Construir desde lo que nos une, la clave para integrar a los migrantes
La migración es un proceso enriquecedor y beneficioso para el país, si en vez de estigmatizar se promueve la empatía hacia el extranjero, la tolerancia y la compasión.
No hay fronteras más grandes que las mentales. Por eso, cambiar las falsas creencias y los prejuicios sobre la migración es una tarea urgente que debe ser asumida por la sociedad colombiana. Con el objetivo de analizarlo, la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) organizó el conversatorio “La xenofobia, un reto para la integración y el acceso a derechos de la población migrante de Venezuela”, este 27 de agosto.
En los últimos cinco años, Colombia ha recibido cerca de 1′784.883 migrantes venezolanos, de acuerdo con datos de Migración Colombia. En efecto, el país, como principal frontera terrestre de Venezuela, con la que se comparten fuertes vínculos sociales, políticos, económicos y culturales —además de un pasado migratorio, cuando eran los colombianos quienes iban a esa nación—, ha visto un incremento vertiginoso en la llegada de venezolanos.
Un proceso que no se detendrá hasta que la situación de ese país cambie y que los colombianos comienzan a asumir. A diferencia de hace unos años, hoy hablamos de migración y se abren nuevos espacios de reflexión y crecimiento, pero también nos enfrentamos a la xenofobia, el miedo y el rechazo al otro, aspectos que plantean retos en el proceso de integración y acceso a derechos de la población migrante.
“Eliminar esas creencias falsas que se han arraigado requiere la suma de muchos esfuerzos, en los que prime la voluntad y no la estigmatización que se da en ambos sentidos: de colombianos a venezolanos y viceversa. Hay prejuicios que permean el día a día y son espacios que debemos trabajar para lograr un cambio, tener un mejor territorio, un mejor país y un mejor espacio de vida para todos”, explica Gloria Alicia Pinzón, gerente del programa Integrando Horizontes, de FUPAD, en asocio con la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM), del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
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Integrando Horizontes comenzó en 2018 con el objetivo de fortalecer los mecanismos de protección para población migrante y refugiada, mediante el acceso a sus derechos y salud, y el acompañamiento para facilitarles medios de vida e integración. De acuerdo con Pinzón, la clave es “construir desde lo que tenemos en común”.
Un proceso en el que es clave asesorar y orientar legalmente al migrante. “Les informamos sobre las condiciones en Colombia, cómo es vivir en el país, cómo regularizarse y acceder a los servicios”, agrega Pinzón. Una labor que los migrantes reconocen. “Quedé fascinada con la manera en la que el programa apoya, enseña, guía, instruye e incluso orienta a las personas venezolanas que estamos en este estado de vulnerabilidad”, dice Petra Leona Maestre, violinista profesional procedente de Venezuela, habitante de Bogotá.
Una comunidad migrante informada y bien integrada siempre trae beneficios al país que la recibe. “A través de la migración regular, fortalecida por el Gobierno Nacional con la implementación del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV), el país gana en materia de seguridad, en ingresos a través de impuestos y en formalización del empleo, pues previene la explotación laboral de la población migrante, lo cual afecta el empleo de los colombianos más vulnerables”, recalca Soraya Osorio, directora regional para Sudamérica de FUPAD.
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Para lograr una integración exitosa, “es importante fortalecer su capacidad de resiliencia para que puedan asentarse en un nuevo territorio, al que llegan sin amigos, sin familia, sin sus costumbres; al fortalecer eso, mejoran su relación con el otro y construyen lazos de solidaridad y vecindad”, asegura la gerente del programa de FUPAD.
“Cuando llegué al programa Integrando Horizontes sentí que no estábamos solos, porque había una organización pensando en los venezolanos que habían llegado a territorio colombiano; esa voz de aliento y fortaleza que nos decía: ‘no desmayen que todo va a estar bien, estamos con ustedes’”, recuerda Jennifer Vargas Pacheco, venezolana habitante del corregimiento de Bayunca, Bolívar.
Al darles herramientas y fortalecer a las comunidades de acogida, así como a los migrantes y refugiados, se ha visto cómo la discriminación disminuye. “Fortalecemos sus capacidades y competencias y las adaptamos al territorio colombiano para que puedan ser empleados o emprender”, dice Gloria Alicia Pinzón, quien insiste en que “es encontrándose en las situaciones comunes, reconociéndose como seres humanos, sin importar nacionalidad, que se logran grandes avances”.
De acuerdo con la experiencia de Integrando Horizontes, los migrantes traen competencias, talentos y saberes que enriquecen y complementan los del colombiano. El programa trabaja de la mano de empresarios de ambos países, que terminan contratando trabajadores por sus capacidades, más allá de la nacionalidad. Ángel Díaz, líder de Calidad de Vida de la empresa Dugotex, aliado empresarial del programa, lo resume así: “Son personas que vienen a nuestro país con buenas ideas, algunos con títulos universitarios, personas que tienen unos corazones nobles y vienen a trabajar y aportar de manera positiva”.
Sin embargo, muchas veces, estos resultados positivos terminan siendo opacados por el miedo al otro, que se instala en comportamientos y conversaciones diarias, potenciadas por declaraciones de funcionarios públicos e informaciones basadas en narrativas falsas, que terminan exacerbando el pánico social.
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Soraya Osorio, de FUPAD, señala que “el miedo al otro surge de no conocer quién es el otro. Los colombianos solo podemos perder el miedo si reconocemos en el otro a un ser igual, con necesidades y angustias en común. Es cuestión de desmitificar el miedo y allí los medios de comunicación son fundamentales, pues se trata de desestigmatizar y evidenciar que así como existen algunos venezolanos con mal comportamiento, son muchos más los que día a día hacen un gran esfuerzo por sobrevivir y superar las dificultades que enfrentan como migrantes”.
María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y moderadora del Conversatorio organizado por FUPAD este 27 de agosto, insiste en la responsabilidad compartida. “La xenofobia debe ser asumida desde una mirada informada y con un enfoque crítico al mensaje y a quien lo emite, pues solo así se derriban prejuicios e imaginarios que hoy ejercen violencia sobre los migrantes: autoridades, medios de comunicación y figuras públicas deben decidir si facilitan la integración de una sociedad a la que hoy pertenecen los migrantes.
Soraya Osorio agrega que “debemos reconocer que el país tiene unos problemas propios que no surgen con la migración y tienen múltiples causas; la pandemia, la inconformidad social, los grupos ilegales, el endeudamiento, la devaluación... Luego, no es justo reforzar el imaginario de que los migrantes son la principal razón de las dificultades sociales y económicas que atraviesa nuestro país”.
¿Cómo ayudar en el proceso de integración de los migrantes? La directora regional para Sudamérica de FUPAD lo explica así: “La xenofobia empieza en casa, en la escuela, en conversaciones sencillas, convirtiéndose en un rechazo dirigido a los migrantes. Tal vez, las escuelas deberían esforzarse más por educar a seres humanos empáticos y sensibles al sufrimiento del otro. Las empresas tendrían que promover no solo la ganancia económica, sino también la ganancia emocional que aporta a la felicidad. La xenofobia nace de la ignorancia, de pensar que alguien es más y de no entender que todos somos seres humanos; a pesar de nuestras diferencias, somos todos iguales”.
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No hay fronteras más grandes que las mentales. Por eso, cambiar las falsas creencias y los prejuicios sobre la migración es una tarea urgente que debe ser asumida por la sociedad colombiana. Con el objetivo de analizarlo, la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) organizó el conversatorio “La xenofobia, un reto para la integración y el acceso a derechos de la población migrante de Venezuela”, este 27 de agosto.
En los últimos cinco años, Colombia ha recibido cerca de 1′784.883 migrantes venezolanos, de acuerdo con datos de Migración Colombia. En efecto, el país, como principal frontera terrestre de Venezuela, con la que se comparten fuertes vínculos sociales, políticos, económicos y culturales —además de un pasado migratorio, cuando eran los colombianos quienes iban a esa nación—, ha visto un incremento vertiginoso en la llegada de venezolanos.
Un proceso que no se detendrá hasta que la situación de ese país cambie y que los colombianos comienzan a asumir. A diferencia de hace unos años, hoy hablamos de migración y se abren nuevos espacios de reflexión y crecimiento, pero también nos enfrentamos a la xenofobia, el miedo y el rechazo al otro, aspectos que plantean retos en el proceso de integración y acceso a derechos de la población migrante.
“Eliminar esas creencias falsas que se han arraigado requiere la suma de muchos esfuerzos, en los que prime la voluntad y no la estigmatización que se da en ambos sentidos: de colombianos a venezolanos y viceversa. Hay prejuicios que permean el día a día y son espacios que debemos trabajar para lograr un cambio, tener un mejor territorio, un mejor país y un mejor espacio de vida para todos”, explica Gloria Alicia Pinzón, gerente del programa Integrando Horizontes, de FUPAD, en asocio con la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM), del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
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Integrando Horizontes comenzó en 2018 con el objetivo de fortalecer los mecanismos de protección para población migrante y refugiada, mediante el acceso a sus derechos y salud, y el acompañamiento para facilitarles medios de vida e integración. De acuerdo con Pinzón, la clave es “construir desde lo que tenemos en común”.
Un proceso en el que es clave asesorar y orientar legalmente al migrante. “Les informamos sobre las condiciones en Colombia, cómo es vivir en el país, cómo regularizarse y acceder a los servicios”, agrega Pinzón. Una labor que los migrantes reconocen. “Quedé fascinada con la manera en la que el programa apoya, enseña, guía, instruye e incluso orienta a las personas venezolanas que estamos en este estado de vulnerabilidad”, dice Petra Leona Maestre, violinista profesional procedente de Venezuela, habitante de Bogotá.
Una comunidad migrante informada y bien integrada siempre trae beneficios al país que la recibe. “A través de la migración regular, fortalecida por el Gobierno Nacional con la implementación del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV), el país gana en materia de seguridad, en ingresos a través de impuestos y en formalización del empleo, pues previene la explotación laboral de la población migrante, lo cual afecta el empleo de los colombianos más vulnerables”, recalca Soraya Osorio, directora regional para Sudamérica de FUPAD.
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Para lograr una integración exitosa, “es importante fortalecer su capacidad de resiliencia para que puedan asentarse en un nuevo territorio, al que llegan sin amigos, sin familia, sin sus costumbres; al fortalecer eso, mejoran su relación con el otro y construyen lazos de solidaridad y vecindad”, asegura la gerente del programa de FUPAD.
“Cuando llegué al programa Integrando Horizontes sentí que no estábamos solos, porque había una organización pensando en los venezolanos que habían llegado a territorio colombiano; esa voz de aliento y fortaleza que nos decía: ‘no desmayen que todo va a estar bien, estamos con ustedes’”, recuerda Jennifer Vargas Pacheco, venezolana habitante del corregimiento de Bayunca, Bolívar.
Al darles herramientas y fortalecer a las comunidades de acogida, así como a los migrantes y refugiados, se ha visto cómo la discriminación disminuye. “Fortalecemos sus capacidades y competencias y las adaptamos al territorio colombiano para que puedan ser empleados o emprender”, dice Gloria Alicia Pinzón, quien insiste en que “es encontrándose en las situaciones comunes, reconociéndose como seres humanos, sin importar nacionalidad, que se logran grandes avances”.
De acuerdo con la experiencia de Integrando Horizontes, los migrantes traen competencias, talentos y saberes que enriquecen y complementan los del colombiano. El programa trabaja de la mano de empresarios de ambos países, que terminan contratando trabajadores por sus capacidades, más allá de la nacionalidad. Ángel Díaz, líder de Calidad de Vida de la empresa Dugotex, aliado empresarial del programa, lo resume así: “Son personas que vienen a nuestro país con buenas ideas, algunos con títulos universitarios, personas que tienen unos corazones nobles y vienen a trabajar y aportar de manera positiva”.
Sin embargo, muchas veces, estos resultados positivos terminan siendo opacados por el miedo al otro, que se instala en comportamientos y conversaciones diarias, potenciadas por declaraciones de funcionarios públicos e informaciones basadas en narrativas falsas, que terminan exacerbando el pánico social.
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Soraya Osorio, de FUPAD, señala que “el miedo al otro surge de no conocer quién es el otro. Los colombianos solo podemos perder el miedo si reconocemos en el otro a un ser igual, con necesidades y angustias en común. Es cuestión de desmitificar el miedo y allí los medios de comunicación son fundamentales, pues se trata de desestigmatizar y evidenciar que así como existen algunos venezolanos con mal comportamiento, son muchos más los que día a día hacen un gran esfuerzo por sobrevivir y superar las dificultades que enfrentan como migrantes”.
María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y moderadora del Conversatorio organizado por FUPAD este 27 de agosto, insiste en la responsabilidad compartida. “La xenofobia debe ser asumida desde una mirada informada y con un enfoque crítico al mensaje y a quien lo emite, pues solo así se derriban prejuicios e imaginarios que hoy ejercen violencia sobre los migrantes: autoridades, medios de comunicación y figuras públicas deben decidir si facilitan la integración de una sociedad a la que hoy pertenecen los migrantes.
Soraya Osorio agrega que “debemos reconocer que el país tiene unos problemas propios que no surgen con la migración y tienen múltiples causas; la pandemia, la inconformidad social, los grupos ilegales, el endeudamiento, la devaluación... Luego, no es justo reforzar el imaginario de que los migrantes son la principal razón de las dificultades sociales y económicas que atraviesa nuestro país”.
¿Cómo ayudar en el proceso de integración de los migrantes? La directora regional para Sudamérica de FUPAD lo explica así: “La xenofobia empieza en casa, en la escuela, en conversaciones sencillas, convirtiéndose en un rechazo dirigido a los migrantes. Tal vez, las escuelas deberían esforzarse más por educar a seres humanos empáticos y sensibles al sufrimiento del otro. Las empresas tendrían que promover no solo la ganancia económica, sino también la ganancia emocional que aporta a la felicidad. La xenofobia nace de la ignorancia, de pensar que alguien es más y de no entender que todos somos seres humanos; a pesar de nuestras diferencias, somos todos iguales”.
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