Lasso baja los precios de los combustibles en Ecuador, pero las protestas siguen
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, anunció una reducción en los precios que deja el diésel en 1,80 dólares y la gasolina en 2,45. Las medidas son consideradas “insuficientes” para los indígenas que protestan en Quito.
El presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso, bajó precios de combustibles, el origen de las protestas indígenas, pero sin satisfacer a los manifestantes que el lunes cumplen 15 días de bloqueos de vías en el país, lo que ha puesto la producción petrolera en una situación crítica.
“Esta decisión no es suficiente, es insensible”, expresó la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), después de que Lasso anunciara el domingo por la noche una reducción de 10 centavos de dólar que deja el diésel en 1,80 dólares y la gasolina en 2,45.
Los manifestantes exigen al gobierno que baje los precios a 1,50 dólares para el galón de diésel y a 2,10 dólares para el de gasolina corriente. La decisión del Ejecutivo “no se compadece de la situación de pobreza que afrontan millones de familias”, indicó el lunes la Conaie en un comunicado firmado por su titular, Leonidas Iza, añadiendo que “nuestra lucha no cesa (...) y la protesta sigue vigente”.
La organización analiza también si acepta conversar con el Ejecutivo tras un primer acercamiento el sábado. Lasso, en el poder desde hace un año, está arrinconado por las manifestaciones y la oposición, que en el Congreso discute su posible destitución.
Los cortes de ruta y la toma de más de mil pozos en medio del estallido tienen en jaque al sector petrolero, principal rubro de exportación. Si las protestas continúan, el país podría paralizar este martes toda la producción, según el gobierno.
Peligro: fuerza letal
El domingo, el Parlamento debatió por segundo día la conveniencia de destituir a Lasso, a quien un sector de la oposición considera responsable de la “grave crisis política y conmoción interna” que vive el país desde el 13 de junio, cuando comenzaron las protestas indígenas.
La sesión fue aplazada para el martes, quedando pendiente la intervención de 20 diputados en el debate de los 84 que habían pedido la palabra. La bancada de Unión por la Esperanza, afín al exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017), planteó el cese de Lasso, quien ve en la presión social una intentona golpista.
La destitución del mandatario requiere 92 de los 137 votos en el Legislativo, donde la oposición tiene mayoría, aunque está fragmentada. Cuando concluyan los debates, los diputados tendrán un máximo de 72 horas para votar.
De aprobarse la destitución del exbanquero, el poder lo asumirá el vicepresidente Alfredo Borrero y se llamará a elecciones presidenciales y legislativas para el resto del período, hasta 2025.
Ecuador ganó fama de ingobernable tras la salida abrupta de tres mandatarios entre 1997 y 2005 ante la presión social. Las actuales son las protestas indígenas más largas de la historia reciente en el país.
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Diálogo y fuerza de la ley
Unos 14.000 indígenas protestan en Ecuador para exigir alivios que amortigüen la pobreza en sus territorios agrícolas. El lunes “vamos a juntarnos para seguir luchando en las calles”, anunció con megáfono en mano Iza en la víspera en un parque central de Quito, convertido en núcleo de las movilizaciones en la que participan unos 10.000 nativos venidos de sus pueblos.
Los aborígenes, que en la capital han protagonizado fuertes enfrentamientos con la fuerza pública, representan más de un millón de los 17,7 millones de habitantes. Para tratar de rebajar la tensión, Lasso puso fin el sábado un estado de excepción, bajo el cual impuso un toque de queda nocturno y militarizó la ciudad durante una semana, aunque el centro sigue fuertemente custodiado por la fuerza pública, constató la AFP.
Organizaciones internacionales y de derechos humanos claman por un cese a la violencia. El papa Francisco llamó el domingo por Twitter al “diálogo” y a “la paz social”.
Lasso culpa a Iza de las protestas en las que han muerto cinco manifestantes y se cuentan más de 400 heridos entre uniformados y aborígenes.
“Aquí no hay un luchador social, aquí hay un anarquista (...) que quiere derrocar un gobierno”, aseveró el sábado el gobernante en entrevista con CNN.
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En paralelo, cientos de manifestantes salen a las calles de Quito en rechazo a las protestas indígenas, con banderas blancas y en caravanas de automóviles.
Ecuador, cuya dolarizada economía empezaba a recuperarse de los efectos de la pandemia, pierde unos 50 millones de dólares diarios por las crisis, según cifras oficiales. Sin respaldo político destacable, Lasso cuenta por ahora con el apoyo de los militares.
“Los ecuatorianos que buscan el diálogo encontraran un gobierno con la mano extendida. Los que buscan el caos, la violencia y el terrorismo, toda la fuerza de la ley”, advirtió el presidente el domingo.
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El presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso, bajó precios de combustibles, el origen de las protestas indígenas, pero sin satisfacer a los manifestantes que el lunes cumplen 15 días de bloqueos de vías en el país, lo que ha puesto la producción petrolera en una situación crítica.
“Esta decisión no es suficiente, es insensible”, expresó la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), después de que Lasso anunciara el domingo por la noche una reducción de 10 centavos de dólar que deja el diésel en 1,80 dólares y la gasolina en 2,45.
Los manifestantes exigen al gobierno que baje los precios a 1,50 dólares para el galón de diésel y a 2,10 dólares para el de gasolina corriente. La decisión del Ejecutivo “no se compadece de la situación de pobreza que afrontan millones de familias”, indicó el lunes la Conaie en un comunicado firmado por su titular, Leonidas Iza, añadiendo que “nuestra lucha no cesa (...) y la protesta sigue vigente”.
La organización analiza también si acepta conversar con el Ejecutivo tras un primer acercamiento el sábado. Lasso, en el poder desde hace un año, está arrinconado por las manifestaciones y la oposición, que en el Congreso discute su posible destitución.
Los cortes de ruta y la toma de más de mil pozos en medio del estallido tienen en jaque al sector petrolero, principal rubro de exportación. Si las protestas continúan, el país podría paralizar este martes toda la producción, según el gobierno.
Peligro: fuerza letal
El domingo, el Parlamento debatió por segundo día la conveniencia de destituir a Lasso, a quien un sector de la oposición considera responsable de la “grave crisis política y conmoción interna” que vive el país desde el 13 de junio, cuando comenzaron las protestas indígenas.
La sesión fue aplazada para el martes, quedando pendiente la intervención de 20 diputados en el debate de los 84 que habían pedido la palabra. La bancada de Unión por la Esperanza, afín al exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017), planteó el cese de Lasso, quien ve en la presión social una intentona golpista.
La destitución del mandatario requiere 92 de los 137 votos en el Legislativo, donde la oposición tiene mayoría, aunque está fragmentada. Cuando concluyan los debates, los diputados tendrán un máximo de 72 horas para votar.
De aprobarse la destitución del exbanquero, el poder lo asumirá el vicepresidente Alfredo Borrero y se llamará a elecciones presidenciales y legislativas para el resto del período, hasta 2025.
Ecuador ganó fama de ingobernable tras la salida abrupta de tres mandatarios entre 1997 y 2005 ante la presión social. Las actuales son las protestas indígenas más largas de la historia reciente en el país.
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Diálogo y fuerza de la ley
Unos 14.000 indígenas protestan en Ecuador para exigir alivios que amortigüen la pobreza en sus territorios agrícolas. El lunes “vamos a juntarnos para seguir luchando en las calles”, anunció con megáfono en mano Iza en la víspera en un parque central de Quito, convertido en núcleo de las movilizaciones en la que participan unos 10.000 nativos venidos de sus pueblos.
Los aborígenes, que en la capital han protagonizado fuertes enfrentamientos con la fuerza pública, representan más de un millón de los 17,7 millones de habitantes. Para tratar de rebajar la tensión, Lasso puso fin el sábado un estado de excepción, bajo el cual impuso un toque de queda nocturno y militarizó la ciudad durante una semana, aunque el centro sigue fuertemente custodiado por la fuerza pública, constató la AFP.
Organizaciones internacionales y de derechos humanos claman por un cese a la violencia. El papa Francisco llamó el domingo por Twitter al “diálogo” y a “la paz social”.
Lasso culpa a Iza de las protestas en las que han muerto cinco manifestantes y se cuentan más de 400 heridos entre uniformados y aborígenes.
“Aquí no hay un luchador social, aquí hay un anarquista (...) que quiere derrocar un gobierno”, aseveró el sábado el gobernante en entrevista con CNN.
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En paralelo, cientos de manifestantes salen a las calles de Quito en rechazo a las protestas indígenas, con banderas blancas y en caravanas de automóviles.
Ecuador, cuya dolarizada economía empezaba a recuperarse de los efectos de la pandemia, pierde unos 50 millones de dólares diarios por las crisis, según cifras oficiales. Sin respaldo político destacable, Lasso cuenta por ahora con el apoyo de los militares.
“Los ecuatorianos que buscan el diálogo encontraran un gobierno con la mano extendida. Los que buscan el caos, la violencia y el terrorismo, toda la fuerza de la ley”, advirtió el presidente el domingo.
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