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El presidente Donald Trump ha abierto más de una grieta en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a lo largo de sus tres años y medio de gobierno, bien sea a través de sus incendiarias declaraciones, como las quejas sobre “el poco presupuesto que destinan sus aliados al grupo”, o de sus imprudentes acciones en el campo militar.
Para no ir lejos, la operación que condujo a la muerte del general iraní Qassem Soleimani en enero de este año, ordenada por Trump, obligó a la OTAN a suspender de emergencia una misión de su alianza en Irak, pues se temían repercusiones contra sus tropas en ese territorio tras el asesinato de Soleimani. Unos meses atrás, a finales de 2019, Trump ordenó retirar a sus tropas del noreste de Siria de manera sorpresiva para sus aliados. Esto, además de desencadenar un conflicto con Turquía, llevó al presidente francés, Emmanuel Macron, a declarar que la organización tenía una “muerte cerebral” poco antes de la celebración del aniversario número 70 de la fundación de la OTAN. El comentario del francés, ad portas de tan magna fecha, hizo público el malestar entre los aliados de la organización.
A pesar del riesgo, Trump continúa agrandando las fisuras de la organización en lugar de reparar el daño hecho, para infortunio de los aliados. Esta semana el presidente declaró que iba a reducir a la mitad la presencia de sus tropas en Alemania, un aliado de la OTAN clave para Estados Unidos. No es claro qué busca el republicano con esta nueva amenaza que, de entrada, perjudica a Estados Unidos, pues las instalaciones militares en Alemania, en Ramstein y en Landstuhl, son esenciales para las operaciones del país en Oriente Medio y África. Para Bernd Riegert, corresponsal de la Deutsche Welle en Bruselas, puede tratarse de un simple “juego electoral”.
“La decisión de Trump, que está bajo una presión masiva en el país, puede verse como parte de su campaña de reelección. Hace cuatro años prometió llevar de vuelta a Estados Unidos los ‘millones de dólares’ gastados en la OTAN. Sin embargo, en realidad las cosas no funcionan de esa manera, porque cada miembro de la OTAN paga por sus propias tropas. No hay tarifas que Estados Unidos pueda reclamar por estacionar a sus soldados en Europa o en cualquier otro lugar. Sin embargo, Trump quiere convencer a sus partidarios mal informados de que puede lograr que la alianza baile a su ritmo”, advierte Riegert.
Sacar a la mitad de las tropas estadounidenses de Alemania (25 mil soldados) es, en palabras de expertos, “un juego peligroso”. El único beneficiado del capricho de Trump parece ser el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien, para Riegert, celebra el hecho de que su homólogo estadounidense siembre la división en el organismo.
“Debilitar a la OTAN con la esperanza de que esto conduzca a una mayor defensa alemana es un juego peligroso que rueda a favor de Rusia”, le dijo Tobias Ellwood, presidente conservador del comité selecto de defensa en el Parlamento del Reino Unido, a The Guardian.
Trump quiere de alguna manera ejercer presión para que Alemania destine el 2 % de su Producto Interno Bruto a los gastos militares de la organización como lo han hecho los otros miembros. Según expertos, esta petición es extremadamente ambiciosa, pues esta meta solo se cumplirá probablemente hasta 2031, según Berlín. El presidente estadounidense siempre se ha quejado de que Alemania es un “gran deudor” de la organización, aunque los alemanes son el segundo país de la alianza que más dinero destinan a su presupuesto de defensa.
El último anuncio de Trump sugiere que, después de casi un período completo en la Casa Blanca, el mandatario no ha entendido cómo funciona la organización. La OTAN, como señala la Deutsche Welle, “no es un club cuyos miembros deben pagar cuotas”. Es una alianza que cuenta con un presupuesto conjunto en el que Estados Unidos y Alemania aportarán desde 2021 cantidades iguales (el 16 %), mientras que el resto de los miembros se reparte proporcionalmente el resto de los gastos.
El problema de las grietas que ha abierto Trump, para algunos expertos, es que se hacen cada vez más irreparables. Incluso si el presidente fracasa en su intento reeleccionista y hay un cambio de gobierno, la diplomacia estadounidense ya se encuentra golpeada por las acciones de su administración.
“Creo que se comete un error al creer que simplemente con la victoria de Joe Biden, Europa mejorará sus relaciones con Estados Unidos”, dijo Ivan Krastev, presidente de un centro de estudios liberales de Bulgaria. Para él, las cosas en Alemania han cambiado, y el país que alguna vez fue más pro-Atlántico, ya no lo es.
Las críticas han llegado a Trump incluso desde su propio bando. Tom Tugendhat, presidente conservador del comité de asuntos exteriores, confesó que la decisión del presidente podría alentar a las naciones europeas a “escuchar menos a Estados Unidos” mientras el republicano permanezca en el poder.
Otros, como David-Wilp, integrante de la entidad de relaciones transatlánticas German Marshal Fund de Estados Unidos, se muestran más positivos. El experto explica que las relaciones bilaterales podrían mejorar si Trump pierde ante el virtual candidato demócrata Joe Biden, quien fue vicepresidente de Barack Obama. Durante la administración anterior, Alemania y Estados Unidos sostuvieron muy buenas relaciones. “Berlín era el socio indispensable de Obama, especialmente a la luz del Brexit”, señala David-Wilp.