Las promesas rotas de Milei en su primer año: casta sí, dolarización no
Con la promesa de un “déficit cero”, Javier Milei ha logrado estabilizar la economía argentina, pero a un alto costo para muchos sectores vulnerables. ¿Milagro o engaño? Su plan económico enfrentará su prueba de fuego en 2025.
Camilo Gómez Forero
En Argentina ocurrió un milagro: la moneda local, el peso, logró estabilizarse por primera vez luego de seis años de fuerte depreciación, la cual se agudizó con la inflación crónica que se disparó a partir de 2018 bajo el gobierno de Mauricio Macri. Pero este no es solo un hecho milagroso, sino que también es irónico. En campaña, el actual presidente argentino, Javier Milei, había llamado “excremento” al peso argentino, en una de las tantas intervenciones que anticipaban una dolarización que hasta ahora no ha llevado a cabo y que, por lo que se ha dicho, podría no ocurrir.
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En Argentina ocurrió un milagro: la moneda local, el peso, logró estabilizarse por primera vez luego de seis años de fuerte depreciación, la cual se agudizó con la inflación crónica que se disparó a partir de 2018 bajo el gobierno de Mauricio Macri. Pero este no es solo un hecho milagroso, sino que también es irónico. En campaña, el actual presidente argentino, Javier Milei, había llamado “excremento” al peso argentino, en una de las tantas intervenciones que anticipaban una dolarización que hasta ahora no ha llevado a cabo y que, por lo que se ha dicho, podría no ocurrir.
“Vamos a ir a una competencia de monedas en la que la moneda fuerte va a ser el peso”, dijo Luis Caputo, ministro de Economía argentino, durante un discurso en octubre.
Este, lo que parece ser el entierro de la promesa de la dolarización, es solo uno de los cambios abruptos que ha tenido el gobierno Milei en su primer año en el poder. A pesar de haberse jurado enemigo de “la casta política”, por otro lado, el presidente hoy les debe gran parte de su gobernabilidad a acuerdos con los mismos sectores tradicionales que prometió combatir.
Las alianzas, incluso con gobernadores peronistas a quienes ha invitado a cenar, aunque necesarias para mantener cierta estabilidad, contrastan profundamente con su retórica incendiaria de campaña, evidenciando las complejidades y contradicciones de su estilo de liderazgo. ¿Cómo fue que pasó del repudio de estas ideas a abrazarlas en menos de un año? Empecemos por el peso.
Según el vocero presidencial, Manuel Adorni, el peso pasó de ser “excremento” porque se trataba de esa manera bajo el anterior gobierno a una moneda con “potencial” en un sistema económico que favorece la “competencia de monedas”. En otras palabras, al ver que las políticas económicas funcionaban para el peso, la visión sobre este cambió.
Hay dos claves para el éxito de la apreciación del peso: en este año se adoptó un enfoque de “déficit cero”, recortando el gasto público en un 33 %, aplicando la motosierra que sacó en campaña, y se le ordenó al Banco Central no emitir más pesos para comprar dólares, lo que permitió absorber el exceso de dinero en la economía. Así se creó un superávit fiscal que contribuyó a la absorción de pesos por parte del Tesoro, lo que redujo la cantidad de moneda en circulación. Todo esto ayudó a la estabilización del dólar y condujo a la disminución de la inflación. Pero que el peso se fortalezca o la inflación baje no necesariamente son noticias positivas para todos los argentinos.
“Hoy comprar un café en Buenos Aires es más costoso que en Nueva York”, apunta el economista y periodista argentino Martín Slipczuk. “Antes viajaba a Europa, a Asia. He tenido que vender los US$10.000 que tenía ahorrados para llegar a final de mes”, agrega Alejandro Sosa, un administrador de empresa y ejemplo de la nueva clase media empobrecida, en EFE.
La Argentina de 2024 no es la misma que la de 2023, a donde llegaban extranjeros con dólares para gastar y vivir “como reyes”. Las políticas de ajuste han producido un desequilibrio económico profundo. Aunque sectores como el energético y el financiero han logrado beneficios significativos, la vida cotidiana para la mayoría de los argentinos se ha vuelto insostenible, pues la canasta básica sigue por las nubes y el salario sigue siendo el mismo.
“(Además) la eliminación de subsidios y la liberalización de tarifas, que el gobierno considera logros en su plan de ajuste, han golpeado directamente el bolsillo de las familias. Esto, combinado con un estancamiento en los salarios reales, agrava la crisis social”, explica Slipczuk. En este panorama, los alimentos, los servicios básicos y los medicamentos se convierten en bienes de lujo para muchos.
Los jubilados, por ejemplo, son uno de los sectores más afectados por las políticas de ajuste de Milei. Slipczuk cuenta que el gobierno eliminó los bonos adicionales que compensaban la pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación. “Si bien las jubilaciones se ajustan trimestralmente según la fórmula de movilidad, la inflación corre más rápido que estos aumentos. Hoy la mayoría de los jubilados apenas cubren un porcentaje mínimo de la canasta básica”, señala.
Esto ha llevado a que muchos adultos mayores enfrenten situaciones extremas, recurriendo a comedores comunitarios o apoyos familiares para subsistir. Mientras tanto, el gobierno sostiene que este ajuste es necesario para equilibrar las finanzas públicas, pero las críticas apuntan a que lo hace a costa de los sectores más vulnerables.
Del otro lado están los ganadores. Las políticas implementadas por Milei han beneficiado principalmente a sectores como las empresas extranjeras, en especial a las petroleras, y a las grandes compañías de servicios. La eliminación de subsidios a las tarifas, por ejemplo, ha permitido a estas empresas operar con mayores márgenes de ganancia. Además, la liberalización del comercio y la devaluación del peso han hecho que productos importados sean más competitivos en comparación con los fabricados localmente, lo que ha favorecido a las industrias extranjeras que operan en el país.
La duda es si esto es sostenible. Si bien la promesa de Milei de un “déficit cero” podría eventualmente reducir la inflación, la dependencia de algunas maniobras financieras de Milei, como posponer el pago de intereses para mantener las cuentas equilibradas, podría generar riesgos a largo plazo, especialmente si el modelo no logra consolidar un crecimiento económico sostenido y las expectativas inflacionarias continúan siendo elevadas.
Ahora, la “motosierra” al gasto público también abre otro problema significativo: la presión sobre los gobiernos provinciales y municipales, que dependen en gran medida de la coparticipación federal para financiar sus servicios y proyectos. Con los recortes en el gasto nacional y la falta de un presupuesto ajustado a la inflación (el gobierno argentino opera sin presupuesto aprobado por el Congreso desde 2023), los gobernadores se ven obligados a implementar ajustes propios, subir impuestos locales o reducir inversiones en infraestructura y programas sociales.
Estos gobiernos, muchos de los cuales están en manos de opositores al presidente, enfrentan tensiones crecientes con el Ejecutivo central, lo que podría derivar en conflictos territoriales y políticos, complicando aún más la gobernabilidad. Según Slipczuk, esta tensión será clave de cara a las elecciones de 2025. “De cara a estas elecciones, la sostenibilidad del modelo de Milei dependerá de las alianzas que logre mantener. Hasta ahora ha logrado gobernar gracias a acuerdos con otros sectores políticos, pero estas alianzas podrían cambiar, lo que podría afectar la estabilidad de sus políticas”, señaló el argentino.
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