Las variables en la apuesta que Petro hace frente a Venezuela
Colombia puede estar más comprometida en la crisis política venezolana, desde dos aristas: la negociación con el ELN y la aspiración de Gustavo Petro de ser líder en América Latina.
Daniella Monroy Argumedo*
La mesa de negociación en México entre la oposición venezolana y Nicolás Maduro, única vía democrática que se ha consolidado para superar la crisis política que atraviesa Venezuela, está suspendida desde finales de 2022 (cuando se alcanzó un segundo acuerdo luego del abandono de la mesa en 2021 a raíz de la extradición de Álex Saab).
Desde entonces no había dado muestras de destrabarse hasta que se conoció la intención del presidente Gustavo Petro de intermediar entre las partes. La esperanza, que con cada intento se desgasta, reapareció, y Petro ha mostrado ser una vía para el regreso de Venezuela a la escena internacional de la que fue aislada con la famosa estrategia del ‘cerco diplomático’ y con las más de 900 sanciones que se le han impuesto al gobierno de Maduro. El momento actual, puede ser en el que Colombia haya estado más comprometida en la crisis política venezolana, desde dos aristas:
El efecto derrame que puede generar la negociación con el ELN
A punto de iniciar el tercer ciclo de negociaciones entre el gobierno y la guerrilla, la mesa se ve llena de complejidades que desafían su sostenibilidad. Hay críticas por el alegato por parte de Antonio García, comandante del grupo armado, de que el ELN no recluta forzosamente a menores de edad y la inseguridad en varias zonas del país que ha llegado a amenazar a Bogotá y que alcanzó un pico con una emboscada del ELN que dejó sin vida a nueve militares hace un mes.
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Petro ha dicho que, ante la negativa de la guerrilla al ofrecimiento de un cese al fuego bilateral en diciembre, las fuerzas armadas colombianas y venezolanas se han aliado en una ofensiva militar para restarle margen de maniobra al ELN. En suma, las periodistas María Jimena Duzán y Mábel Lara, que representaban a la sociedad civil, han abandonado la mesa de negociación en los últimos días.
Venezuela es garante del proceso de paz con el ELN y la mediación de Colombia en sus aprietos políticos internos, entendiendo que afectan a Colombia por su vecindad, se están dando paralelamente. Implica que un proceso es susceptible de verse afectado por el otro. Por el lado del ELN, la negociación depende del grupo armado que ya lleva cinco intentos de negociación con diferentes gobiernos colombianos y que no se flexibiliza fácilmente. El futuro de esos diálogos compromete tanto la paz de Venezuela como su devenir político. Si la negociación de Petro con el ELN falla, Maduro perdería como garante y, si fracasa la mediación de Petro entre la oposición y el oficialismo venezolanos, Bogotá pierde también. Bien conocido es que la migración de las más de 2,8 millones de personas que ha recibido Colombia es una de las más visibles consecuencias de la ausencia de democracia en Venezuela.
El liderazgo internacional de Petro depende, en gran parte, de Venezuela
La proyección internacional del gobierno Petro pretender hacer de Colombia un líder en la región. No un líder que aglutine a otros países para cercar a Maduro (como dispuso el gobierno anterior), sino uno que ayude a restablecer las relaciones internacionales de Caracas. Sin embargo, lo que pasó en vísperas de la Cumbre Internacional sobre Venezuela que se llevó a cabo estaba poniendo obstáculos a Petro en su intención de acercar al régimen con los partidos antichavistas en un acuerdo. Horas antes de iniciar la reunión de alto nivel, el gobierno de Maduro condicionó el diálogo al retiro de las sanciones, la devolución del dinero venezolano congelado en el exterior, la liberación de Alex Saab y, como si fuera poco, la suspensión de la investigación que lleva la Corte Penal Internacional en su contra por crímenes de lesa humanidad.
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El tamaño y el tono de esas peticiones hace pensar que Maduro se siente en posición de exigir y esto podría jugar en contra de Petro como facilitador si la oposición siente que el presidente venezolano no está en igualdad de condiciones.
Colombia tiene gran presión por parte de otros países para que lo referente a la celebración de elecciones libres y justas, la liberación de presos políticos y otros asuntos de la situación interna de Venezuela tomen vuelo. Empezando por Estados Unidos, pues el presidente Biden ha encomendado a Petro el desbloqueo de la mesa de negociación en México.
Si las mencionadas exigencias de Maduro boicotean los resultados de la Cumbre Internacional en Bogotá, el porvenir de Petro como cabeza de un verdadero bloque de izquierda democrática latinoamericana podría enmarañarse. Sería un pésimo escenario, considerando que, además, una eventual clausura total de la negociación en México tendría grandes efectos, pues la división de la izquierda en América Latina y el Caribe podría consolidarse en un cisma de los líderes de izquierda en la región: un grupo autoritario compuesto por Ortega de Nicaragua, Díaz Canel de Cuba y Maduro de Venezuela; y otro grupo de izquierda democrática entre Boric de Chile, Lula de Brasil, Fernández de Argentina, López Obrador de México y Gustavo Petro.
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* Investigadora del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer. Consultora asociada de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
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La mesa de negociación en México entre la oposición venezolana y Nicolás Maduro, única vía democrática que se ha consolidado para superar la crisis política que atraviesa Venezuela, está suspendida desde finales de 2022 (cuando se alcanzó un segundo acuerdo luego del abandono de la mesa en 2021 a raíz de la extradición de Álex Saab).
Desde entonces no había dado muestras de destrabarse hasta que se conoció la intención del presidente Gustavo Petro de intermediar entre las partes. La esperanza, que con cada intento se desgasta, reapareció, y Petro ha mostrado ser una vía para el regreso de Venezuela a la escena internacional de la que fue aislada con la famosa estrategia del ‘cerco diplomático’ y con las más de 900 sanciones que se le han impuesto al gobierno de Maduro. El momento actual, puede ser en el que Colombia haya estado más comprometida en la crisis política venezolana, desde dos aristas:
El efecto derrame que puede generar la negociación con el ELN
A punto de iniciar el tercer ciclo de negociaciones entre el gobierno y la guerrilla, la mesa se ve llena de complejidades que desafían su sostenibilidad. Hay críticas por el alegato por parte de Antonio García, comandante del grupo armado, de que el ELN no recluta forzosamente a menores de edad y la inseguridad en varias zonas del país que ha llegado a amenazar a Bogotá y que alcanzó un pico con una emboscada del ELN que dejó sin vida a nueve militares hace un mes.
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Petro ha dicho que, ante la negativa de la guerrilla al ofrecimiento de un cese al fuego bilateral en diciembre, las fuerzas armadas colombianas y venezolanas se han aliado en una ofensiva militar para restarle margen de maniobra al ELN. En suma, las periodistas María Jimena Duzán y Mábel Lara, que representaban a la sociedad civil, han abandonado la mesa de negociación en los últimos días.
Venezuela es garante del proceso de paz con el ELN y la mediación de Colombia en sus aprietos políticos internos, entendiendo que afectan a Colombia por su vecindad, se están dando paralelamente. Implica que un proceso es susceptible de verse afectado por el otro. Por el lado del ELN, la negociación depende del grupo armado que ya lleva cinco intentos de negociación con diferentes gobiernos colombianos y que no se flexibiliza fácilmente. El futuro de esos diálogos compromete tanto la paz de Venezuela como su devenir político. Si la negociación de Petro con el ELN falla, Maduro perdería como garante y, si fracasa la mediación de Petro entre la oposición y el oficialismo venezolanos, Bogotá pierde también. Bien conocido es que la migración de las más de 2,8 millones de personas que ha recibido Colombia es una de las más visibles consecuencias de la ausencia de democracia en Venezuela.
El liderazgo internacional de Petro depende, en gran parte, de Venezuela
La proyección internacional del gobierno Petro pretender hacer de Colombia un líder en la región. No un líder que aglutine a otros países para cercar a Maduro (como dispuso el gobierno anterior), sino uno que ayude a restablecer las relaciones internacionales de Caracas. Sin embargo, lo que pasó en vísperas de la Cumbre Internacional sobre Venezuela que se llevó a cabo estaba poniendo obstáculos a Petro en su intención de acercar al régimen con los partidos antichavistas en un acuerdo. Horas antes de iniciar la reunión de alto nivel, el gobierno de Maduro condicionó el diálogo al retiro de las sanciones, la devolución del dinero venezolano congelado en el exterior, la liberación de Alex Saab y, como si fuera poco, la suspensión de la investigación que lleva la Corte Penal Internacional en su contra por crímenes de lesa humanidad.
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Si las mencionadas exigencias de Maduro boicotean los resultados de la Cumbre Internacional en Bogotá, el porvenir de Petro como cabeza de un verdadero bloque de izquierda democrática latinoamericana podría enmarañarse. Sería un pésimo escenario, considerando que, además, una eventual clausura total de la negociación en México tendría grandes efectos, pues la división de la izquierda en América Latina y el Caribe podría consolidarse en un cisma de los líderes de izquierda en la región: un grupo autoritario compuesto por Ortega de Nicaragua, Díaz Canel de Cuba y Maduro de Venezuela; y otro grupo de izquierda democrática entre Boric de Chile, Lula de Brasil, Fernández de Argentina, López Obrador de México y Gustavo Petro.
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* Investigadora del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer. Consultora asociada de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
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