Llamados a obedecer: la peligrosa decisión del Post para el periodismo en EE. UU.
El silencio de medios como “The Washington Post” y “Los Angeles Times” sobre respaldos políticos resalta un preocupante retroceso en la libertad de expresión, donde las decisiones empresariales amenazan la voz del periodismo.
Camilo Gómez Forero
En este punto de la historia, que un medio de comunicación en Estados Unidos decida apoyar abiertamente a un candidato tiene un impacto mínimo en la campaña. Serán los suburbios de las grandes ciudades en los estados claves, así como comunidades minoritarias históricamente despreciadas, como la de los puertorriqueños, quienes entreguen las llaves de la Casa Blanca este año. Y la voluntad de estos grupos no se construye solo por lo que un medio diga, según explica el economista Brian Knight de la Universidad de Brown.
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En este punto de la historia, que un medio de comunicación en Estados Unidos decida apoyar abiertamente a un candidato tiene un impacto mínimo en la campaña. Serán los suburbios de las grandes ciudades en los estados claves, así como comunidades minoritarias históricamente despreciadas, como la de los puertorriqueños, quienes entreguen las llaves de la Casa Blanca este año. Y la voluntad de estos grupos no se construye solo por lo que un medio diga, según explica el economista Brian Knight de la Universidad de Brown.
La única manera de que estos respaldos sean verdaderamente trascendentales es si son sorpresivos. Es decir: que un medio de tendencia liberal apoye a un candidato conservador (como ocurrió con el liberal Chicago Sun Times apoyando a George W. Bush en 2000) o viceversa, según un estudio realizado por el experto.
Aunque irrelevante en el plano general en la actualidad, estos respaldos volvieron a tener un impacto enorme en el país por razones inesperadas esta semana. Los Angeles Times, The Washington Post y USA Today tomaron en los últimos días de campaña la decisión de no apoyar abiertamente una candidatura luego de décadas de hacerlo. Así fue por orden de sus dueños, lo que ha dejado un enorme hueco para la democracia estadounidense que nos deja ver un panorama oscuro para la profesión y que anticipa un futuro aún más turbio si la campaña republicana se alza con la victoria.
En primer lugar, hay que romper un mito: los medios como el Post o Los Angeles Times, pese a una tendencia más liberal, no tienen una afiliación directa al Partido Demócrata como lo intentan hacer ver los republicanos. En el pasado, solían apoyar también a candidatos republicanos. En 1968 y 1972, por ejemplo, el diario angelino respaldó abiertamente la campaña de Richard Nixon, pero desde el escándalo de Watergate, que destaparon los grandes medios de la costa Este, cada vez se vieron menos apoyos a candidatos republicanos en las editoriales de estos periódicos.
Sin embargo, el asunto de fondo no es a quién apoyan los medios y por qué, sino la libertad que tenían para hacerlo. Respaldar una candidatura es una tradición muy marcada en los medios estadounidenses que viene del siglo XIX, cuando muchos periódicos estaban vinculados a los partidos políticos. Cuando dejaron de estarlo, las recomendaciones sobre el voto continuaron de manera más independiente, separadas de la cobertura informativa para mantener la objetividad.
Ahora, que el dueño de un medio decida no permitir una declaración como esta, por miedo a que uno de los candidatos tome represalias en contra de sus negocios si llega a ganar, nos habla de cómo las empresas periodísticas en el país han retrocedido décadas en la búsqueda de la independencia, la libertad y la objetividad. La Revista de Periodismo de Columbia, especializada en abordar las discusiones más profundas sobre el futuro de la industria, calificó la decisión del Post y del Times de ser una exposición de la “obediencia” con la que los propietarios de estos medios esperan que funcione la industria. Sobre esta peligrosa y anticipada docilidad escribió Brian McGrory, uno de los legendarios editores del Boston Globe y presidente del departamento de periodismo de la Universidad de Boston en la actualidad.
“¿Qué exactamente le da a Jeff Bezos su patrimonio neto de 204 mil millones de dólares? Bueno, no le da valentía frente a un autoritario en potencia que ladra como un carnaval y que está a un tiro de moneda de ser, una vez más, presidente de los Estados Unidos”, escribió McGroy refiriéndose a la decisión de Bezos, dueño del Post, quien pidió no publicar la editorial en apoyo a Kamala Harris temiendo represalias del candidato republicano, que ha amenazado desde 2018 a su principal empresa, Amazon.
En una columna distinta, McGrory también dijo: “No es a Trump a quien Bezos debería temer, sino a los lectores de su medio de comunicación que ya están desertando”, escribió. Desde que se filtró la decisión del Post, unos 250.000 usuarios cancelaron su suscripción al medio, lo que representa al menos un 10 % del total de suscriptores. ¿Es este tipo de protesta el camino a seguir? Lo que parece ser de entrada una campaña poderosa de conciencia social para castigar a Bezos resulta ser un arma de doble filo.
Jake Tapper, hoy por hoy uno de los periodistas más importantes del país, escribió que “cancelar una suscripción a un periódico ayuda a los políticos que no quieren supervisión”, cumpliendo con el último objetivo de Donald Trump, que es debilitar a instituciones que durante su administración (y en otras como la de Nixon) lograron con valentía destapar escándalos que de otra manera no habrían salido a la luz pública.
Miremos solo algunos de los últimos ganadores del Pulitzer para enfatizar en este punto: en 2018, The Washington Post y The New York Times ganaron el premio por exponer las conexiones de la campaña Trump con Rusia; en 2019, el Times repitió galardón al desenterrar información sobre las cuestionables prácticas fiscales de la familia del expresidente; en 2020, Los Angeles Times y Vice News ganaron el primer galardón de la historia en formato de audio por el pódcast “The Out Crowd”, una revisión de la política migratoria de “permanecer en México” del gobierno Trump. En 2022, dos años después de que Trump saliera del cargo, el “Post” volvió a ganar por el cubrimiento del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Muchos desertores del Post, una de las instituciones periodísticas más respetadas en el mundo y el referente de miles de jóvenes periodistas, defienden su decisión argumentando que de todas maneras se han suscrito a otros medios, como el Boston Globe. Es positivo, sí, pero igual, como dice Tapper, hiere al objetivo equivocado. Cancelando una suscripción del Post, los usuarios solo están poniendo en riesgo los puestos de los periodistas, no el dinero de Bezos que igual se hace rico por Amazon. “Por qué no cancelar las suscripciones a Prime”, se pregunta la escritora Ellen Cushing.
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