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El 23 de noviembre tuvieron lugar en Venezuela los decimocuartos comicios de la era chavista. La oposición obtuvo 4’137.064 votos. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados alcanzaron una ventaja de 1’284.308 sufragios. Los partidos del antichavismo tuvieron avances pero no la primacía. Las fuerzas del gobierno se mantienen como el campo político mayoritario pero registraron retrocesos especialmente asociados con la pérdida de la Alcaldía Metropolitana de Caracas y el estado Miranda.
La oposición puede sentirse estimulada para transitar los caminos de la acción política liberada de las tentaciones conspirativas y de la búsqueda de patrocinios que lesionen la soberanía nacional. El gobierno, su partido y aliados tienen la oportunidad de someter a examen el camino recorrido y de identificar errores y aplicar correctivos.
Confrontación y polarización son palabras que suelen usarse en las descripciones del proceso político venezolano. El indicador más elemental de la economía refleja también abruptas variaciones asociadas en no poca medida a los factores políticos. Chávez recibió una economía en recesión: el 2 de febrero de 1999, casi dos meses después del 6 de diciembre cuando arrasó en las urnas, el PIB presentó una tasa de variación de -6%. En el 2001 dicha tasa fue del 3,4 %; para el 2002 se ubicó en -8,9% para subir en 2004 al 18,3%. En 2008 se sitúa en el 6%.
Las etapas del proceso
La primera comprendida entre 1999 y 2001. El aspecto central lo constituyó el proceso constituyente. En 9 meses y mediante tres comicios se elaboró y aprobó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que fue proclamada el 15 de diciembre de 1999. La política económica tomó características muy ortodoxas (pago cumplido de la deuda, control salarial, alto nivel de reservas internacionales, control de la inflación) Eso dio lugar a una curiosa paradoja: el antineoliberal Chávez aplicaba el libreto del FMI con miras a no quedar cautivo del mismo.
Así se preservaron los equilibrios macroeconómicos básicos. En la política social se elevó la atención a los sectores más deprimidos de la población pero no se franquearon los límites de un asistencialismo ambicioso. Los precios del petróleo
empezaron a recuperarse. A ello no fue ajeno el esfuerzo venezolano por reconstituir la OPEP y recuperar una política de cuotas de los productores.
La segunda etapa se extiende de 2001 a finales de 2002. Se inicia una consistente política de reformas económicas y sociales. Esa orientación se plasmó en la aprobación de las Leyes Habilitantes en noviembre de 2001. Las más importantes fueron la Ley de Hidrocarburos Líquidos, la Ley de Tierras y la Ley de Acuacultura y pesca. Estas medidas mostraron que las promesas electorales del teniente coronel se ponían en ejecución.
Se creó un frente de oposición cuyo eje lo articularon la organización empresarial, Fedecámaras y la dirección sindical de la CTV, fiel al sistema político anterior. La Iglesia jerárquica tomó un puesto destacado en ese frente. La oposición le disputó entonces la calle al chavismo. Tuvo cierta fortuna con la convocatoria al Paro Cívico del 10 de diciembre de 2001. Pero este moderado éxito les hizo perder la cabeza a los dirigentes antichavistas, particularmente a Carlos Ortega de la CTV y Pedro Carmona de Fedecámaras.
Diez años más
Desde que ganó sus primeras elecciones, en diciembre 6 de 1998, el presidente venezolano Hugo Chávez se ha presentado a ocho procesos electorales y ha ganado siete. Y aunque ahora las encuestas no le dan el mismo apoyo que tenía hace diez años —sus niveles de aprobación llegaban al 75% y hoy al 43%— el mandatario acaba de plantear, por cuarta vez, su reelección indefinida.
Según Chávez, la reelección es necesaria por los efectos que la crisis económica tendrá sobre el país en el 2009. Por eso ya echó a andar la campaña: “Uh ah, Chávez no se va”, que pretende recoger cerca de tres millones de firmas que avalarían un referendo para hacer una enmienda constitucional. En diciembre del año pasado, los venezolanos rechazaron esa aspiración. Actualmente la Constitución de 1999 sólo permite una reelección, que Chávez agotó al presentarse y ganar los comicios de diciembre de 2006.
De aprobarse la reforma, Hugo Chávez podría presentar su candidatura en las elecciones presidenciales de diciembre de 2012 para el período 2013-2019.
Hubo otro elemento que influyó en la pérdida de realismo: el endurecimiento de la política agresiva de Bush luego del atentado de las Torres Gemelas. La oposición actuaba en la calle y conspiraba en las guarniciones militares. Es conocida la narrativa del golpe de Estado y del retorno de Chávez y por razones de espacio no se comenta aquí.
Apuesta: la conspiración
La tercera etapa va de diciembre de 2003 a diciembre de 2006. La oposición apuesta a la conspiración. Ahora ensayó el desafío de sacar a Chávez mediante la huelga-sabotaje en el petróleo. Como fuerza dirigente de esta etapa fungió la alta gerencia de Pdvsa secundada por la “Gente del Petróleo”, los partidos de la oposición y la jerarquía católica. Las transnacionales del petróleo que controlaban la infraestructura informática de la empresa hicieron su contribución tecnológica y política. El paro de Pdvsa que se inició el 3 de diciembre se desencadenó como parte del Paro Cívico que la oposición había
decretado antes. Además se acompañó de provocaciones y diversas acciones violentas. El paro inmovilizó a la industria petrolera y privó de ingresos al país al paso que los empresarios y comerciantes incentivaron el desabastecimiento de Caracas.
En las circunstancias extremas creadas por el golpe militar de abril de 2002 y por el paro cívico y la huelga de Pdvsa surgieron las Misiones. En los días posteriores al golpe de abril se creó la Misión Róbinson, que al cabo de tres años había recuperado del analfabetismo a millón y medio de personas. Poco tiempo después se puso en marcha la Misión Barrio Adentro con apoyo de médicos cubanos. Fue la manera como se llevó la atención en salud directamente a la población en su lugar de residencia.
En medio del desabastecimiento colosal creado por el paro general y la huelga de Pdvsa surgió la misión Mercal para asegurar el suministro de víveres a la ciudadanía, comenzando por los sectores más deprimidos. Las Misiones, que son numerosas y diversificadas, incorporan en su organización a la población que se beneficia de ellas. Éstas no figuran en ningún manual revolucionario, fue un descubrimiento del proceso bolivariano y han sido junto con los programas educativos y el mantenimiento del esquema universalista en salud lo que ha permitido la realización hasta ahora del logro mayor del chavismo: la incorporación económica, la inclusión social de vastos sectores excluidos, privados antes de una efectiva ciudadanía política. La gente que ha sido incluida ya no saldrá de la escena política.
La cuarta etapa abarca de los finales de 2006 al 23 de noviembre de 2008. Los contenidos están dados por la Proclamación del “Socialismo Bolivariano”, la organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y la construcción del Poder Comunal. Hay retos de diverso orden que hoy se le plantean al gobierno bolivariano: uno urgente, que de no resolverse puede comprometer seriamente el futuro del proceso, es la inseguridad ocasionada por la creciente y sostenida incidencia de la delincuencia común, quizás ella explique en buena parte la derrota de Aristóbulo Izturiz en Caracas y de Diosdado Cabello en la gobernación de Miranda.
Otra necesidad del mismo orden apunta al combate eficaz contra la corrupción. Si bien el fenómeno no es nuevo, en las condiciones actuales conduce a la desmoralización o al cinismo cuando al tiempo se proclama el Socialismo y la Revolución.
Los retos históricos
Los retos que podrían llamarse históricos tocan el tema del proyecto económico: la superación de la economía rentista. No se trata de que no haya conciencia al respecto. Las fórmulas emprendidas deben ser evaluadas no únicamente por su atractivo experimental sino por sus resultados estadísticos.
En este campo como en los políticos y sociales una discusión seria y fluida está llamada a jugar un papel importante que limitará el peso excesivo del liderazgo carismático. El socialismo bolivariano debe de manera creciente sustentarse en previsiones teóricas claras y consistentes. No puede alimentarse hoy de las inspiraciones ilustradas de Bolívar y del racionalismo humanista de Marx y mañana apelar a las filosofías posmodernas como si se tratara del mismo corpus doctrinario.
Finalmente, para toda la sociedad venezolana campea el reto de la profundización de la democracia. Éste es quizá el espejo venezolano en el que quiere mirarse la América Latina del presente siglo.
* Historiador, profesor emérito de la Universidad Nacional