos de sus electores querían precisamente eso: que el país se centrara en responder a sus intereses y no a las necesidades mundiales insatisfechas.
Sin embargo, en los últimos meses de su mandato se fue en picada la imagen favorable que tenía a raíz de diferentes salidas en falso. Desde los escándalos por una posible intervención de Rusia en las elecciones, hasta la estrategia para el manejo de la pandemia del coronavirus, poco a poco Donald Trump iba perdiendo puntos, no solo entre los americanos, sino desde la expectante visión mundial.
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Lo que es más grave es que su salida no ha sido ni será pacífica. Las declaraciones incendiarias, así como la falta de manejo con situaciones de orden público, han acrecentado la oposición hacia él. Por lo mismo, está a punto de ser vencido en una especie de juicio político desde el Capitolio que días atrás fue tomado por sus simpatizantes. Es así como un presidente, que inicialmente fue un fenómeno de popularidad, hoy está a punto de perder casi todo su capital político con la estocada final del Congreso de los Estados Unidos.
Los inicios de su mandato
Trump llegó al poder como un fenómeno político ante la sorpresa del mundo entero, dado que no se esperaría que un empresario multimillonario fuese el presidente de un país en el que las tradicionales políticas pesan mucho. Con una campaña agresiva llegó al poder aquel sujeto que le prometió a los americanos devolverles su país, dejando de lado las estrategias de protección de Derechos Humanos, apoyo a las naciones más pobres e incluso aporte a la paz mundial. América se centraría en sus propios intereses y necesidades, superando las lógicas asistenciales vigentes en los últimos gobiernos.
Aunque las propuestas eran muchas, una de las más significativas fue la construcción del muro entre Estados Unidos y México como una muestra por cerrar las fronteras para detener la entrada de ilegales al país. El presidente republicano aseguraría mayores prerrogativas para quienes estuviesen dentro del marco de la legalidad, liderando una estrategia para sacar del país a todos los que no pudiesen reputarse americanos. De ahí que muy pronto se empezaron a ver noticias de deportaciones, reuniones con México para la construcción de un muro que no pagaría Trump y en general un discurso con ciertos matices de xenofobia.
Ver más: Silenciar a Trump, ¿un error de las redes?
Lo interesante del asunto es que esta estrategia política caló hondo en gran parte de los americanos, incluso en aquellos que una vez fueron inmigrantes ilegales y que hoy ostentan la residencia o ciudadanía de este país. La Presidencia de Trump tuvo su auge en una de las estrategias políticas tradicionales de encontrar un enemigo común para aumentar el apoyo hacia quien está en el poder. El enemigo en común era todo lo que fuese ilegal y diverso, para que el apoyo se centrara desde los americanos para el beneficio exclusivo de América.
El declive de la Presidencia
Pese al éxito inicial de este discurso excluyente, con el tiempo Trump dio muchas salidas en falso que hacían que perdiera su legitimidad como presidente. Lo primero que empezó a suceder hacia la mitad de su mandato fue la aparición de escándalos sobre la posible manipulación mediática de las elecciones, con la intervención de Rusia y la utilización de las redes sociales en las cuales la mayoría de ciudadanos se encuentra inmerso. La percepción del país empezó a tener un margen de inconformidad por la supuesta utilización de sus datos personales para ganar las elecciones.
A este debate se fue sumando la clase política de los Estados Unidos, con debates que involucraron hasta a las cabezas visibles de las plataformas virtuales. Hasta Facebook se vio involucrado en el tema y el silencio de Trump dio mucho para dudar. Sin embargo, esto no sería el detonante definitivo para que la Presidencia entrara en declive, pues la economía del país se mantenía estable y el dólar cada vez era una moneda más fuerte. Con el éxito de la economía se aseguraba el éxito de Trump.
No obstante, el último año de mandato fue una catástrofe política que incluso hizo que muchos de sus simpatizantes le retiraran su apoyo. Iniciando el 2020, el discurso de odio que había funcionado en años anteriores para ganar adeptos empezó a pasar la factura con el homicidio de sujetos a mano de la policía. Fue significativo ver cómo un policía blanco que materializaba la imagen tradicional de un americano asesinaba con su pierna a un afroamericano ante las súplicas por su vida por no poder respirar.
Ver más: Donald Trump deberá rendir cuentas, ¿será suficiente?
Fue un estallido que apagó la Casa Blanca y encendió a una lucha en contra de estos discursos excluyentes que representaba Trump. Estados Unidos empezó a ver cómo por sus calles se acrentaba la protesta social en contra de este tipo de abusos y se pusieron en las calles carteles que hoy permanecen a favor de la diversidad, el respeto de los derechos y la defensa de todos como iguales. Trump pasó de ser el salvador a ser el enemigo común de muchos norteamericanos. Así, cualquier candidato que propusieran los democrátas tendría todas las posibilidades de ganar así no fuese muy conocido a nivel mundial.
El decepcionante final
A toda esta situación problemática en contra del presidente, la estocada final fue el manejo que Trump le dio a la pandemia. El presidente asumió el coronavirus como una simple gripa que no dañaría a los Estados Unidos, dado que consideraba que era un invento de China para debilitarlo. La pandemia no se asumió desde una perspectiva científica sino desde una perspectiva política a la cual le faltaba sustento para salvaguardar el bienestar de los americanos.
Con esta idea de la levedad del virus y el mensaje por no asumir estrategias de protección suficientes para enfrentarlo, gran parte del país continuó con sus actividades para beneficiar la economía. Pero muy pronto la situación se saldría de las manos y lo que parecía una simple gripa empezó a cobrar muchas vidas, siendo Estados Unidos el nuevo epicentro de la enfermedad. Los americanos empezaron a ver cientos de personas muertas en congeladores en las calles y siendo enterrados en fosas comunes por el colapso del sistema.
Mientras esta evidencia era irrefutable, Trump seguía dando consejos sin fundamento como tomar productos de aseo para curarse de la enfermedad. Y aunque algunos de sus simpatizantes seguían haciéndole caso, muy pronto las urnas mostrarían que su estrategia lo sepultaría políticamente en un reñido final que le dio la victoria a Joe Biden. Se trató de un final inesperado para el mismo Trump, pues era casi imposible que el presidente perdiera su reelección.
Ante esta situación, el presidente empezó a deslegitimar los resultados de las elecciones alegando un posible fraude y manipulaciones en las que él mismo estuvo involucrado años atrás. Muchos de sus simpatizantes creyeron en esto y llegaron incluso a tomarse el Capitolio en su nombre, pero lo cierto es que la democracia de los Estados Unidos no cedería ante estas presiones por vías de hecho que se estaban intentando.
Por el contrario, estas presiones fueron suficientes para que el Congreso de los Estados Unidos esté adelantando actualmente procesos de juicio político que sepultarían por completo a Trump en la arena de la administración pública. Se trata del único presidente que se ha enfrentado a dos juicios políticos por parte del Congreso y todo indica que será sancionado por su estrategia política fallida. Ante esto, hasta sus más cercanos apoyos como el vicepresidente se han desmarcado y lo han dejado solo.
Termina de esta manera Trump su presidencia solo en el área política, con poco apoyo desde los mismos republicanos y una imagen por el piso. Si bien tiene algunos simpatizantes que darían la vida por él, gran parte de quienes inicialmente lo pusieron en el poder se han alejando y lo han dejado solo en el ocaso de su mandato. Sin redes sociales, disminuido al máximo y con la expectativa de qué pasará en el Congreso, Trump se despide de la Presidencia más solo que cualquier otro presidente en la historia reciente.
*Juan Sebastián Perilla, profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá.